PERDER EL TREN

Tenemos que coger la línea 10.



Es que lo recuerdo como si hubiese sido ayer, de verdad. Tendría yo unos 7 años, y mis padres nos habían llevado a mi hermana y a mi a pasar el fin de semana Madrid.

Para mi aquello era toda una aventura. Era la primera vez en mi vida que visitaba una ciudad taaaaaan grande, y tan importante. Yo, la niña de Labañou que pasaba los veranos de camping en Coroso (Riveira), en una ciudad que tenía… madremiademivida… hasta teleférico!!!. Es que me parecía todo estratosférico, vamos.

Recuerdo que nos alojamos en un hotelito que no podría ni identificar ni ubicar, ni si quiera aproximadamente, pero del que guardo un extraño tic nervioso. En él vi por primera vez en mi vida un limpiador de zapatos automática –es tan años 80 ese aparato-. Era gratis, además, así que obligaba a mis padres a bajar cada mañana por la escalera en lugar de en el ascensor, sólo para poder poner mis victoria rojas debajo y notar el cosquilleo del cepillo. También recuerdo con inusitada nitidez las chocolatinas Nestle que nos dejaban las camareras de planta sobre las almohadas, y recuerdo que mi padre, una noche, llegó tan cansado que se olvidó se apartarla, y se despertó con una magnífica plasta marrón de chocolate con almendras en la sien derecha.

En fin, que aquel fin de semana, como podréis comprender, fue para mi una experiencia sobrenatural. Visitamos el zoo –y a Chu-lin, que entonces era “ese panda, ese panda, un osito que aún no anda”- comimos hamburguesas de Burger King –que me supieron asquerosas, la verdad-, y fuimos al parque de atracciones.

El Parque de Atracciones… es que se merece las mayúsculas, vamos. Qué experiencia, madremiademivida. Nada de Dragon Khan ni Lanzaderas ni caralladas de esas del siglo XXI. Mi primera visita al Parque de Atracciones fue mucho más… cómo decirlo… mucho más años 80. Había camas elásticas –mojadas por la lluvia, que resbalaban al saltar, era una auténtica gozada, lo pasé en grande-, las famosas cadenas de las ferias, una estatua en honor a los payasos de la tele y, como grandes estrellas, el gusano loco –me encantaba me encantaba me encantaba taaaaaaaaaanto- y la montaña rusa Siete Picos, que claro, la ves ahora, después de haber montado en el Tornado, o en la de Batman, y te descojonas, porque parece de juguete. Aunque os aseguro que, siendo fieles a la realidad, es mucho más peligrosa, porque sus medidas de seguridad eran las mismas que las de un patinete: o sea, ninguna. Años más tarde, de hecho, volví a montar en ella con mis hermanos y nos quedamos varados, pero esa es otra historia.

A mi padre, personalmente, la atracción que más le gustaba era una que consistía en montarse en una especie de barquichela y recorrer una y otra vez la historia de la humanidad en forma de dinosaurios de cartón piedra y hombres de cromagnon de plástico, situados estratégicamente para que vieras lo menos posible el chiringuito de helados del otro lado del río artificial. Vamos, una aventura en toda regla.

Pero para aventura, de las de verdad, la que hoy nos ocupa.

Porque yo he empezado este post hablando de la línea 10 de metro, pero luego me he dispersado, que es algo que se me da genial, y no, que yo lo que quería era contaros lo del metro.

En fin. Pues eso.

Imaginaos a la Familia Trapisonda (un grupito que es la monda) llegando, mareados por el laaaaargo viaje en el SEAT Panda de mamá, a la capital española. Como nosotros somos muy de provincias, vamos, que nos encanta ejercer de profesionales del turisteo, lo primero que quisimos hacer fue visitar los grandes monumentos de la ciudad: o sea, el parque de atracciones y el zoo.

Como el coche lo teníamos bien aparcado –por aquel entonces, en el pleistoceno, Esperanza Aguirre y Gallardón aún no habían llenado de ORA Madrid y sus alrededores- y como nos habían dicho que lo de ir en Metro era supermadrileño, decidimos que la mejor forma de acercarnos a la Casa de Campo era en el subterraneo.

Pero, como buenos provincianos, no teníamos ni la más remota idea de cómo funcionaba el metro, así que, tras preguntar en el hotel dónde estaba la entrada más cercana, bajamos al submundo madrileño en pleno éxtasis guiri.

