POR QUÉ YO, DE PEQUEÑA, QUERÍA SER INDIANA

Cuando era niña quería ser Indina Jones.




Quería estudiar historia y dedicarme a la arqueología, para desenredar la madeja que es la historia de la humanidad. Quería saberlo todo.




Quería recorrer el mundo en busca de tesoros maravilloso, y correr mil aventuras.

Quería conocer todas y cada una de las increíbles y alucinantes leyendas que pueblan la historia de la humanidad, y descubrir finalmente que algunas eran algo más que leyenda.

Quería manejar el látigo como nadie




Quería llevar sombrero de exploradora, y empuñar una pistola con ese arte con que sólo el Dr. Jones sabe hacerlo.

Quería correr más que los malos, porque todo el mundo sabe que los malos son mucho más lentos.

Quería repartir justicia armada sólo con mi gran sentido del humor y mi fina ironía, y con esa media sonrisa que derrite a todo el mundo.

Quería salir viva de las situaciones más inverosímiles, y ganar siempre. Porque todo el mundo sabe que los buenos siempre ganan. Y yo, claro, quería ser “de los buenos”.

Quería tener una vida llena de incertidumbres, aventuras, pasión…




…Y luego crecí.

Y me di cuenta de que estudiar historia y dedicarme a la arqueología podía ser muy bonito… pero que lo mismo me podía morir de hambre (aunque luego decidí ser periodista que para el caso, ya ves…)

Descubrí que la mayoría de las leyendas son cuentos chicos (o mayas, o aztecas, o de donde toque) y que los grandes tesoros arqueológicos ya se ha encargado el British Museum de esquilmarlos a gusto.

Asumí que no soy ni de lejos una atleta, y que es muy posible que los malos, aunque fuesen lentos –cosa que no siempre es verdad- terminasen por capturarme. O que terminase por saltarle un ojo a alguien de tanto latigazo sin ton ni son.

Comprendí con tristeza que posicionarte en el bando de los buenos no te garantiza ni de lejos el triunfo… y lo que es aún peor, no siempre es fácil distinguir qué bando es el de los bueno.

Así que decidí madurar.

Me marché a estudiar a Madrid, terminé una carrera horrible e inútil que me permitió ejercer una profesión maravillosa pero igualmente inútil a la hora de pagar los recibos. Regresé a mi tierra, encontré un trabajo más o menos decente, me independicé, hice la compra en el super con regularidad, me compré un coche, abrí un blog… Me forjé una vida agradable, bonita y que, la verdad, para qué mentir, me gusta.

Y un buen día, mi chico y yo salimos una noche y compramos dos entradas de cine. Nos sentamos en la fila 9, junto a otra pareja que parecía muy agradable. Compramos un paquete de palomitas gigantes y un refresco XXL de naranja, y, cuando las luces se apagraron…




…cuando las luces se apagaron redescubrí mi yo más infantil, más pueril… más feliz. Redescubrí por qué Indi y yo siempre seremos uno. Redescubrí por qué siempre he querido llevar sombrero de aventurera -¿pero existe algo que imprima mayor halo de misterio y sex appeal?-. Redescubrí mi lado más lúdico y me descubrí a mi misma disfrutando de una super producción de Hollywood de esas que hacen temblar las paredes con el dolby surround.




Y no voy a contaros nada de la película, porque a los que Indiana Jones les erice la coronilla querrán ir a verla, y a los demás les importa un bledo, seguro.

Sólo voy a decir que anoche P. y yo volvimos a casa cantando a gritos el famoso “ta-ta-ra-tá, ta-ta-rá,-ta-ta-ra-tá,-ta-ta-rá-tá-tá”, y agitando los brazos como si restallásemos el látigo como nadie lo ha hecho antes.

Y yo volví a creer que las leyendas siempre tienen algo de cierto, y que hay mil tesoros esperando a ser descubiertos y que, definitivamente, yo correría más que los malos.

Ayer me metí en la cama sonriendo, convencida de que, aunque se hayan empeñado en hacernos creer lo contrario, al final siempre ganan los buenos.

LAS ENORMES PERO IMPERCEPTIBLES DIFERENCIAS ENTRE "ÉL", "ELLA" Y "NOSOTROS"

Cuando estudiaba, mis profesores, que supuestamente eran muy sabios y muy listos, me dijeron que, si quieres saber lo que significa de verdad un concepto, tienes que consultar el diccionario de la Real Academia Española. Lo que la RAE diga, es ley.

