EL MANIFIESTO ELLE

Respeta mi imagen, júzgame por mi trabajo.






(Quedaos con esta imagen, porque hablaremos de ella más adelante)

Como slogan es, como mínimo, interesante. Es el leit motiv de la campaña con la que Elle nos sorprende este mes de marzo, y la verdad es que la idea me parece reveladora, al mismo tiempo que discutible.

Las mujeres con altos cargos públicos –alcaldesas, ministras, presidentas, portavoces, directivas de altas empresas…- están sometidas a una presión mediática superior a la de sus colegas masculinos. A nadie sorprende esta afirmación. Se nos juzga, además de por nuestra labor profesional, por nuestro peinado, nuestro peso, nuestro gusto –o ausencia del mismo- al vestir o incluso por nuestras relaciones personales. La campaña pretende gritar, alto y claro, que la diferencia y el estilo –insisto, o ausencia del mismo- personal de cada una de nosotras no debería influir en el modo en que los demás perciben nuestros logros y valores profesionales.

Pero yo me pregunto, ¿es eso posible? Es más, démosle una vuelta de tuerca… ¿es eso lógico, o incluso justo?

No somos un alma sin cuerpo. Somos, al revés, un cuerpo con alma. Evidentemente nuestra cabeza y nuestro corazón –y no me refiero a las vísceras, hablo en sentido metafórico- deben primar sobre nuestra imagen física. Pero la cruda realidad, nos guste o no, es que lo primero que ofrecemos a los demás de nosotros mismos es, precisamente, nuestra imagen, hablando en un sentido global: porte, actitud, olor, …

La imagen nos define, forma parte de nuestra actitud ante la vida, y del mismo modo que no nos vestimos, peinamos o maquillamos igual en un día nublado que en uno de veraniego sol, tampoco las personas diferentes se visten o arreglan del mismo modo. Una mujer seria, clásica o reservada, no irá a trabajar de minifalda. Una mujer atrevida, fashionista o arriesgada, no llevará traje sastre a la oficina.

Cómo nos vestimos, cómo nos peinamos, qué perfume usamos… todo ello son marcas de identidad que nos definen ante los demás y que identifican nuestro carácter, e incluso nuestra posición laboral o social.

El pasado martes hice limpieza brutal en el armario. Desterré al olvido –o mejor dicho, a un lugar donde sí sabrán aprovecharlas- miles de prendas que no me definen, o que sencillamente ya no me cabían. Mi amiga Rocío y su marido Jose se pasaron por casa esa tarde. Era festivo en Coruña, y encima yo estaba de limpieza de armario, así que mi outfit consistía en unos jeans rectos, una camiseta con print rockero en color crudo, un cardigan negro y las converse. Rocío aseguró entonces “estás mucho mejor cuando vistes así, informal, que cuando te arreglas”. No era la primera vez que escuchaba eso. Mi amigo A. lleva años repitiéndomelo, y A. no es de lo que dicen cosas porque sí.

Y tienen razón. Yo también me encuentro mejor, más en mi piel, con ese outft que con los vestidos y pantalones sastre que suelo llevar a la oficina. ¿Por qué me los pongo entonces?

Pues por definirme. Soy mujer. Menor de 30 (por poco tiempo ya, jajajaja). Mi actitud es jovial, soy dicharachera y extrovertida. Y aunque pueda parecer irrisorio, he descubierto que eso supone un handicap muy difícil de salvar en mi trabajo, donde el 90% de mis colegas son hombres que rondan los 40 y que se definen como serios.

Al principio mi imagen exterior no cambió. Me reunía con mis colegas y atendía las ruedas de prensa y las comisiones con mis jeans y mis camisetas… pero eso me obligaba a justificar muchas veces mi presencia en tal o cual plano de la sala, o incluso mis indicaciones a tal o cual persona. Hasta que un día decidí probar. No me puse un traje sastre, porque eso sería disfrazarme, pero decidí sustituir mis bailarinas por pumps de tacón ancho, mis jeans por unos cargo en negro, y mi camiseta por una blusa… y se obró el milagro. Automáticamente mis colegas y mis compañeros reconocían mi puesto al entrar en la sala. Seguía siendo mujer, joven, y extrovertida. Pero ya nadie me preguntaba quién era yo para decirle a aquel o a aquella que debía ponerse de tal o cual forma.