Bajamos, bajamos, bajamos… y llegamos a la taquilla, donde preguntamos qué línea de metro debíamos coger para ir al Parque de Atracciones. El taquillero nos dijo que debíamos coger la línea 10, y que, casualmente, pasaba por ahí, así que no tendríamos que hacer transbordo. Sólo esperar nuestro tren, subir en él, y disfrutar de un día de asueto madrileño.

Buscamos el andén que el taquillero nos indicó, y, tras comprobar que, efectivamente, el Metro de Madrid era supermodernoquetecagas, nos sentamos a esperar nuestro tren en uno de esos fríos bancos de obra que hay en algunas estaciones de metro.

Y esperamos.

Y esperamos.


Y esperamos más…


Y pasó un tren… y otro… y otro más…


Hasta que, al quinto tren, el fulano de seguridad salió de su casetita, extremadamente extrañado. En su andén había una familia con pinta de no enterarse de nada que había dejado pasar ya 5 trenes sin inmutarse.

 
“Señores, ¿puedo ayudarles?”

“Sí gracias, ¿sabe si el 10 tardará mucho?

“¿Pero cómo que el 10?”

“Sí, es que vamos al Parque de Atracciones, y nos han dicho que tenemos que coger el 10”.

“Pero les vale cualquiera”

“No, tiene que ser el 10”

“A ver si lo he entendido bien, ¿ustedes están esperando a que pasen 10 trenes?"

“No hombre no, esperamos a que pase la línea 10”

“Todos los trenes que pasan por esta estación son la línea 10”.



Mi madre, abochornada, dijo.

“¿No me diga?.... es que como el número de delante no ponía nunca 10…”



MORALEJA: Os aseguro que pese a esto, el viaje fue genial y guardo un enorme recuerdo de él, como de casi todos los viajes con mi familia.

Luego repetimos muchas veces –en Madrid, en el Parque de Atracciones y en el Metro- y nunca volvimos a cagarla de ese modo, aunque en una ocasión, en la misma ciudad, mi hermana Natalia “perdió una calle” y tardó exactamente dos horas y cuarto en traer media docena de cruasanes desde la pastelería de la esquina de casa de mis tios… pero esa es otra historia.



 
SUENA EN MI I-POD: Febrero”, de La Habitación Roja. Es un tema super pegadizo de su último álbum, “Universal”, que mis amigos me regalaron por el cumpleaños y que últimamente pongo mucho mucho mucho en el coche. Me encanta ese toque a lo Planetas mezclado con La Casa Azul.




20 comentarios:

♥ Ana ♥ dijo...

jajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajjajajajajajajjajajajajjajajajajajajajjajajajjajajaja, aysss que me da, jajajajajajajajajaja.

Besos

Esther dijo...

QUEEE BUENO!!JAJAJAJAJAJAJAJJAJA

Aunque la verdad que a mi de pequeña me intrigaba cómo funcionaba el metro, al ver sólo una linea, ¿cuándo sabías para dónde iba el tren si en el dibujo sólo ponían una línea?

jejejejejje

el divan de Silvie dijo...

Ja ja ja, la historia es graciosa, pero sobre todo la forma de contarla, es genial.

He leído otras entradas y más risas me he echado.

Acabo de encontrar tu blog y creo que seré fiel seguidora. Además vivimos en la misma ciudad.

Besos

Ely dijo...

tia... muero!!! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Cruela DeVal dijo...

ay maaaaaaaaaadre
pero qué bueno... es que es sencillamente genial, tanto la forma de contarlo como el hecho en si mismo....
es que el metro de Madrid es todavía más enorme hoy en día y hasta yo me pierdo....
pero tengo otra anécdota... menos graciosa... un día me preguntaron por la calle que cual era la estación de Sevilla.. yo pensé línea 2 parada anterior a sol.. y así lo dije...
y el tío se me mosquea... vale señorita me vé pinta paleto?¿
no señor... dije alucinada.. es que la parada de Sevilla es ésa...
vamos si va usted en Metro
Cambia de cara
ah perdona chica quería decir la estación a Sevilla...
¿para coger el ave?
Síiiiiii

Era Atocha...
besooos
ay lo que me reí

Pilar dijo...

Todavía me río, pero con esa risa impregnada de nostalgia. Qué jóvenes, qué simples, hemos pasado de alucinar con todo a poner cara de "lo más normal" ante lo más alucinante. Era más divertido antes.

