LO QUE TODAS QUEREMOS -más o menos-

Mi amiga A. acaba de empezar una nueva relación. Después de un matrimonio y dos niños preciosos, ha retomado las riendas de su vida sentimental… y evidentemente de la sexual.

A. está encantada con su nueva pareja, y con su recién descubierta capacidad sexual. Dice que se siente más activa, con más ganas.

Evidentemente, el hecho de encontrarse en los primeros pasos de la relación influye para que el apetito sexual esté a flor de piel. Pero cotilleando con las amigas hemos descubierto, cual Livingston en la selva, que existen ciertos factores comunes que hacen que todas, y cuando digo todas quiero decir TODAS, sintamos de nuevo ese apetito irrefrenable por vuestros, por otra parte, siempre apetecibles, bodies.

Sí, queridos bloggers, este post es un post “alto voltaico”, de contenido pretendidamente sexual. No es que vaya a ponerme a escribir relatos eróticos, que por otro lado no es lo mío –ya lo intenté sin éxito alguno, creedme-. Pero después de las conversaciones de esta mañana con “las niñas” me siento en la obligación de hacer públicos los resultados de este sondeo, a fin de facilitar la vida sexual de quieres se acercan a este blog (la mía incluida, of course).

Pero antes de empezar, me permito hacer una serie de sugerencias, o más bien, de instrucciones de uso y disfrute de este post:

.- Si eres mujer, y tienes pareja, llama a tu chico (o chica) y leedlo juntos. Comentadlo, a ver qué pasa.

.- Si eres hombre, sigue leyendo. Esto no es un post feminista ni “anti-hombres”. Es más bien una especie de manual de instrucciones femenino. Igual te viene bien, o le sacas algún partido.

.- En cualquier caso, si en algo no estás de acuerdo, dilo en letra clarita en un comment. Servirá para matizar y pulir el estudio.

Y ahora sí, allá vamos.

Aquí tienes las…

… 10 COSAS QUE LAS MUJERES ESPERAMOS DE NUESTRA PAREJA Y QUE NO SOLEMOS DECIR EN ALTO, PERO QUE NOS HACEN DESEAR SEXO CON ÉL (O ELLA)

1.- Las mujeres queremos menos preocupaciones. Es verdad que el siglo XXI las cosas han cambiado, y que con eso de que ambos trabajamos fuera de casa, al menos en la mayoría de los casos, las tareas domésticas se reparten de otro modo.

Pero eso no significa que todas las parejas lo hagan así. Los hijos son de los dos. La colada es de los dos. El polvo es de los dos (y me refiero al polvo generado por la suciedad, no al que echareis después de limpiarla).

Si quieres a tu chica dispuesta, haz que sus tareas mengüen, para que pueda pensar en el sexo en lugar de en los platos sucios.

Si ya cumples la primera regla, las siguientes son mucho más fáciles de lo que parecen.


2.-. Las mujeres requerimos cierto grado de calentamiento previo, es un hecho físico, no un capricho. Eso no significa que el “aquí te pillo aquí te mato” no nos guste, simplemente significa que para llegar a eso necesitamos haber sido provocadas previamente.

Las miradas, los gestos cómplices, las caricias y los besos, incluso horas antes del sexo, cuando ni si quiera pensamos en él, sirven de catalizador. No lo olvides.

Hazte a la idea de que somos un motor diesel: necesitamos calentamiento previo. Si al meterme en la cama por la noche, sin previo aviso, me encuentro contigo encima es más que probable que te mande al cuerno (salvo que acabe de terminar “Sin tetas no hay paraíso” o la última peli de George Clooney)

Pero que no cunda el pánico, esto tiene solución: míranos con lujuria, tócanos con lujuria, bésanos con lujuria… aunque sea sin esperar nada más en ese momento. Si durante la cena te he pillado mirándome el culo tres veces, si me has acariciado el pelo cuando me he tumbado a tu lado al encender la tele, si me has cogido la mano mientras veíamos la película (aunque el prota fuese Enrique San Francisco), es más que probable que sea yo la que se abalance sobre ti.


3.- No vale que ya lo sepamos. Queremos oírlo. Queremos oír que te gustamos, que te excitamos, que nos quieres.

No es necesario ser empalagos, ni un cursi, ni un pesado. Pero si un día ves que nos hemos puesto “eso” que sabemos que te gusta, esperamos oír que te gusta. Y decir “te quiero”, “te deseo” o incluso “me pones” no es una cursilada, es una necesidad.


4.- Tu aspecto nos importa. Y no hablo de la tripita, ni de las legañas por la mañana. Hablo de que te cuides un poco. Hablo de que no te metas el dedo en la nariz en la cena. Hablo de no tirarse pedos en la cama y luego levantar la sábana.

