Lo he recordado gracias al post de Lamari, que, como siempre, me ha hecho sonreír y emocionarme a partes iguales.
La muerte de mi tío Pepe me proporcionó la oportunidad de disfrutar del último viaje en coche con mi padre, que falleció más o menos nueves meses más tarde. Cuando nos enteramos de su muerte, mi padre quiso acudir al sepelio, pero lo de conducir sólo en el coche hasta Pontevedra no le hacía demasiada gracia –en aquella época mi padre no se encontraba demasiado bien-, así que me llamó para preguntarme si le acompañaría.
Fuimos hasta Pontevedra en el Peugeot 407 de mi padre, saludamos a la familia de Pontevedra, nos contamos novedades, sonreímos, en el fondo, y pese a las circunstancias, disfrutamos, y de regreso paramos a comer en un restaurante muy conocido y muy barato en un ayuntamiento cercano a Coruña.
Fue agradable y curioso, muy curioso, porque pese a que estuvimos con toda mi familia paterna –la mujer de Pepe, sus hijos, sus nietos…- con nadie hablamos de la historia de Pepe, más que entre nosotros.
Y os aseguro que la historia de Pepe es una de esas historias familiares que te hacen recordar que, casi siempre, la realidad supera ampliamente la ficción. Una historia que merece la pena ser contada, por mucho que mi tía Carmen, presa del pánico, se haga cruces cada vez que alguien menciona si quiera el asunto.
Para contar la historia de mi tío Pepe debería explicar que, en realidad, Pepe no era mi tío. Pepe era el marido de Carmen, la hermana pequeña de mi abuelo paterno, una señora agradable, conservadora, clásica, sencilla y huérfana desde muy niña, que se casó enamorada, claro, pero también convencida de que el matrimonio la ayudaría a sobrellevar las duras cargas familiares que se le avecinaban con el fallecimiento de sus padres.
Cuando en 1936 la guerra civil partió en dos una España que crecía lentamente, mi tía Carmen se hacía cargo como podía de sus hijos, pequeños todavía, de sus hermanos, a penas algo mayores que sus hijos, y de una casa atestada de gente que era, las más de las veces, una fiesta junto al ahora pestilente río. José, su marido, un hombre trabajador y sencillo, aportaba la mayor parte del sustento, y ella completaba su sueldo cosiendo como modista.
Pero una noche de 1937 alguien llamó a la puerta de mi tía Carmen y preguntó por José, asegurando que había sido reclutado para luchar en el frente. Nunca supe en qué bando. La verdad, creo que ellos tampoco llegaron a saberlo. El caso es que José salió por esa puerta y dejó tras de sí unos niños asustados, una mujer al borde del colapso y una penuria creciente que cada día llevaba menos sopa a la mesa.
Durante más de un año José escribió regularmente a su mujer Carmen, que cada día tenía los dedos más destrozados y la vista más cansada de tanto coser y tan poco comer. En sus cartas, José le contaba lo mucho que la echaba de menos, las ganas que tenía de abrazarla, y de besar a los niños, y lo duro que era el frente. Pero no todo eran historias tristes. A veces le contaba anécdotas divertidas con sus compañeros del frente, historias de escapadas nocturnas, de meteduras de pata y de desacatos a la autoridad jamás conocidos por esta.
Esas cartas eran la razón de que Carmen continuase cosiendo, día y noche, haciendo zurcidos y dobladillos y bajando bastillas a los pantalones de los niños cuyas rodillas quedaban demasiado al descubierto… pero un día esas cartas dejaron de llegar. Sencillamente eso. Carmen esperó pacientemente, pero llegó a perder la esperanza, y a desesperarse en otros muchos sentidos.
La vida sin José era dura con la guerra, pero lo sería más cuando esta terminase –porque todas las guerras terminan, de un modo o de otro, e decía Carmen- y José no hubiese regresado. Qué les diría a sus hijos, ya más creciditos, quién haría de padre de familia para ellos y volvería a llenar de lentejas los platos, quien les ayudaría a convertirse en hombres…
… y un buen día un hombre apuesto llamó a la puerta de Carmen. Era alto, delgado, muy delgado, como sólo los que han estado en el frente lo son, y llevaba en la mano una maletita pequeña y destartalada. Miraba con ojos de miedo y desconfianza y al ver a Carmen, se abrazó a ella y lloró.
Carmen no comprendía nada.
Se separó un momento de él y le miró de nuevo a aquellos ojos tristes que ahora parecían más asustados que antes.
“Mujer, no me reconoces Carmen. Soy Pepe” dijo aquel desconocido de ojos asustados y alto, alto, altísimo.