Paula dijo...

Mi atracción favorita también era la de los dinosaurios!!!!!! Creo que mi madre odia el pleistoceno desde aquella XD

Te tengo que pedir un favor: que un día que estés inspirada escribas sobre nuestro épico viaje a Madrid para ganar una Copa del Rey. A tu tío cada vez que me identifico (¡¡que después de tanto tiempo ya no me asocia con la mocosa de entondes!!) se le ilumina la cara y exclama: "¡Qué bien lo pasamos...!)

Un besazo guapa!!

baballa dijo...

jajajajajaj me muero de la risa.... es buenísimo, gracias por compartirlo...

María dijo...

ja,ja,ja, hasta lágrimas en los ojos sólo de imaginarme la situación

Rub dijo...

Anda que...

Sabes lo mejor??? que es la segunda vez que alguien me cuenta lo mismo. Desde que me la contaron la primera vez, simepre miro el número que traen los trenes en la cabina y me pregunto qué significaran. Intento ponerme en el pelejo de aquellos que hicieron lo mismo y digo "este tampoco me tocaría" y luego siempre vuelvo a pensar "¿no se darían cuenta de que el resto de la gente del andén tendría mucha suerte de que siempre llegaran justo cuando pasaba el que les convenía?".


EN fin, con lo majetes que somos los madrileños, que si nos preguntan simepren respondemos, y tampoco nos cortamos de preguntar allá donde vamos.


Un beso, provincial...

MEL dijo...

Ay María, jajajajajajajaja lo de preguntaros a ver si estabais esperando que pasasen 10 trenes, brutal, eh? jajajaajajjaajaja

No os quiero imaginar en el de Londres...

Regalp dijo...

Muy buena la entrada, esas cosas quedan para siempre y se recuerdan en las reuniones familiares...

Curiosamente un verano de hace unos años también pasé por ese camping.. que playa tan bonita!!!

Un saludo

Unknown dijo...

Jajajajaja, joder, tía, no me lo creo.... Y yo me reía de J. porque se liaba en Londres con los sentidos de los vagones, joder....

Naïf dijo...

Uy, soy Pink, es que mi madre anda colándose en mi portátil...

QuietBrown dijo...

Jejejeje, creo que había un chiste similar hace años... =)
Yo recuerdo que el Metro me parecía un sitio enorme y siniestro, fascinante y oscuro a la vez... Cuando yo montaba, hace siglos, no tenía nada que ver con lo luminoso de ahora, las paredes se curvaban sobre ti amenazándote las señoras "ésas tan mayores" que salían en el anuncio de El Corte Inglés...
Ahora que me releo, parece que tengo 60 años, jajajaja,
¡un besote!
PD: Cruela, muy buena tu anécdota también =D

Lara Cereza dijo...

jejejej típico de padres...seguro que me han pasado miles de esas a mi también aunque no me acuerde!

un beso !!

Unknown dijo...

jajajajajajajajajajajajajajaja, genial, la primera vez que fui a Madrid con mis padres teníamos también una pinta... y tan perdidos... pero esos viajes se recuerdan con un cariño tremendo.

Anónimo dijo...

Ja ja ja ja ja ja ja ja.
Buenísima anécdota, pero lo mejor es que es corta.

Pati dijo...

Mary!! Cuánto tiempo sin leerte!!

La primera vez que fui a Madrid sola con mi hermana (las dos paletillas de las afueras de Madrid, que sabían coger el metro de casualidad)nos bajamos encantadas en Callao, fuimos a Fnac a dar una vuelta, miramos tiendas sin parar por Preciados y al cabo de una media hora mi hermana recuerda que una vez había ido a Sol con mis padres y le había gustado mucho... Total, cogimos el metro en Callao de nuevo hasta... Sol!! Cuando salimos a la superficie y vimos dónde estábamos, nos partimos de risa. No se lo contamos a nadie para que no se rieran de nosotras :)

Es que ésta es una ciudad muy grande, Mary.

Un besote!

Rose dijo...

Es la primera vez que escribo en tu blog, acabo de descubrirlo gracias a Perla, y estoy intentado ponerme al día. Me encanta, me gusta como cuentas las cosas, natural, espontánea,ja,aj,aja,aj cómo me he reído con esta entrada, me parece supertierna y emotiva.
Un saludo