Y la RAE dice que…

Machismo:
1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
Feminismo:
(Del lat. femĭna, mujer, hembra, e -ismo).
1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.
2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

Y yo, que soy una defensora a ultranza de la igualdad –que no del ser idénticos, ojo-, considero que esta diferencia de acepciones es el primer síntoma de que, señor@s, nuestro mundo sigue siendo endémicamente “machista”.

Porque si, teniendo igual origen, machismo es la predominancia del macho, el feminismo debería ser predominancia de la hembra. Por eso a mi no me gusta decir que soy feminista.

Es verdad. Somos diferentes. Generalizando –porque de estas cosas sólo se puede hablar generalizando. Hablar de casos concretos es desmenuzar demasiado el problema-, los hombres suelen vivir menos años que las mujeres, tienen mayor tendencia a la calvicie y a las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, aunque ellas –nosotras- tenemos mayor propensión a las depresiones, por ejemplo. También es cierto que, por norma general, la complexión física masculina es más fuerte y robusta, y la femenina algo más ágil y elástica. Obviando las evidentes diferencias físicas, claro.

Fuera de esto, no hay diferencias reales. Eso de que las mujeres somos más sensibles y los hombres más decididos es un rol. Un concepto aprendido e interiorizado desde hace tanto tiempo, que ya ha pasado a ser parte de nosotros mismos. Y eso nos incluye a nosotras.


Actualmente, y por fortuna, muchos de esos roles “supuestamente” femeninos o masculinos se han roto. Y no sin sufrimiento, que conste. A nadie le parece ya raro ver a un hombre cocinar o a una mujer colocar una estantería, por ejemplo.

Sin embargo, seguimos viviendo en un mundo “machista”, que separa los sexos como posiciones irreconciliables.


No voy a hablar del hecho de que las mujeres cobremos menos por el mismo trabajo –cosa que sucede- o de que se nos contrate menos para un puesto directivo en igualdad o incluso superioridad curricular.

Hablo de ese machismo atávico, endémico, que todos, y digo todos incluyéndome, llevamos dentro.

Ese machismo que nos impulsa a creer que, cuando una mujer y un hombre sentados juntos piden un refresco y un gin tonic, el gin tonic es para él.

Ese machismo que obliga al camarer@ a darle la vuelta, o el recibo de la Visa a él, cuando es ella la que ha pagado.

Ese machismo que nos hace pensar que cuando un hombre suelta un piropo a una mujer entre su grupo de amigos –un piropo agradable, algo no ofensivo- es un caballero y un ligón, y que cuando eso mismo lo hace una mujer está más salida que el pico de una plancha.

Ese machismo que impulsa a mi abuela a creer que soy una mujer completamente desnaturalizada, porque no recojo el plato de mi padre, ni el de mi hermano, ni el de mi novio, cuando comemos todos juntos.


Ese machismo que nos incita a mirar de forma curiosa a la mujer que bebe una caña o un café sola en la barra de un bar, pensando que seguramente espera a alguien, y que sin embargo nos hace considerar normal esa misma circunstancia en un hombre.

Ese machismo me preocupa. Me preocupa mucho, porque me parece mucho más complicado de atajar que aquel que es evidente y no “circunstancial”, como la desigualdad laboral o salarial.


Yo vengo de una familia muy atípica para la época. A mediados de los ochenta, mi madre tenía un cargo directivo muy importante, un sueldo que duplicaba el de mi padre y mucha mano para las chapuzas caseras. Mi padre siempre hizo la cena, y las camas los domingos. A mi no me parecía raro, pero la vida me ha enseñado que, desgraciadamente, sí lo es.

Una vez, hace muchos años, un taxista me llamó puta (literalmente) después de que, ante su pregunta de “¿Qué hace usted tan sola por las calles?”, le confesase que había bajando a dar una vuelta y a tomarme una caña mientras leía el periódico. Me bajé del taxi y ni si quiera le pagué.

Años después, un compañero de trabajo –al que luego llegué a llamar amigo, todo sea dicho- me dijo que tenía claro que algo raro debía pasarme porque no era normal que con mi edad -23 años entonces-, mi carácter y mi físico no tuviese pareja. Le pareció muy raro que yo le dijese que esa misma máxima era reversible, y aplicable a él mismo, quien tampoco tenía pareja en ese momento.


