
Raquel Sánchez Silva le entrevista de una forma un tanto personal y un mucho libidinosa, reconociendo que, sin un porqué, sin un cómo, se dejaría robar con este argentino de cadencia europea, y, pese a que Darín no es, ni de lejos, mi tipo, me reconozco en la entrevista como esa mujer dominada por unas hormonas que dice “adelante” cuando “so” parece la palabra correcta.
Es lo que los seres humanos llamamos atracción. Una fuerza mayor, un atenuante tan importante como pudiese ser la enajenación mental transitoria, que nos impide ver más allá de una libido extrañamente descriptible.
No se trata del físico. Al contrario, la libido se dispara muchas veces por sentidos que van mucho más allá de la vista: un olor, un roce inesperado, una sonrisa o sencillamente una personalidad que de deja ver más allá incluso de la primera conversación, son tan o más efectivos que un físico atractivo.
En eso los argentinos, aunque suene a tópico, tienen un punto especial, por eso entiendo el embelesamiento de la Silva ante un maduro y extrañamente atractivo Ricardo Darín.
Yo soy una mujer de libido fácil, como dicen mis amigas. A mi todo el mundo me parece guapérrimo –bueno, casi todo el mundo-, pero soy de las que controla los impulsos con asombrosa maestría… casi siempre.
El sábado, por ejemplo, no fui capaz. Paseaba yo por Daisy Market con Ely, Pinkocha y la niña de Ely (que de niña tiene cada día menos y de estilista perfecta cada día más), y tropecé con una camiseta que me encantó. Sencilla, pero tenía algo… pasé de largo del stand porque no tenía muy claro si quería comprarla o no, pero cuando ya nos íbamos, se me antojó la dichosa camiseta.
Volvimos Ely y yo, divinas como siempre, hasta el stand de estos jóvenes diseñadores, y cogía la camiseta con su percha, dispuesta a pagar sin contemplaciones. Y cuando ya tenía la cartera en la mano, una sonrisa maravillosa y unos ojos verdes que quitaban el sentido me dicen “¿no te la quieres probar?”.
Yo llevaba puesto un vestidito de Sita Murt y unos leggins, azul tinta ambos, y de repente me visualicé a mi misma en sujetador y leggins, en medio de Expocoruña, probándome la camiseta, y casi me desmayo del susto… hasta que veo como aquellos ojos verdes me abren una cortina medio transparente y me dicen “te puedes quitar el vestido aquí si quieres”… miré a Ely… Ely entendió perfectamente que no tenía otra opción, e inmediatamente me metí tras la cortina translúcida para, con el mejor de mis contoneos, deshacerme del vestido para probarme la camiseta con los leggins, que evidentemente no son la mejor de las combinaciones posibles, pero que en ese momento me parecían el atuendo más sexy posible.
Asomé medio cuerpo desde el improvisado probador para enseñarle a Ey el resultado y aquellos ojos verdes volvieron a acercarse a contemplar su creación: una mujer de 30 años actuando como una loca desatada adolescente. “Te queda perfecta”… y como si me hubiese pedido matrimonio, oye, sísísísísí!!!!!
Me llevé la camiseta, obviamente, y no me lo llevé a él porque el que tengo en casa, bien mirado, me gusta más… y porque creo que no aceptaban Visa, qué le vamos a hacer. Pero sobre todo me llevé un subidón hormonal maravilloso que supe aprovechar muy bien, y la alegría de saber que será complicado que la vida me deje muerta por dentro… si es que los hay que nos puede la sangre!!! Jajajaja.
¿Y vosotr@s? ¿Sois de libido sensible, o sois de los que necesitan mucho para despertar el deseo?
¿Habéis tenido algún ataque de libido?