Nadie llamaba Pepe a José. Ni si quiera los más íntimos. Pero desde aquel día José pasó llamarse Pepe, y aquel amigo de mi tío que había desertado del frente con los papeles de José bajo el brazo, tras hacer pasar al muerto por él mismo, pasó a ser el marido de Carmen, el padre de sus hijos, y años más tarde un abuelo divertido y cariñoso.
Mi padre recordaba la historia contada de boca del propio Pepe. Yo no, aunque al parecer sí la escuché así más de una vez cuando era niña. Sin embargo, si le preguntabas a mi tía Carmen, esta se hacía cruces y te pedía que te callases y dejases de decir tonterías.
Pepe murió rodeado de los suyos –eran suyos, suyos y de nadie más, porque él fue el padre, el amante, el amigo…- sin que nadie nunca cuestionase jamás la situación. Carmen morirá tarde o temprano –dada su edad, más bien temprano que tarde- y no habla jamás de José. Porque José murió en el frente, pero Pepe volvió para cuidarla.
SUENA EN MI I-POD: He redescubierto a Sexy Sadie hace muy poco gracias a P. Suena en mi cabeza, y de paso en la cadena de casa “The day that you came”, del disco “Sexy Sadie”, y cada día que pasa me gusta más.
60 comentarios:
Jooo que historia más bonita!!!!Con lo sensiblera que ando ultimamente me ha saltado la lagrimilla.... y para colmo tu tía tuvo suerte que encima el Pepe era guapo!!!
Un beso
me ha encantado. me ha emocionado y a la vez me ha dado la misma impotencia que me da cuando escucho las historias de mis propios abuelos, e incluso de mis padres y las cosas por las que tuvieron que pasar en nombre de una guerra que nada tenía que ver con ellos.
Madre mía María,...que historia! como bien dices, la realidad supera la ficción,...y otra cosa,....mira que escribes bien.
Lucía, es que Pepe era guapísimo!!! A ver de qué se iba a quedar mi tía Carmen con él si no, jajajajjaa
Jouu, en casi todas las familias hay una historia parecida, es increíble las cosas que pasan cuando la vida te pone en jaque!!
Marta, muchas gracias, de verdad.
Creo que a mi padre le hubiese gustado leer la historia que tantas veces me contó escrita y publicada, aunque fuese en un blog.
Una historia realmente bella. Aunque con un fondo de tristeza que le queda a uno el cuerpo p'allá.
Saludos.
Adanero, si sierve de algo, te diré que en los años que he conocido a Pepe, a Carmen y a sus hijos, les he visto siempre felices. Creo que fue la forma que el destino encontró de hacer su trabajo.
Esto me recuerda en parte a una de las tres pelis buenas que hizo Jim Carrey: THE MAJESTIC, ... e incluso tiene un toque a la historia del Sangento Seymour Skinner, usurpador de identidad llamado realmente Armin Tanzarian ;)
¿no hay una peli de richard gere que pasa lo mismo? en fin, es una historia muy bonita
Preciosa la historia, qué bonitaaaa. Digna de un guión para una peli, como dicen Hugh y Chloe. Pero si fuese cine español seguro que politizarían toda la historia, jajajaja!
Hugh, no he visto The Majestics, pero mi tío Pepe era más guapo y más listo que Skiners, te lo juro!! jajajaja
Chloe, sí!!! Yo también la vi!!
Cuando la vi pensé "es imposible que ella dude. No hay duda posible, ella sabe si es él o no". Carmen lo supo, desde el primer momento. Pero prefirió engañarse a si misma, porque la hacía más feliz.
Verónica, es difícilmente politizable, porque como ya dije, ni mi familia sabe en qué bando luchó Pepe. Pasó en muchas familias, que los reclutados iban donde les mandaban, sin saber con quién se posicionaban.
Hay un corto precioso al respecto, que concursó en el festival de Cans de 2008, sobre un daltónico que, como no ve si el uniforme que le han puesto es rojo o azul (el pañuelo), asegura que va con "los verdes"... me encantó!!!
Es un historia preciosa, triste y alegre a la vez... Te deja con ganas de llorar, pero no se puede llorar de pena con un final feliz... o sí? Aún tengo el nudo en la garganta.
Muxus dsd Bilbao
Lamari, yo creo que en realidad la necesidad obliga alser humano a progresar, en todos los sentidos. Nos volvemos más tolerantes cuando la vida nos pone en el brete.
El mérito de la historia, de la narración, es tuyo. Tu post me inspiró, así que gracias!
Hahi, yo creo que es una historia alegre: es la historia de gente que supo hacer de los escollos del camino un motivo para vivir. Nada hay más importante que eso!