Quizás precisamente por esa sensibilidad especial que tengo hacia el tema –me muevo en un mundo lleno de hombres en el que pocas veces me he sentido discriminada… pero alguna sí-, leí con especial atención el artículo de Elvira Lindo firma en el Elle de junio.

Ella, una mujer a la que admiro porque ha sabido ser madre, amante y profesional, sin ser ninguna de todas esas cosas en exclusiva; una mujer a la que envidio por haber sabido reconocer que, en un momento dado, su pareja –la que forman dos personas, no “la otra persona”-le importaba más que el “qué dirán”, y por eso se mudó a más de 10.000 km, porque le dio la gana; esa mujer, que escribe un artículo magnífico contra el machismo, defiende las “cuotas de paridad”.

Y yo, lo reconozco, tengo una inmensa y terrible duda existencial al respecto de esa ley que obliga a que las mujeres estén representadas en igualdad numérica –que no condicional- en las empresas y los gobiernos.

No me gusta esa ley, porque me hace creer que tendremos inútiles de ambos sexos gobernando, mandando, dirigiendo.

No me gusta esa ley, porque la discriminación no se cura con discriminación, aunque la llamemos “positiva”. No es una mancha de mora.

No me gusta esa ley, porque del mismo modo que no me gustaría que me dijesen “Mire, no la contratamos porque tiene usted la regla una vez al mes”, tampoco me gustaría escuchar “Sra. N., está usted contratada porque tiene tetas”.

Pero después de leer el artículo de Elvira Lindo la duda me corroe… ¿es esa ley de paridad un mal menor? ¿Una discriminación necesaria para alcanzar una igualdad real?

Me gustaría creer que no. Que la verdadera forma de atajar el machismo endémico es recurrir a la ley. Crujir con enormes y suculentas multas y condenas a los empresarios que discriminen a la mujer. Crear más guarderías y colegios gratuitos que ayuden a la conciliación familiar, y enseñar a los hombres –a algunos hombres- que los hijos son también de ellos. Enseñarnos a nosotras mismas a valorar nuestra opinión personal por encima de convenciones sociales: no se es más o menos “moderna” y liberada por trabajar fuera de casa, o por no hacerlo. Eso debe ser una opción personal. En ambos sexos.

Pero lo que de verdad me preocupa es… ¿ese machismo atávico, el que nos impulsa a poner el gin tonic frente al hombre y el té verde frente a la mujer, puede curarse con leyes?

De hecho… ¿puede curarse?



Edito: para aclarar que no considero que esas actitudes machistas de las que hablo sean conscientemente machistas. Creo que se trata de costumbres aprendidas y precisamente por eso me molestan mucho, porque no nos damos cuenta de por qué lo hacemos/decimos/pensamos.

COME BACK, BABY

Hemos vuelto!!!

Bueno, para ser sinceros llegamos el pasado domingo por la tarde, pero hasta ahora de lo único que he tenido tiempo es de trabajar como una loca. Aunque eso es otra historia.

La historia de verdad, la bonita, comienza así…

Miércoles 21 de mayo, 17.15 horas


P. regresa a casa. Las maletas ya están preparadas y el neceser cerrado. Sólo queda recoger las chaquetas y cerrar la casa. Salimos de camino. Hay que pasar primero por la oficina de F. de dejarle un trabajo que P. tenía pendiente.


Miércoles 21 de mayo, 17.45 horas

En plena Plaza de Pontevedra P. se da cuenta de que no encuentra el móvil. Le llamo desde el mío y no suena. Damos media vuelta considerando que la posibilidad más factible es que se le haya quedado sobre el escritorio del estudio antes de salir.


Miércoles 21 de mayo, 17.55 horas

Pues va a ser que no. P. baja de caso mosqueado porque el móvil no aparece por ningún lado. Concluimos que es más que probable que se lo haya dejado en la oficina, así que determinamos pasar por allí (en Cambre, un ayuntamiento a unos 15 km de Coruña) antes de emprender la marcha, pero después de haberle entregado el trabajo a F.


Miércoles 21 de mayo, 18.10 horas

Paramos cerca de la oficina de F. para entregarle el trabajo.