Somos imagen, del mismo modo que somos carácter o talento. Somos un compendio de todo ello. Y si no, echad un vistazo al reportaje que Elle presenta con las declaraciones y las fotos de algunas de las mujeres más importantes en el panorama político nacional. Ninguna sale fea. Ninguna sale desarreglada o mal peinada. De hecho, algunas salen irreconocibles!!!! Señal de que no han dejado si imagen al azar.

De todas las fotos, de todas las caras, de todos los cuerpos, destaco dos: una Cayetana Guillén Cuervo (hijamiademividaquemalmecaeslosientomucho) a lo Bridgitte Bardot que quita el hipo la jodía, y una inclasificable… Soraya Saez de Santamaría!!! (Foto superior) Que le ha cogido el gustillo a esto de posar, y, tras su paso por la inexplicablemente polémica portada de El Mundo, sonríe al objetivo de Elle ataviada con unos jeans y con la melena rizada y algo más corta.

No soy amiga de consejos, y mucho menos soy amiga de Soraya, pero darling, si lees esto: no vuelvas a salir de casa si ese peinado. Te quita los 10 años que te pones encima con esa melena lamida y ese maquillaje infame que luces habitualmente. Y por ser el primero, mira, no te lo cobro.

EL CASO MÁS EXTRAÑO JAMÁS CONTADO

Vivimos en un mundo extraño, y a mi, qué queréis, cada día se me hace más extraño.




Parte de mi trabajo –una de las partes más importantes- consiste en desmenuzar y escrutar la prensa cada mañana. A nadie sorprendo si digo que, desde hace casi un mes, las páginas políticas han pasado a ser la mejor de las novelas jamás escritas.

Pero desde hace unos días, desgraciadamente, son las páginas de sucesos las que atesoran mi atención. Y digo desgraciadamente porque no es lo mismo descojonarte de la risa imaginando ministros cazando corzos de incógnito, o espías con gabardinas de marca, mientras te tomas un café con leche, que atragantar el bollo del desayuno amaneciendo con jovencitas asesinadas y tiradas al río, o con asesinos confesos que resultan haber actuado en defensa propia.

Que sí, que la política es algo muy serio. Soy de esas que defienden que el derecho al voto es también un deber ciudadano, aunque votes en blanco, o emitas un voto nulo, y que considera la abstención en las urnas un ejercicio de irresponsabilidad social. Soy de las que exige políticos honrados y control férreo sobre las instituciones… pero no me negareis, que, tal y como anda el patio, los ministros disfrazados de cazadores, los jueces que se creen Batman, las presidentas inmortales con calcetines de crochet y los aforados con trajes de 30.000€ son, sobre todo, ante todo y por encima de todo personajes caricaturescos que bien merecen una sonrisa. Que el mundo giraba antes de ellos, hombre… y seguirá girando después, os lo aseguro.

Lo que ya no puedo asegurar es que mi vida y mi fe en la humanidad vayan a ser las mismas después de conocer el fallo de un jurado popular, que declara inocente, así, con todas las letras, a un mostrenco de 1.85 y cuarenta y tantos tacos que mató con 57 puñaladas a dos hombres, y luego incendió el lugar del crimen –a la sazón, hogar de los fallecidos- para destruir las pruebas.

Lo alucinante del caso, lo verdaderamente histriónico, es que el energúmeno en cuestión se declaró… CULPABLE!!! Increíble pero cierto. El tío no sólo reconoció los hechos, sino que relató al jurado popular (o sea, a gente como tú y yo… bueno, la menos a priori) una noche de juerga ininterrumpida con los fallecidos, a quienes conoció en un bar. Estuvieron de copas toda la noche, se pusieron hasta arriba de coca y cubatas de ron con coca-cola, bailaron por las calles y, llegada la madrugada, decidieron continuar la juerga en casa de los fallecidos.