Vaya historia, María...preciosa. Merecía ser contada. Como dice el anuncio..."el ser humano es extraordinario".
P.D. Tienes un meme en mi casa.
Guau!! Nunca volveré a mirar a ningún Pepe igual...
Qué bonito, qué triste, qué valientes y qué lista Carmen...
Me ha encantado la historia de tu tía Carmen y de tu tío Pepe.
En tiempos de guerra la gente sabe adaptarse y cuando la necesidad aprieta, tu tío Pepe fue una gran solución para tu tía y sus hijos.
Bonita historia, aunque con un transfondo muy triste que esperemos no se vuelva a repetir.
Yo soy de espiritu practico.. asi que, entiendo que con los papeles de Jose, pues el tuviera todo arreglado de cara a las autoridades, pero, y los vecinos? Nadie dijo nada ni tuvieron problemas por la 'sustitucion'? Pienso en aquella epoca de envidias y delatores cobardes y se me pone la carne de gallina... Y tu tia Carmen tiene los papeles de viudedad bien, sin problemas? ella llego a saber alguna vez su nombre real y su historia? La verdad es que es una historia preciosa de verdad
la historia me ha dejado de piedra...
y, sí, la realidad supera a la ficción..
y es preciosa.
besos
Perla, gracias... por todo, claro
Mel, lista como un ajo es aún hoy Carmencita de la Pontevedra, que la llamaba mi abuela, jajajja
Celia, no podría haberlo explicado mejor, es que, sencillamente, encontraron un roto para un descosido.
A ver si dejas ya los ayuntamientos gallegos y te pones a escribir novelas como una posesa!!!
Me encantó la historia, en mi familia pasó algo parecido también, fueron años curiosos para todo el mundo y nadie sabía lo que tendría que hacer para sobrevivir.
Besotes desde la nevada Madrid
Anónimo, mi tía Carmen se niega a hablar del tema, por lo que nunca hemos logrado que nos cuente lo que de verdad sade y lo que no. Los papeles de viudedad fueron sencillos: murió Pepe, murió José. Legalmente no hubo problemas.
En cuanto a los vecinos, y hasta donde yo sé, en todas las casa de la zona -vivían (aún viven) en el barrio que hay pegadito al río, un barrio que era casi un pueblo aparte dentro de Pontevedra- cocían habas. El que no tenía un hijo desertor tenía un marido rojo o un cuñado comunista, así que callaban y otorgaban, aunque supongo yo que de puertas a dentro todo el mundo la llamó fresca más de una vez. Eso sí, con los años se fue normalizando la cosa, y llegado un momento Pepe se fundió con José hasta no dejar huellas.
Maba, es que la realidad inspira ficciones cojonudas!!!
Anoche lo comentaba con unos amigos, que historias como esta hay miles de millones. De hecho, en Galicia hay muchísimas parecidas.
Pati, ¿lo ves? Es lo que yo os decía, que los momentos más extraños de la hitoria proporcionan realidades igualmente extrañas, pero que, dadas las circunstancias, son tenidas en cuenta como normales!!!
Qué suerte la nieve!!!
Y por cierto, lo de la novela... jo, me da pereza algo tan largo!!! Un libro de relatos cortos no vale??? jajajaja
María, me ha encantado, estoy sin palabras, que historia tan bonita! Me haces sonreir mucho, y si escribes un libro, yo me apunto para leerlo. Los relatos cortos son tus posts, no?
Buen día.
Mayka.
Mayka, gracias!!!
yo es que una vaga redomada, y encima una inconstante, por lo que la idea de ponerme a escribir algo que me lleve más de tres días (los posts los escribo a ratitos, media hora hoy, diez minutos mañana...) me pone mala!!!
A mi los personajes me agotarían antes de empezar la acción!!! jajajaja
Es una historia preciosa, y tan cruel a la vez, que alguien tenga que hacer pasar por un muerto para salvar la vida, pero mira al final se encontró con otra familia que quiso y le quisieron a él como uno de la familia, y Pepe lo era uno más de la familia.... muy bonito
Besos
Cruela, te aseguro que yo nunca tuve la sensación de que Pepe fuera "de fuera", pese a que conocía la historia como todos los demás.
Es lo que tú dices: era de la familia, porque las familias se hacen viviéndolas, no por lazos de sangre.
Me recuerda una novela, Un long dimanche de fiançalles (no recuerdo el titulo en español) y me ha emocionado tanto como ella, más si cabe, sabiendo que esto es real.