Miércoles 21 de mayo, 18.20 horas

Paramos frente a la oficina de P. para recoger su teléfono, que, efectivamente, descansaba feliz sobre la mesa de edición. A estas alturas, y teniendo en cuenta que, según nuestros cálculos ya deberíamos estar casi llegando a Allariz, decidimos parar cinco minutos más para que yo pueda ir a la farmacia y comprar spray nasal, porque la alergia está empezando a atacarme, y un fin de semana romántico durmiendo junto a una mujer que ronca como un hipopótamo no es precisamente la estampa que nos habíamos imaginado.


Miércoles 21 de mayo, 18.35 horas

Emprendemos definitivamente camino, pero antes debemos parar en una gasolinera para llenar el depósito y evitarnos disgustos en el trayecto.


Miércoles 21 de mayo, 18.55 horas

Lo que pasa es que nadie nos ha avisado de que eso de evitarnos disgustos en el trayecto no implica no tenerlos en las paradas. Mientras espero que P. llene el depósito noto como el coche se zarandea enérgicamente. Un vistazo por el retrovisor me descubre a P. peleándose cuerpo a cuerpo con la tapa del depósito. Se niega a abrirse, la muy cabrona.


Miércoles 21 de mayo, 19.05 horas

Salgo del coche dispuesta ayudar a P. A veces uno se obceca con las cosas y no se da cuenta de que está realizando siempre el mismo movimiento. Otro punto de vista puede ayudar. Y efectivamente ayuda. La tapa se abre y cargamos el depósito.


Miércoles 21 de mayo, 19.10 horas

Mientras P. se dirige a pagar, yo trato de cerrar el depósito, pero es evidente que no le caigo bien a este bicho asqueroso porque no hay forma de hacer encajar la tapa. P. sale de la gasolinera y lo intenta él también, pero con el mismo resultado. Definitivamente no se cierra. Decidimos apartar el coche de la zona de repostaje e intentarlo unos metros más adelante. La cosa empieza a pintar muy mal.

Miércoles 21 de mayo, 19.20 horas

Es demasiado tarde para volver a Coruña en busca de un taller, porque para cuando lleguemos estarán cerrados, pero es evidente que no podemos viajar más de dos horas con el depósito abierto. La población más cercana es Santiago. Empezamos a plantearnos que, lo mismo, está gafado este viaje.


Miércoles 21 de mayo, 19.30 horas

El depósito se ha cerrado!!! Aleluya!!!!


Miércoles 21 de mayo, 21.40 horas

Entramos por la puerta del Hotel AC Selection Villa de Allariz





Y partir de aquí ya sí que sí, todo fue maravilloso.

Durante dos días nos dedicamos a descansar, comer bien, pasear y mimarnos. El Spa es una delicia; los masajes, un sueño: Allariz, sencillamente encantador…


El viernes nos desplazamos hasta La Guardia, comimos con la familia de P. y salimos de copas con sus amigos (finalmente no pudimos pasar por el concierto de Combo Dinamo). El sábado pasamos el día en el festival de cine de Cans (Porriño), rodeados de caras conocidas (algunos conocidos nuestros, otros, conocidos de todo el mundo), y disfrutando de una muy buena selección de cortos. Y el domingo regresamos a Coruña.

Acabábamos de llegar cuando recibimos la llamada de S. S., P. y yo solemos quedar los domingos para tomar unas cañas y charlar. Como no era demasiado tarde, y la nevera estaba en números rojos, decidimos salir a tomar algo.

S. vive fuera de Coruña, así que baja con el coche. Por eso, normalmente, en lugar de un par de cañas suele pedir un par de claras de limón. Y, como cada domingo, eso hizo…

… Y, como cada domingo, los camarer@s de la mayoría de los bares, cuando ven dos hombres y una mujer en la misma mesa, atribuyen el pedido sin alcohol (o bajo en contenido alcohólico) a la dama.
Es algo que me repatea bastante el hígado, cuando cada uno ha pedido lo suyo. E incluso si uno sólo ha hecho el pedido de todos. Es, desde mi punto de vista, una especie de machismo arraigado, atávico y subconsciente que me molesta. Sé que nunca es un gesto malintencionado, pero me molesta precisamente por lo inconsciente del mismo. De la misma forma que me molesta eso de que “las niñas juegan con muñecas, y los niños con balones”.