Al parecer, los fallecidos eran pareja. O sea, eran homosexuales –o bisexuales, que para el caso tanto me da-, y propusieron al acusado mantener relaciones. Él se negó. Hizo bien si no le apetecía, no tengo nada que alegar. Lo que ya no me cuadra tanto es el resto del relato. Según el acusado, trataron de forzarle y él se defendió, con tan mala suerte que terminó por cargárselos. A ambos. De 57 puñaladas. Que uno oye esto y se acuerda invariablemente de aquel chiste del tío que mató a su vecino y cuando el juez le pide que relate los hechos cuenta que fue un accidente “yo estaba limpiándome las uñas en el portal con el cuchillo jamonero y llegó Zutano, tropezó y calló sobre el cuchillo… y así 50 veces, señoría”…

…solo que esta vez no es un chiste. Es verdad. Esa fue su defensa. Y coló. Le declararon inocente. Y eso que luego quemó la casa para borrar huellas… que digo yo que si tu matas a alguien en defensa propia, lo primero que haces es acudir hecha un manojo de nervios a la policía. Llorando como una Magdalena penitente… pero este hombre no, este hombre quemó la casa con los cuerpos dentro, robó todo lo de valor que encontró –para “simular” un robo… que de simulado nada. Se lo llevó de verdad, vamos-, se fue a su casa y durmió como un bendito. Y le han declarado inocente.

Llevo varios días dándole vueltas al tema. Me preocupa.

Me preocupa que, si algún día tengo la mala suerte de toparme con alguien así, no se haga justicia. Me preocupa que, si algún amigo mío topa con alguien así, no pueda ver entre rejas a su asesino. Pero sobre todo me preocupa que no tengo nada claro qué habría pasado en caso de que la asesina fuese una mujer, que hubiese asesinado a dos presuntos agresores.

Inocente es una palabra muy seria. Quizás deberíamos replantear su significado.

Edito: para agradecer a Noa su premio, y nominaros a todos los presentes. Gracias, de verdad.

SOY UNA TRENDSETTER... y si no te lo crees, peor para ti

Ha salido el sol.



Lo digo en sentido literal, que conste.

Después de muchos días de intensas, aburridísimas y poco creativas lluvias, ha salido el sol… y a mi me han entrado ganas de renovar el armario. Me pasa siempre con la llegada de la primavera, una estación que adelanto sistemáticamente un mes, para hacerla coincidir con los días postreros de febrero, y entrar así en el mes de marzo, el de mi cumpleaños, vestida como la diosa que soy.

Total, que este fin de semana, después de sacar de nuevo todas y cada una de las prendas que atesoro y recolocarlas en las perchas una y otra vez –esta sí, esta no… que parecía yo un Chimo Bayo en versión fashion-, decidí que necesitaba orientación.

Abro inciso: El tema de las perchas me trae por el camino de la amargura. Si de mi dependiese, lo tendría todo, y cuando digo todo quiero decir TODO colgado en perchas. Odio profundamente los estantes y cajones, salvo cuando se trata de los de la lencería. El sueño de mi vida es lograr un sueldo que me permita construirme un vestidor como el de Carrie en la película de Sex & The City. Sí, ¿qué pasa? Hay gente que quiere una casa con jardín, un Mercedes descapotable o un crucero anual por las Bahamas… yo quiero un vestidor donde los zapatos estén perfectamente ordenados y a la vista, y todo, absolutamente todo, cuelgue en perchas de madera. Cierro inciso.

Pues eso, que necesitaba ayuda, orientación, asesoramiento… y como no me apetecía nada bajar a por la Vogue al kiosco, me conecté a Internet para visitar los blogs de moda en la calle, o street style, que queda mucho más mono cuando lo escribes en inglés… pero no encontré nada que me emocionase… a ver, entendedme, todo me gustaba, pero, o bien se escapaba a mi presupuesto, o bien se escapaba a mi físico… o mejor dicho, mi físico se escapaba del modelo, porque mis carnes generosas a la par que bien torneadas no están hechas para pasear dentro de esos mini shorts. En fin…



Vamos, que andaba yo como vaca sin cencerro –ay, cómo me gusta esta expresión, es tan enxebre- cuando entre en el blog de Ely. Lo leo habitualmente porque me rio mucho con sus ocurrencias, y reirse es una terapia estupenda que lo cura casi todo, pero no lo tengo entre los blogs de moda, porque ella misma ha confesado en más de una ocasión que, como de moda escribe todo quisqui, ella escribe de lo que le da la gana.

