A. está encantada con su nueva pareja, y con su recién descubierta capacidad sexual. Dice que se siente más activa, con más ganas.
Evidentemente, el hecho de encontrarse en los primeros pasos de la relación influye para que el apetito sexual esté a flor de piel. Pero cotilleando con las amigas hemos descubierto, cual Livingston en la selva, que existen ciertos factores comunes que hacen que todas, y cuando digo todas quiero decir TODAS, sintamos de nuevo ese apetito irrefrenable por vuestros, por otra parte, siempre apetecibles, bodies.
Sí, queridos bloggers, este post es un post “alto voltaico”, de contenido pretendidamente sexual. No es que vaya a ponerme a escribir relatos eróticos, que por otro lado no es lo mío –ya lo intenté sin éxito alguno, creedme-. Pero después de las conversaciones de esta mañana con “las niñas” me siento en la obligación de hacer públicos los resultados de este sondeo, a fin de facilitar la vida sexual de quieres se acercan a este blog (la mía incluida, of course).
Pero antes de empezar, me permito hacer una serie de sugerencias, o más bien, de instrucciones de uso y disfrute de este post:
.- Si eres mujer, y tienes pareja, llama a tu chico (o chica) y leedlo juntos. Comentadlo, a ver qué pasa.
.- Si eres hombre, sigue leyendo. Esto no es un post feminista ni “anti-hombres”. Es más bien una especie de manual de instrucciones femenino. Igual te viene bien, o le sacas algún partido.
.- En cualquier caso, si en algo no estás de acuerdo, dilo en letra clarita en un comment. Servirá para matizar y pulir el estudio.
Y ahora sí, allá vamos.
Aquí tienes las…
… 10 COSAS QUE LAS MUJERES ESPERAMOS DE NUESTRA PAREJA Y QUE NO SOLEMOS DECIR EN ALTO, PERO QUE NOS HACEN DESEAR SEXO CON ÉL (O ELLA)
1.- Las mujeres queremos menos preocupaciones. Es verdad que el siglo XXI las cosas han cambiado, y que con eso de que ambos trabajamos fuera de casa, al menos en la mayoría de los casos, las tareas domésticas se reparten de otro modo.
Pero eso no significa que todas las parejas lo hagan así. Los hijos son de los dos. La colada es de los dos. El polvo es de los dos (y me refiero al polvo generado por la suciedad, no al que echareis después de limpiarla).
Si quieres a tu chica dispuesta, haz que sus tareas mengüen, para que pueda pensar en el sexo en lugar de en los platos sucios.
Si ya cumples la primera regla, las siguientes son mucho más fáciles de lo que parecen.
2.-. Las mujeres requerimos cierto grado de calentamiento previo, es un hecho físico, no un capricho. Eso no significa que el “aquí te pillo aquí te mato” no nos guste, simplemente significa que para llegar a eso necesitamos haber sido provocadas previamente.
Las miradas, los gestos cómplices, las caricias y los besos, incluso horas antes del sexo, cuando ni si quiera pensamos en él, sirven de catalizador. No lo olvides.
Hazte a la idea de que somos un motor diesel: necesitamos calentamiento previo. Si al meterme en la cama por la noche, sin previo aviso, me encuentro contigo encima es más que probable que te mande al cuerno (salvo que acabe de terminar “Sin tetas no hay paraíso” o la última peli de George Clooney)
Pero que no cunda el pánico, esto tiene solución: míranos con lujuria, tócanos con lujuria, bésanos con lujuria… aunque sea sin esperar nada más en ese momento. Si durante la cena te he pillado mirándome el culo tres veces, si me has acariciado el pelo cuando me he tumbado a tu lado al encender la tele, si me has cogido la mano mientras veíamos la película (aunque el prota fuese Enrique San Francisco), es más que probable que sea yo la que se abalance sobre ti.
3.- No vale que ya lo sepamos. Queremos oírlo. Queremos oír que te gustamos, que te excitamos, que nos quieres.
No es necesario ser empalagos, ni un cursi, ni un pesado. Pero si un día ves que nos hemos puesto “eso” que sabemos que te gusta, esperamos oír que te gusta. Y decir “te quiero”, “te deseo” o incluso “me pones” no es una cursilada, es una necesidad.