Ayer, tratando de recuperar mi vida normal, pasé por Correos a recoger el ejemplar del Elle de junio. No os perdáis el artículo que mi adorada Elvira Lindo firma, en el que desgrana los pormenores de ese machismo encubierto en el que aún vivimos. Os garantizo que vamos a hablar, y mucho, sobre ese artículo (con el que no estoy de acuerdo al 100%, adelanto)




Próximo Post: ¿Discriminación positiva = mal menor?

LA MALETA, EL PUENTE, Y EL DESTINO

¡¡¡¡Me voy de puente!!!!


Bueno, de puente inexistente, pero de puente. Mañana jueves es festivo para la administración pública –Santa Rita, lo que se da no se quita… y a los funcionarios les dio festivo el día 22 de mayo-.

Y aunque yo no soy funcionaria trabajo para ellos. Y claro, venir al Gabinete el día que no viene ni el de seguridad es un poco ridículo. Así que aprovechando que el 22 es jueves, he pedido libre el viernes 23. Luego me he sacado de encima un par de trabajillos pendientes en mis “otros” empleos, y he convencido a P. para que pida esos dos días libres. P. a su vez a convencido a su jefe de que el mundo no se parará ni aunque él no vaya al trabajo esos dos días…

…y finalmente hemos logrado tener cuatro días enteritos para nosotros solitos.

Así que, con nuestros cuatro relucientes días por delante y nuestro presupuesto más bien reducido, empezamos a plantearnos cual sería la mejor manera de disfrutar de unos días de relax y romanticismo, sin renunciar a nuestro espíritu hiperactivo y fiestero…

… Y ESTO ES LO QUE VAMOS A HACER AL FINAL:

Esta misma tarde nos marchamos a Allariz, a disfrutar de dos noches y dos días de relax y tranquilidad… más o menos. Nos alojamos en el Hotel AC Allariz Selection, un cuatro estrellas superior con balneario incluido, donde hemos conseguido dos noches de hotel, desayunos, una cena romántica y un tratamiento de relax y belleza para lo dos por un precio excepcional.


Lo de que el relax será relativo lo digo porque nuestra escapada coincide –involuntariamente, aclaro- con la Festa do Boi, la fiesta patronal de Allariz. Así que, conociéndonos, es más que probable que terminemos paseando por las calles llenas de gente y bebiendo y comiendo en las tascas locales… si es que, como dice mi amiga B.N., estamos predestinados a la fiesta.


Aprovecharé que estamos en Allariz para visitar la famosa “calle de los outlet”. Al parecer –yo aún no he comprobado en persona el asunto-, algunas de las mejores marcas han abierto outlets en Allariz. Desde Máximo Dutty a Purificación García, tengo entendido. Ya os contaré.

El viernes por la tarde abandonaremos allariz para recalar en Vigo. Unos amigos nuestros, Combo Dinamo, tocan esa noche en La Iguana, así que estaremos en primera fila para disfrutar de su directo y de paso disfrutar un poco de la noche viguesa.

El sábado pasaremos la mañana en La Guardia, y por la tarde nos acercaremos al Festival de Cans, un festival de cine alternativo que se celebra en una parroquia de Porriño y que tiene mucha fama entre el mundillo de la “sub-cultura” gallega.

Y el domingo, después de descansar en La Guardia, regresaremos a Coruña, seguramente con el Spa olvidado pero con la pilas cargadas.


Con semejante panorama por delante, y teniendo en cuenta que el Instituto Meteorológico dice que va a llover y ha hacer sol a partes iguales, os podéis imaginar que hacer la maleta me está resultando de lo más estresante. Necesito llevar casi de todo, pero no quiero llevar el baúl de la Piquer, así que al final,


ESTO ES LO QUE LLEVARÉ EN LA MALETA:


MIÉRCOLES: Salgo directamente de la oficina, así que hoy he venido con algo cómodo pero apropiado. Pantalones cargo en color crudo de Springfield, camiseta negra con escote V y manga japonesas de Colcci, y zapatos de charol negro, peep toe, con pulsera y suela de madera. Como adorno, un maxi-collar en color oro viejo, mi reloj y un anillo.