El caso es que, mira tú por donde, Ely escribía de moda, y desentrañaba las claves de la nueva temporada que se nos hecha encima. A mi su resumen me pareció hilarante a la par que genial, e, incrédula y alucinada, me lancé a las calles en busca de esos supuestos objetos de moda que mencionaba, convencida de que se trataba de auténticas invenciones de su cabecita olla Express…

… pues no, oye, que era verdad todo. La madre que la parió a la temporada primavera-verano 09, leches, que tienes que ser idiota o estar majara para ponerte según qué cosas encima y saltar a la calle, como si fueses una Pe cualquiera, -o una Mo, que tanto me da-, que se plantan vestidos nude como si nada, ala, ancha es castilla, sin tener en cuenta que el color maquillaje no le queda bien a todo el mundo… de hecho no le queda bien a casi nadie. Por no hablar de según qué engendros de color verde marujita que me encontré en el escaparate de Bershka. En fin…

Me marché de fin de semana convencida de que no vería la luz al final de mi túnel estilístico, soñando con vaporosas camisas hawaianas talla XXS y monos con hombreras y cremalleras centrales, cuando de repente, sin previo aviso, mi cuñada me sugiere ir a pasar la tarde al feirón de Vilanova da Cerveira.

Un feirón es como una feria y/o mercadillo, pero en versión galaico-portuguesa, a saber: más ruidoso, mucho más divertido, y desde luego más imprevisible. Y allí estaba yo, hecha un mar de dudas, sin saber qué llevarme al cuerpo, entre mantas portuguesas y percheros de madera sin barnizar, cuando de repente…

…cuando de repente tropecé casi sin darme cuenta con la camisa más bonita del mundo. En color mostaza brillante, alegre, de manga francesa, con un cuello original a caballo entre rígido y desbocado… me enamoré. Y me la llevé, claro, porque encima costaba sólo 3 euros. De camino al coche iba convenciéndome a mi misma de que, si Laura Ponte compra en mercadillos, que yo comprase en el feirón debía ser considerado un acto mega fashion. Y más cuando, de camino de regreso, paras en un outlet de grandes firmas y te llevas un vestido de marca casi casi regalado… claro, de hace mil quinientas temporadas, pero monísimo y super versátil.

Y llegué a casa. Y saqué mis compras y las coloqué en un armario que volveré a desmontar en unos días, porque definitivamente necesito deshacerme de algunas prendas, es un hecho… Y me di cuenta con pavor de que…

…NO VOY A LA MODA…

Madre mía qué disgusto me llevé al comprobar que mis nuevas adquisiciones no tienen nada que ver con lo que he visto en según qué revistas.

Asustada, comenté el caso con mi hermana, que es muy sabia, y me dijo:
“Tía, porque tú eres una trendsetter, no una fashion victim. Lo que tú te pones se lleva un año después”.


¿Qué pasa? El que no se consuela, es porque no quiere. Y además no sabéis lo bien que me sienta mi nueva camisa. Dentro de seis meses todas querreis una igual, y si no, al tiempo.

COGIENDO AIRE

... y fuerzas, porque las voy a necesitar. Últimamente mi mundo gira a más revoluciones de las deseables, y cuando giro tanto a veces me mareo. Y cuando escribo mareada, parezco más idiota de lo que realmente soy.

Últimamente no tengo la cabeza en el blog, y no es por el blog, que me encanta. Pero en estos momentos mi vida está un poco patas arriba y necesito un mini-break para ponerla en orden de nuevo, para habituarme a mi nueva situación y hacer frente a los nuevos retos que se me presentan.

No es un adios, porque volveré, pero lo haré espaciadamente durante unas semanas... lo siento, pero necesito este tiempo. Por eso pido que perdoneis los post hiper-espaciados en el tiempo, los comentarios faltos de gracia y la escasa presencia en vuestros propios post... os sigo, aunque comente menos.