4.- Tu aspecto nos importa. Y no hablo de la tripita, ni de las legañas por la mañana. Hablo de que te cuides un poco. Hablo de que no te metas el dedo en la nariz en la cena. Hablo de no tirarse pedos en la cama y luego levantar la sábana.
Una pareja consolidada puede tener mucha confianza, y, al menos a mi, eso me pone. Pero entre la confianza y el pasotismo hay una línea que nunca se debe cruzar. Una pareja deber ser un par de zapatos cómodos, pero no unas zapatillas de casa dadas de si.
Si habitualmente pones interés, si te preocupa que nosotras disfrutemos, si preguntas, si tomas nota… si normalmente lo haces bien, es fácil que nos apetezca más. El primer día que en mi restaurante favorito me ponen un plato terrible, vuelvo. El segundo día que algo así sucede, se me quitan las ganas de volver.
6.- A la mayoría de los hombres que conozco les cuesta mucho mostrarse afectuosos en público… Craso error. A nosotras nos entusiasma la idea de gustaros. Queremos gustaros. No hablo de meterle mano a tu chica en medio de la sección de congelados del super (eso lo dejo a gustos del consumidor), pero que, cuando menos te lo esperes, alguien tenga un gesto agradable, físico, de contacto, contigo, puede ser un imparable catalizador.
7.- Las mujeres no somos autómatas. Nos gustan los detalles. No es necesario que te gastes el sueldo del mes en un collar de diamantes (que no estaría mal) o que nos lleves el desayuno a la cama (que tampoco estaría mal).
Hablo más bien de detalles del tipo
“Toma, nena, te traigo un detallito”
“Anda, ¿qué es?”
“Ese par de zapatos que dijiste mil veces que te gustaban”
Nos gusta saber que nos prestáis atención.
8.- Las mujeres no somos princesas. Los detalles están muy bien, pero no queremos depender de nuestras parejas, ni sentirnos tuteladas.
Una cosa es ser delicado, y otra ser un príncipe de Bequelar envuelto en nata montada. Un poco de picardía no está mal. Busca la novedad, no la llames “princesa” “reina” ni cosas parecidas durante el sexo (tampoco te vayas al otro extremo salvo que sepas que a ella le pone).
Este es más o menos el esquema que casi todas seguimos en el caso del sexo con amor (el caso del sexo sin amor no es un buen ejemplo en este momento, porque en esos asuntos el sexo es el motor, y si falla ya no hay más que rascar)
1.- Queremos sentirnos queridas.
2.- Queremos sentirnos deseadas.
3.- Queremos sentirnos únicas.
4.- Queremos sentirnos “malas” (léase “malas” en el sentido más pícaro de las expresión, por favor. Non confundir con “putones”)
9.- ¿Y si la chispa se apaga? Pues dale fuelle al fuego. Busca juguetes, organiza con ella una escapada,… la rutina nos machaca. A los dos. Y la solución puede estar tan cerca como el sex-shop de la esquina de la calle. No hace falta pasarse al BSDM para darle vidilla al asunto. A lo mejor unos condones de sabores, o un anillo vibrador son más que suficiente.
10.- Esta es la regla de oro.
Las mujeres somos como las duchas antiguas. Esas de fuelle, a las que había que darles con una manivela para que saliese el agua.
Necesitamos muchas pequeñas cosas para funcionar correctamente en la cama. Un gran gesto puntual y magnífico puede proporcionarte un gran polvo, pero difícilmente será la puerta a una gran vida sexual.
Damos mucha importancia a las cosas pequeñas, porque son pequeñas gotas que se acumulan y pueden desbordarnos para bien o para mal. Por eso, para lograr que una mujer desee sexo contigo –presuponiendo que le gustas y te quiere, obvius- lo mejor es provocarlo paulatinamente. Como en el caso de aquellas duchas del oeste, una vez que el agua comience a salir, sólo habrá que mantener un ritmo constante para que no deje de hacerlo.
AH!!! Una cosa más.
El órgano sexual más poderoso del mundo, al menos para las mujeres, es el cerebro. Un cerebro predispuesto, es un cuerpo predispuesto.
EDITO: Para contaros que la revista Elle se ha puesto en contacto conmigo y me han mandado su ejemplar de abril. Mañana os cuento todos los detalles.