Este atuendo me permite estar presentable en la oficina y al mismo tiempo estar cómoda en el viaje. Si le añadimos un par de brazaletes ya tenemos el conjunto para la cena.


JUEVES: Pasaremos la mañana en el Spa, así que el bañador y unas chanclas son suficientes. El mío es de Woman Secrets, en color chocolate, con escote hatler y ribetes en color coral oscuro, con flores verdes y amarillas. La espalda es muy baja. Las chanclas son de Oysho, con la tira dorada y la suela en marrón chocolate.

Por la noche saldremos a cenar y a tomar algo por el pueblo. Para eso he escogido unos jeans de pierna recta en azul oscuro, de Only, que combinaré con los zapatos del miércoles, una camiseta de algodón gris marengo de Vero Moda con el escote redondo y bajo, fruncido, y tirante ancho, y un maxi-collar multicolor que compré en Tánger. Me cubriré con una rebeca en color morado de Mango.


VIERNES: Por la mañana estaremos de compras por Allariz, la tarde la pasaremos en el coche de camino a Vigo, y la noche en el concierto, así que necesito algo versátil, que valga para todo.




Optaré por unos jeans skinny de Mango, una camiseta de Colcci en azul eléctrico, con la manga abullonada y la espalda descubierta, cuñas de Stradivarius en color crema con estampado de flores (parecen horrible dicho así, pero quedan preciosas), maxi-collar de Tánger y brazalete en bronce.



SÁBADO: Será un día agotador, en el que pasaré más fresco, porque estaremos casi toda la jornada al aire libre, en Cans, así que optaré por unos jeans de pierna estrecha con las mismas cuñas de Stradivarius, y un blusón de algodón de manga francesa y corte imperio en color morado, con escote cuadrado, de C. Serrano. El mejor adorno: pulseras estrechas en color bronce en el brazo (las del miércoles).


Como el plan del sábado aún es una incógnita, y no sé si terminaremos por salir de copas en La Guardia, llevaré en mi maleta un top palabra de honor en verde oliva con dibujos en color crema, de B.Young. Si al final la noche termina siendo más urbanita me la pondré con los peep toe de suela de madera, y la misma colección de pulseritas en el brazo.



DOMINGO: El viaje de vuelta siempre es más cansado, y la comida familiar no requiere tanta parafernalia, así que optaré por las cuñas de Stradivarius, un top abollonado en el bajo, en color crema, de Only, acompañado de un cardigan gris, y las pulseritas en color oro viejo.


POR SI HACE FRÍO
: llevaré la cazadora vaquera y la de cuero en negro. No abultan y son prácticas.

BOLSOS: Dos: Uno, enorme, en color mostaza. Versátil y práctico. El otro, de estilo Chanel con cadena y tamaño medio, en negro, para las noches más elegantes.

COSMÉTICOS: No me separo de mi champú y mi acondicionador de Kerastese. Llevaré la desmaquilladora de Vichy, el tónico de Clinique, mis hidratantes (las de cara y la de cuerpo), lápiz de ojos, rimel, colorete, y el embellecedor de labios de Clarins. Ligera pero completa.


¿QUÉ OS PARECE MI MALETA?

¿LA VEIS MUY CARGADA, O AL CONTRARIO, POCO COMPLETA?





EN FIN, DARLINGS... HASTA EL LUNES!!!!

MAQUILLATE, MAQUILLATE (nananana)

Yo, más que constante, soy lo que en Galicia se llama “teimuda", que viene a ser algo así como una cabezota incorregible, incapaz de dar su brazo a torcer, y dispuesta a lo que sea con tal de no reconocer que ha perdido.

Pero inconstante soy un rato. No siempre termino no que empiezo, y por eso me ha llenado de ilusión el premio que Vogue me entrega, a la constancia bloggeril.




En honor al premio, y continuando con el meme de la semana pasada, he decidido terminar mi listado de cosméticos con una de las pocas costumbres en las que soy más que constante desde hace años: el maquillaje.

El día que el rimel llegó a mi vida, mi existencia cambió. Es que no sabeis lo mucho que puede cambiar un rostro con algo de rimel, un colorete bien aplicado y un poco de brillo de labios.

Mi madre me regaló mis primeros utensilios de maquillaje: base para pieles grasas, dos sombras rosadas, rimel y colorete, todo de Margaret Astor, hace tantos años que ya casi ni me acuerdo.