Espero que sepais perdonarme por este desplante... Bueno, no lo espero, lo sé. Por eso sois los mejores bloggers de la bloggsphera, evidentemente.

Gracias!!

LA GUERRA DE LOS MEDIOS -con nosotros, la audiencia, justo en medio-

¡¡¡Más audiencia, que es la guerra!!!






Este podría ser el grito de apareamiento –o de lo que sea- de cualquier programar televisivo que se precie en estos locos, locos tiempos de confusión mediática que vivimos.

La proliferación de los canales en abierto en esta España mía, esta España nuestra, que nació augurando un revulsivo en cuanto a cantidad y calidad de la programación, ha resultado ser una excusa maravillosa para que los mandamases de las cadenas opten por una de estas dos alternativas: o bien meternos hasta en la sopa bodrios de casquería corazonil de lo más reiterativos, o bien lanzarse piedras entre ellos al más puro estilo “rebota, rebota y en tu culo explota”.

¿Qué por qué? Pues en el primero de los supuestos, porque la casquería sale barata, requiere poco trabajo y el programador presupone que somos idiotas y/u/o nos lo hacemos divinamente. Y en el segundo… pues porque argumentar es muy pesado, madre mía, qué tedio. Mejor insulto que es más sencillo y desgasta menos.




Y es que la audiencia, la numérica, no es como las deudas, que se multiplican a sí mismas divinamente. No, no señores. Audiencia potencial somos la que somos, o sea, los 40 y pico millones de españolitos que residimos en terreno patrio y que contamos con aparato televisivo en el salón/cocina/dormitorio. Y claro, 40 entre 2 sale a más que 40 entre 15. Es una simple cuestión matemática.

A este algoritmo de primero de primaria se suma un componente mucho más divertido: la rivalidad política. Las televisiones, como los periódicos y las radios, tienen línea editorial. Es algo lícito… es más, es algo lógico. De hecho, no comprendo por qué algunos medios se empeñan en desmentir sus tendencias políticas. En fin, a lo que vamos, que me desvío.

El caso es que, además de los encontronazos ideológicos entre medios, y de la guerra por las audiencias, a la ecuación hay que sumar un nuevo elemento: las rencillas entre directivos/presentadores/equipos, en algunos casos más ancestrales que el pan.

¿Y qué tenemos si sumamos todo esto?

Pues…

Guerra de audiencias + guerra ideológica + guerras personales = Programación actual en las televisiones españolas.






Ejemplifiquemos el problema, exactamente igual que lo hacía mi profesor de derecho de los medios:

CASO 1: TELECINCO vs LA SEXTA (O lo que es lo mismo, “Está Pasando” contra “Sé lo que hicisteis…”)

Cuando La Sexta, la más joven de las cadenas españolas con emisión en abierto, estrenó “SLQH” el formato resultaba fresco y original. De hecho, para mi lo sigue siendo, pero voy a obviar valoraciones personales para que quede más claro el caso.

El programa basaba su formato en la emisión del clásico “refrito de zapping” que tan famoso hizo la cadena amiga en formatos como “El Buscador de Imágenes”, pero añadía unos presentadores con chispa y unos guiones aún con más chispa, que comentaban las imágenes “robadas” a otras cadenas. Si a esto le adjuntamos algún sketch rozando el absurdo y reportajes en tono de humor al más puro estilo “CQC”, pero con menos malicia y un tono más blanco, obtenemos la fórmula mágica.

El caso es que el formato comenzó a funcionar de forma imprevisible, y ganó audiencias a pasos agigantados, mientras que la cadena líder hasta el momento, Telecinco, perdía puntos de share como quien pierde las llaves un sábado en El Playa. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir.




