ELLE Y YO (¿A que suena a título de película?)

Tengo en mis manos el último número de la revista Elle. Es una de las revistas de moda que compro habitualmente, una de esas biblias del estilo que campan a sus anchas por el salón de mi casa.

Está lleno de buenas ideas, de reportajes curiosos, de ideas creativas y de fotografías de esas que iluminan el armario. Vamos, como siempre. La única diferencia con el resto de las Elle que ocupan su espacio, ganado a base de buenas ideas, en el salón, es que esta me ha llegado directamente a casa.


Os pongo en situación.

Imaginaos que sois una periodista adicta a los zapatos y con un armario en constante búsqueda de sí mismo.

Imaginad que las revistas de moda son uno de vuestros libros de cabecera, y que os apasiona eso de los trapitos, las cremas, los perfumes y el estilo.

Imaginad que, en un delirio pre-primaveral, habeis abierto un blog en el que dais rienda suelta a vuestra incontinencia verbal.

Y ahora imaginad que, en la víspera de vuestro cumpleaños, la revista Elle se pone en contacto con vosotras y os ofrece la posiblidad de recibir su publicación en vuestra mismísima y alquilada casa, a cambio de… ¡¡¡¡pues de nada!!!

Bueno, de nada exactamente no. A cambio de desgranar en el blog los contenidos más destacados del número. A cambio de analizar los pormenores de las propuestas de la temporada. A cambio de organizar una quedada con las amigas para, en pleno brain storming, escoger qué adoptarás y qué no de esa nueva tendencia que se avecina.

Vamos, a cambio de hacer lo que ya hago, pero por escrito.

Imaginad mi emoción cuando recibí la propuesta. Al fin y al cabo, Elle es una de las revistas mejor consideradas en tendencias y moda, y en su web publican algunas de mis bloggergirls favoritas (La Divina, Cámeron, Cool Hunter…)

Vamos, que dije que sí casi sin respirar y unos días después tenía ya en mi poder el flamante y oloroso (qué bien huelen las revistas nuevas) número de Elle de abril.

¿Y qué me encontré en él?.

Pues a parte de un reportaje sobre Seal y Heide Klum, esa pareja que da asquito de lo maravillosamente feliz que es (léase con ironía), ocupando las páginas centrales, me topé de bruces con cuatro artículos francamente interesantes:

1.- Un especial complementos que prometo desentrañar en un post posterior, y cuyos bolsos me quitan el sueño (páginas finales, suplemento)

2.- Un reportaje sobre juguetes eróticos que analizaremos en profundidad en cuanto adquiera un poquito más de documentación (estoy en ello, estoy en ello). (pág 216)

3.- Una extensa guía sobre jeans, que bien merece una revisión (pág 314), a la que añaden un listado de los 58 mejores vestidos (pág 328)


4.- Y… la vuelta del hippy chic, el boho, el grunge o cómo querais llamarlo. (pag 48 /336)





Sí, queridas amigas, con la llegada de los calores vuelven los kaftanes, los bolsos de serraje en color natural y las melenas onduladas por obra y gracia de la sal marina.

Este devenir estético me tiene loca, la verdad, porque aunque siempre me han encantado las mujeres capaces de lucir ese estilo entre desaliñado y estudiadísimo, yo soy de esas féminas que se sienten inseguras si no calzan un tacón de al menos 10 cm y no llevan rimel.



Sin embargo, con los años y con la lectura de algún que otro artículo, he descubierto algunas diferencias entre el grunge revival actual y aquel estilo semi sucio que imperaba en mi adolescencia.

El hippy actual busca la sofisticación en los estampados y los tejidos, para dejar así que las formas sean más naturales. Tiene cierto toque masculino, como los chalecos y los pañuelos estrechos, y pule el resultado final con maquillajes finísimos.

Reconozco que con la llegada del buen tiempo llega a mi armario, casi casi a la par, la eterna duda. Y es que en estos lares el sol no calienta hasta bien entrado el veranito, pero el frío nos abandona antes. Y en esta etapa en medio de tierra de nadie, el estilo hippy o boho es bastante socorrido, ya que…

1.- Permite la superposición de varias capas de ropa, lo que ayuda a que el “efecto cebolla” (ese de dos jerseys y una rebequita) no sea antiestéico.

2.- Da mucho protagonismo a los complementos, algo muy de agradecer a la hora de alegrar los modelitos que ya aburren de tanto verlos colgados en el armario.

3.- Admite combinaciones job style, con jeans de pierna recta y plataforma de madera, por ejemplo, acompañados de un top de algodón crudo, rebeca en marrón chocolate, y colgantes en bronce; y admite también combinaciones más casual, del tipo falda larga con top lencero, cardigan de cashmere y brazaletes hippies por doquier. Vamos, un dos por uno como un mundo.


En fin, queridos bloggers… ahora os toca a vosotros opinar

¿QUÉ OS PARECE EL REGRESO –ETERNO, POR OTRO LADO- DE ESTE ESTILO A NUESTRA VIDAS?

¿LO LLEVARÍAIS A LA OFICINA?