Desde ese momento he pasado por todo tipo de etapas: La etapa en la que te pintas como una puerta: la etapa en la que sólo te pones un poco de rimel, en plan natural; la etapa de los labios en granate oscuro, que madre mía de mi vida; la etapa de los polvos bronceadores, que otro tanto de los mismo…

En fin, casi de todo, hasta llegar a mi etapa actual, en la que a base de pruebas, paciencia e inversiones he conseguido hacerme con un arsenal de cosméticos interesante y francamente favorecedor, sin el que no puedo vivir. Literalmente, digo.


BASE DE MAQUILLAJE: Normalmente no uso, porque con la hidratante con color cubro esa parte, y además mi piel con tendencia grasa lo agradece. Pero cuando la ocasión lo requiere, y quiero darlo algo más de luz a la cara, recurro a la iluminadora de Shiseido, Smooth Veil. Es blanca, pero no deja color. Sólo ilumina el rostro, cubre las imperfecciones y unifica el tono. Me encanta.


CORRECTOR: Desde hace años soy fiel al Touch Eclact de Yves Saint Laurent. Normalmente utilizo el número 2, aunque en etapas más pálidas recurro al 1, para dar un efecto más luminoso. Lo aplico en el párpado inferior, en el lagrimal, en el párpado superior, en las aletas de la nariz y en el mentón, pero sólo un poquito, y extiendo a toquecitos. Así de fácil.



POLVOS: Utilizo los compactos de Chanel, porque duran siglos, huelen fenomenal, iluminan el rostro y son facilísimos de aplicar.



COLORETE: Aún no he encontrado el perfecto, pero de momento me conformo con el de Shiseido en color tostado-rosado. Queda muy natural y permite el exceso. Quiero decir que es muy difícil que quede mal puesto, aunque tengas muy poca mano maquillando.


SOMBRAS DE OJOS: Me encantan las de Givenchy, y son las que más uso. La gris oscuro para la noche, la dorada para ocasiones especiales, y la rosada para el día a día. Tengo además una verde de Lancome muy versátil, porque se vuelve más oscura si la humedeces, y una blanca de Clarins que vale para iluminar





LÁPIZ DE OJOS: Uso uno de Dior con difuminador en la punta que dura siglos y permite hacer una raya muy definida, o bien una muy difuminada.

RIMEL: Descubrí hace unos meses la Inimitable Waterproof de Chanel y no salgo de casa sin ella. Ni a por el pan.





POLVOS DE SOL: Los que uso son de Lancome, Star Bonze, vienen con brocha aplicadora y dan un efecto muy natural. Los uso sólo en las mejillas, la nariz y el escote y el efecto es perfecto.



LÁPIZ DE LABIOS: Tengo una de Estee Lauder transparente que deja un efecto labios mojados muy sexy. Para ocasiones especiales, Rouge Allur de Chanel en rojo intenso, y para el retoque diario, Embellecedor de labios de Clarins. Por cierto, busco desesperadamente una barra en tono coral sencilla y brillante. Se admiten sugerencias.













LACA DE UÑAS: Para el día a día, utilizo el White Petal de Estee Lauder. Para ocasiones más divertidas, el Rojo Tango, de la misma marca, o el Rojo Jungla, que es más vibrante. Y por encima una capa de brillo de secado rápido. Y a correr!!!







PERFUME: Soy infiel por naturaleza a los olores, porque cuando mi olfato se acostumbra a ellos dejan de parecerme especiales... por eso siempre tengo en casa dos o tres perfumes que alterno según la ocasión o mis apetencias.





Para el día a día ahora mismo utilizo Quizas Quizas Quizas, de Loewe, elección de mi hermano menor, que me encanta. Para una cena romántica, recurro a Insolence, de Guerlain, y para una noche loca, Gucci Ruhs, regalo de mi cuñada.







En fin, que como veis, seré constante, pero soy infiel...

Ah!! Se me olvidaba. Mis premios a la constancia son para Bacci, Miss B y Jose-airam, por motivos evidentes. Las dos primeras están así desde antes de los tiempos bloggeriles (jajajaja). Chema ha sobrevivido a aperturas y cierres de blogs, y cada día tiene más chispa.

...Y el miércoles: la maleta perfecta para un fin de semana romántico pero muy activo.