Telecinco comenzó una guerra sin cuartel contra La Sexta, llevando a tribunales el presunto robo de imágenes, que se tornó de “presunto” en “confeso” en cuando La Sexta acató el fallo del magistrado, que les impide emitir imágenes de la cadena amiga. Durante la contienda, Telecinco pasó del ataque “profesional”, más o menos similar al que La Sexta venía realizando, ridiculizando contenidos y formatos, al ataque personal. Patricia Conde, la presentadora de SLQH, aparecía tantas veces en Está Pasando que llegué a creer que había fichado por Vasile. Hasta que le puse el volumen al aparato y escuché que la llamaban “creída”, “sosa”, “antipática” y hasta “recauchutada”. La etapa coincidió con la ruptura de su relación con Dani Martín, el cantante de El Canto del Loco, momento que Está Pasando aprovechó para –agarraos, que vienen curvas-… ¡¡¡Felicitar la cantante por romper con la presentadora!!! Incredible but truth, señores.




Mientras el tribunal deliberaba, los reporteros de uno y otro programa se hacían la vida imposible –parecía que trabajaban juntos, de tanto salir juntos en antena-, hasta que un buen día el tribunal dictó sentencia, y La Sexta tuvo que dejar de emitir imágenes de Telecinco. Eso sí, el veto ha dado mucho juego a los chicos de SLQH, que han aprovechado para aumentar los sketches sobre la cadena amiga, inventando incluso un formato informativo, “Qué está pasando ahora en Telecinco”. Su sketche “Los lunes al sol” batió records de audiencia en antena, y también en la red de redes. Eso sí que es poner al mal tiempo buena cara, y mejores resultados.

A día de hoy, Telecinco reordena compulsivamente su programación, mientras pierde audiencia a puñados, tratando de dar con el talón de Aquiles de los chicos de SLQH, a los que la fortuna les sonríe en forma de ampliación de horario: media hora más al día. Veremos lo que dura.

CASO 2: INTERECONOMÍA TV vs LA SEXTA (ahora que lo pienso, La Sexta está en todas, madre mía, jajajaja)

Para los que no sepan lo que es Intereconomía Tv es una cadena abierta de televisión de corte conservador, que, en este caso, no entra en guerras de audiencias a nivel nacional por el sencillo hecho de que juega en otra liga. Es decir, en este caso, el tema “me has robado mi espectador, devuélvemelo” no entra en la ecuación. Aquí la disputa va de otro palo, concretamente del ideológico.

Todo comenzó cuando La Sexta compró el formato “CQC” y comenzó a emitirlo en horario de prime time, con, reconozcámoslo, moderadísimo éxito de audiencias. Pero en este caso, insisto, nosotros, los pobres mortales que vemos la tele, no somos el motivo de la disputa.




El caso es que el programa continuaba con la misma línea irreverente y reivindicativa de sus inicios –allá en la era Aznar, en Telecinco-, y un buen día envió a Estíbaliz Gabilondo, su reportera, a entrevistar a Carlos Fabra, Presidente de la Diputación de Castellón, con un caso pendiente de juicio que un grupo de vecinos había denunciado. Al no conseguir ser recibida en el despacho del político –algo a lo que el político tiene todo el derecho, pero que desde el punto de vista mediático es un error del quince, os lo digo como profesional, no como blogger-, la reportera se plantó en un pleno al que acudía el presidente para, como se dice en estos casos, tratar de lograr un “canutazo” (o sea, meterle el micro delante y soltar la pregunta, a ver si larga el tío). El caso es que por allí rondaban los compis de Intereconomía TV, vestidos como los reporteros de CQC, que, al detectar a la muchacha, se lanzan a rodearla para impedir que se acerque al político. La refriega termina relativamente mal, pero multiplica la audiencia del programa de La Sexta, mientras que Intereconomía Tv tuvo que saltar a la palestra a desmentir las acusaciones de boicot a –y aquí cito textualmente- “la sobrina de Gabilondo”.




Este primer encontronazo halló cuna y nido en El Intermedio, el magazine diario presentado por El Gran Wyoming, un espacio que analiza desde el humor y la ironía la actualidad política y social. No se sabe muy bien por qué, pero Intereconomía Tv, un buen día, decidió que el programa no le gustaba (bueno, sí se sabe por qué, claro). Quiero decir que lo inexplicable es que la cadena decidiese dedicar buena parte del contenido de uno de sus magazines, “Más se perdió en Cuba”, a poner de vuelta y media a los presentadores de “El Intermedio”. Nótese que he escrito, muy conscientemente, “presentadores”, y no “programa”, porque del contenido del mismo poco o nada se ha criticado en “MSPEC”. Lo que se critica, con adjetivos como “bufón”, “feo”, o “el oficio más antiguo del mundo” (seguido este último de un vídeo de Beatriz Montañez caracterizada de prostituta durante un sketch), es a los presentadores, y nada más que a ellos.