Un beso
Maite
Me ha recordado una película de Richard Gere, que vuelve de la guerra y su mujer sabe que no es, pero se mete a todos en el bolsillo...
Pues fíjate, la historia de "jolibud" le queda a la altura del barro a la historia gallega.
Ruth
Maite, la verdad que cada vez me sorprendo más y mejor de la cantidad de historias bonitas que pueden surjir de temas como este!
Te ríes porque pasado el tiempo es hasta graciosa, pero que cruda realidad supone. Lo mejor, que no fue un caradura, fue un hombre que se hizo querer por su familia adoptiva y del que los suyos guardan un buen recuerdo (tu eres la prueba de ello)
Ruth, seguro que hay miles de historias similares, y desde luego creo que este tipo de "curiosidades" son geniales para rodar una buena película, o escribir un buen libro!!!
María, sin duda tienes razón. El fondo de la historia es terrible, pero lo cierto es que mi familia no la ha vivido nunca como un drama.
O la ignoran, como mi tía Carmen, que hace como si nada hubiese pasado, o la contamos con cariño y casi con hilaridad, como yo, porque no nos ha traumatizado en absoluto, y el mérito de esto es del propio Pepe, que feu un tio abuelo genial!!
Mi padre recordaba a Pepe con un cariño excepcíonal, de verdad. Le adoraba, y eso dice mucho de qué tipo de persona fue.
Hola Maria, que historia tan sorprendente¡¡¡¡.
Nunca comento pero lo cierto es que me ha encantado.
Un saludo.
Marc.
Es una historia realmente entrañable. Tu tía demostró tener un gran corazón.
Yo tengo una historia de guerra también curiosa. Mi tía abuela tenía al novio en la guerra y le hirieron. Finalmente murió en el hospital y su compañero de cama la escribió para enviarle los objetos personales. Se cartearon, se enamoraron y se conocieron en la estación de Atocha, ella acompañada de mi abuelo porque no conocía de nada a ese señor del que se había enamorado. Luego se casaron y viajaron por todo el mundo. Creo que yo también le debo un post.
Besos.
Marc, muchas gracias, de verdad
Vaya historia, guapa!!!
La Ratita!!! Un post no, una novela!!!
Qué bonito y qué tierno ver que en el fondo mi madre tenía razón: todo en esta vida pasa por algo... generalmente, por algo bueno.
Supongo que ellos dos, en la intimidad, debieron recordar al pobre José en más de una ocasión.
Siempre alucino con tus historias, me encantan.
Un abrazo.
Ta' bien la historia si, te hace pensar algo.
Un saludo.
María, vaya historia, es muy bonita
Vaya historia.!!!!!!
Puede ser que algún día yo te cuente la de mi propia familia.
Gracias por tus historias,como siempre nos emocionas,nos sorprendes,nos haces sonreir,...muac
El amor va mas allá del enamoramiento, y tu tía Carmen ha conocido el amor verdadero
Si tuviera corazón me habría llegado cerca la historia... pero no la de tu tío, que me parece genial porque imagino la cara de tu tía al abrir la puerta y ver que la guerra se llevaba a Alfredo Landa y le devolvía a Gary Cooper.
La historia que me hubiera tocado la fibra sensible (que debe ser una fibra que tenemos cerca de algún órgano importante) es la del viaje en coche para asistir al evento... esos son los viajes que importan.
Mar, no lo creo, de verdad. Carmen se autoconvenció de que Pepe y Jose eran el mismo ser humano, y no hay forma de sacarle el tema!!!
Rubencito... y sentir, y sentir, que es más importante que pensar, a veces
Uxi!!! Gracias!!!
Gata, espero impaciente!!!
Tresositos, muchas gracias!!!
Ely!!! Qué bonito!!!!
Me encanta esa reflexión, me gusta...
Tresschi, eso que has dicho es muy bonito, y a mi personalmente me emociona, porque pese a que fue un viaje por un motivo triste, yo tengo un recuerdo precioso de ese día con mi padre. Lo disfrutamos, lo pasamos bien, fue agradable, y entretenido... fuimos felices, y eso es lo que cuenta!!
Pero criatura!! Haz el favor de ponerte a escribir un relato serio con esa historia. Es perfecta: lo tiene absolutamente todo para llegar al corazón y despertar los miles de preguntas que una buena historia trae consigo. Y además detrás estás tú: escribes bien (bien no, mejor) y tienes la garra suficiente para convertir una simple anécdota en un relato emocionante, hilarante, apasionado.
Te animo a escribir, con la mayor sinceridad que puedas esperar.
Un saludo.
¡Hola!
La historia me ha parecido genial, muy tierna y muy bonita, ¡me ha encantado! =D
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