El caso es que el pasado viernes se vivió el hasta ahora último episodio de este culebrón. Intereconomía Tv lanzaba, en “rigurosa exclusiva mundial”, un vídeo en el que Wyoming insultaba a una becaria que interrumpía un ensayo del programa. La emisión fue seguida de un análisis del vídeo en el que el presentador no salía precisamente bien parado.




La Sexta anuncia entonces que el lunes explicará si se trata de un video real o no. Y aquí es donde las audiencias sí entramos en el bote. El Intermedio del lunes multiplica su audiencia exponencialmente, sumando curiosos, cotillas, enemigos deseosos de escuchar las excusas del presentador y acérrimos defensores convencidos de que el video ha sido manipulado. Ya en la recta final del programa, y tras un “recopilatorio” del caso, Wyoming se arranca con las disculpas:

“Tengo que pedir perdón a la audiencia, a nuestra querida compañera… y sobre a Intereconomía Tv por habérsela colado”.

Acto seguido su compañera explica que se ha tratado de una encerrona. Después de que los chicos de “MSPEC” les acusasen de malos profesionales, los de El Intermedio deciden demostrar que no son ellos precisamente los que carecen de profesionalidad, y graban un fake, es decir, un video “falso”. En él Wyoming insulta a la presunta becaria –realmente redactora en plantilla del programa-. El vídeo completo muestra cómo, al terminar el Sketch, el público aplaude mientras la supuesta becaria muestra un cartel en el que pone “Os la hemos colado”. Wyoming, a su vez, luce otro en el que puede leerse: “Soy cabrón, pero no tanto”.

El video, obviamente sin el final completo, es remitido de forma anónima a Intereconomía TV, que responde al correo agradeciendo el favor, pero sin consultar quién o quienes son los remitentes, o de dónde ha salido el video. Emiten el cebo… y resultan cazadores cazados.

Hasta aquí los casos prácticos… y ahora, es el momento de analizar los resultados, que, básicamente, son nefastos.

Pese a que no sorprenda a nadie, quiero dejar claro que soy seguidora tanto de El Intermedio como de Sé lo que Hicisteis. Es el tipo de humor con el que sonrío a diario. Pero me preocupa mucho que estos programas, diferentes, al menos a mis ojos, terminen por entrar al trapo y declarar abiertamente la guerra a las cadenas que los han atacado.




A mi personalmente me molesta como espectadora que se juegue con nosotros de esta manera, básicamente porque creo que nos merecemos un respeto como audiencia. Señores, las leches, se las dan ustedes en casa, si gustan. En antena, hagan el favor de mantener ciertas formas. Tiene que haber mejor manera de ganar share que poniendo a parir a la plantilla de la cadena “enemiga”, y mejores métodos para recuperarlo que impidiendo al programa que me está robando espectadores mantener su ritmo.

La lucha por ganar audiencias debería limitarse a mejorar la programación y dejar de emitir bodrios pasados de moda que han caducado hace siglos. Porque nos merecemos algo mejor que eso… aunque después de saber que en TVE le han pagado una pasta a Ortega Cano por hacer de El Hombre de Hojalata en Mira Quien Baila, empiezo a creer que las cadenas de televisión, al menos algunas, creen realmente que somos idiotas.




P.D.: Este post es idea de Eva. Espero haber satisfecho tus deseos, para mi, órdenes. Jajajaja.




HOY EN CORUÑA: La Galería Ana Vilaseco estrena mañana jueves su nueva exposición, plagada de la pintura de Luis Lleó. Allí podemos vernos a partir de las 20:00, en Padre Feijoo 5, 1º.



SUENA EN MI I-POD: “Sálvese quien pueda”, el último single de los chicos de Vetusta Morla, uno de esos grupos que todo el mundo se empeña en catalogar. Sale de su álbum “Un día en el mundo”, que copié descaradamente a mi hermano estas navidades después de que se lo regalase mi tío, o sea su padrino.

ATEÍTOS SOMOS...

Qué vienen los ateos!!! Grita la multitud enfervorecida…
Es que es muy peligroso un ateo, señores. Es una persona que no cree en Dios, así, con mayúsculas, y vive con ello como si diese lo mismo. Madre mía, qué desfachatez.
Como en España somos gente tolerante, no ponemos el grito en el cielo –que es donde hay que ponerlo en estos casos- ante la existencia de este grupo de ciudadanos. Incluso convivimos con ellos en dilatada y maravillosa armonía. Compartimos puestos de trabajo, cafeterías y hasta transporte público, si es que somos de tolerantes… ay…

Pero oye, nuestra tolerancia tiene un límite. Una cosa es aceptar que los ateos existan, y otra muy diferente es permitir que manifiesten públicamente su ateísmo… por no hablar del proselitismo.

Parece ser que ahora se ha puesto de moda una cosa que llaman el autobús ateo, que viene a ser un autobús normal y corriente, sólo que en la publicidad adosada, en lugar de “Almacenes Martínez”, lo que hay es un cartelito que pone “Probablemente dios no existe, así que disfruta de la vida”.


Y es que eso es intolerable. Es proselitismo ateo, y no puede ser. Que no, y que no, he dicho.

¿Cómo? ¿Qué en algunas ciudades hay vallas publicitarias de iglesias evangelistas con frases como “Dios te ama”? ¿Qué las procesiones de semana santa, cortando calles y avenidas, son también proselitismo, pero religioso?


Oigan señores, es que no es lo mismo… ¿Qué por qué? Pues porque una cosa es propagar la existencia de Dios, y otra muy diferente es propagar su “no existencia”.

Todo este argumento lo escuché, más o menos literalmente, de boca de una persona “altamente tolerante” que aseguraba que el autobús ateo era, madre mia de mi vida, una ofensa a los cristianos… lo que yo me pregunto es si esta persona se ha planteado alguna vez que las procesiones de semana santa son una ofensa a los ateos.

No ofende quien quiere, dice el refrán, sino quien puede. Al parecer, ofender es una capacidad exclusivamente atea (o agnóstica, si se me permite el matiz).

Mi abuela, que es muy creyente, protagonizó una vez un incidente de lo más divertido. En la puerta de su casa, dos jovencitos se sentaban a la espera del autobús. Cuando me abuela se acercó, ambos se apartaron para dejarla pasar, y a uno de ellos se le cayó la moneda que guardaba en la mano, y, mosqueado, dijo “me cago en dios”… mi abuela le arreó una guantada que se escuchó en Lima, ante el asombro del muchacho, que no supo reaccionar (si hubiese sabido, se le habría devuelto, claro). Cuando la llamé al orden me aseguró que aquel chico la había ofendido, y cuando le dije “abuela, lo mismo que tu puedes estarle ofendiendo con el enorme crucifijo que cuelga de tu pecho, y él no te arreado”, ella me contestó “eso no ofende”. Y punto pelota, señores.

Por cierto, anoche se entregaban los Goya y “Camino”, la película de Javier Fesser que retrata de forma más o menos novelada la agonía de una niña enferma nacida en el seno de una familia devota del Opus Dei, se alzó como la gran ganadora de la noche. En su discurso, Jaume Rores, director de la productora Media Pro, pronunció las siguientes palabras “Para amargarnos tenemos al Opus Dei. Los sentimientos de culpa que nos inculcan de pequeños no son fáciles de erradicar (cuando somos mayores)”.

Esta mañana una conocida emisora de radio ponía a caldo estas palabras, para, un minuto más tarde, despellejar con adjetivos igual de duros y poco favorecedores la iniciativa atea de los autobuses de marras.

Mundo este… madre mía.


HOY EN CORUÑA: Talco actúa en la Casa das Atochas, a las 21:00. Podeis saber más pinchando AQUÍ.


SUENA EN MI I-POD:Jesucristo García”, un tema magnífico para ilustrar este post. Es de los siempre diferentes Extremoduro, un clásico entre clásicos.