Una pareja consolidada puede tener mucha confianza, y, al menos a mi, eso me pone. Pero entre la confianza y el pasotismo hay una línea que nunca se debe cruzar. Una pareja deber ser un par de zapatos cómodos, pero no unas zapatillas de casa dadas de si.


5.- A las mujeres nos gusta el sexo. A todas. Como a vosotros. Pero somos físicamente más complicadas que vosotros, y no siempre nos resulta fácil disfrutar con un simple movimiento de cadera.

Si habitualmente pones interés, si te preocupa que nosotras disfrutemos, si preguntas, si tomas nota… si normalmente lo haces bien, es fácil que nos apetezca más. El primer día que en mi restaurante favorito me ponen un plato terrible, vuelvo. El segundo día que algo así sucede, se me quitan las ganas de volver.


6.- A la mayoría de los hombres que conozco les cuesta mucho mostrarse afectuosos en público… Craso error. A nosotras nos entusiasma la idea de gustaros. Queremos gustaros. No hablo de meterle mano a tu chica en medio de la sección de congelados del super (eso lo dejo a gustos del consumidor), pero que, cuando menos te lo esperes, alguien tenga un gesto agradable, físico, de contacto, contigo, puede ser un imparable catalizador.


7.- Las mujeres no somos autómatas. Nos gustan los detalles. No es necesario que te gastes el sueldo del mes en un collar de diamantes (que no estaría mal) o que nos lleves el desayuno a la cama (que tampoco estaría mal).

Hablo más bien de detalles del tipo

“Toma, nena, te traigo un detallito”
“Anda, ¿qué es?”
“Ese par de zapatos que dijiste mil veces que te gustaban”

Nos gusta saber que nos prestáis atención.




8.- Las mujeres no somos princesas. Los detalles están muy bien, pero no queremos depender de nuestras parejas, ni sentirnos tuteladas.

Una cosa es ser delicado, y otra ser un príncipe de Bequelar envuelto en nata montada. Un poco de picardía no está mal. Busca la novedad, no la llames “princesa” “reina” ni cosas parecidas durante el sexo (tampoco te vayas al otro extremo salvo que sepas que a ella le pone).

Este es más o menos el esquema que casi todas seguimos en el caso del sexo con amor (el caso del sexo sin amor no es un buen ejemplo en este momento, porque en esos asuntos el sexo es el motor, y si falla ya no hay más que rascar)

1.- Queremos sentirnos queridas.
2.- Queremos sentirnos deseadas.
3.- Queremos sentirnos únicas.
4.- Queremos sentirnos “malas” (léase “malas” en el sentido más pícaro de las expresión, por favor. Non confundir con “putones”)


9.- ¿Y si la chispa se apaga? Pues dale fuelle al fuego. Busca juguetes, organiza con ella una escapada,… la rutina nos machaca. A los dos. Y la solución puede estar tan cerca como el sex-shop de la esquina de la calle. No hace falta pasarse al BSDM para darle vidilla al asunto. A lo mejor unos condones de sabores, o un anillo vibrador son más que suficiente.



10.- Esta es la regla de oro.

Las mujeres somos como las duchas antiguas. Esas de fuelle, a las que había que darles con una manivela para que saliese el agua.

Necesitamos muchas pequeñas cosas para funcionar correctamente en la cama. Un gran gesto puntual y magnífico puede proporcionarte un gran polvo, pero difícilmente será la puerta a una gran vida sexual.

Damos mucha importancia a las cosas pequeñas, porque son pequeñas gotas que se acumulan y pueden desbordarnos para bien o para mal. Por eso, para lograr que una mujer desee sexo contigo –presuponiendo que le gustas y te quiere, obvius- lo mejor es provocarlo paulatinamente. Como en el caso de aquellas duchas del oeste, una vez que el agua comience a salir, sólo habrá que mantener un ritmo constante para que no deje de hacerlo.


AH!!! Una cosa más.

El órgano sexual más poderoso del mundo, al menos para las mujeres, es el cerebro. Un cerebro predispuesto, es un cuerpo predispuesto.



EDITO: Para contaros que la revista Elle se ha puesto en contacto conmigo y me han mandado su ejemplar de abril. Mañana os cuento todos los detalles.

SONIA TABOADA Y "LA NANCY COMPLEMENTOS"

Mis amigas me llaman “La Nancy Complementos”, y la verdad es que este apelativo hace honor con bastante fidelidad a mi carácter adictivo y casi febril con los complementos.




Mi armario es un batiburrillo de maxi-bolsos, hand-bags, clutches, cinturones, fajines, rebequitas, chales, pashminas, foulards… Las pulseras ya no me caben en la enorme caja de madera azul que las contenía hasta hace poco, y han comenzado a campar a sus anchas por la cómoda. Mi colección de pendientes ocupa toda una puerta del vestidor, y el enorme zapatero que adopté hace ya casi un año no ha sido capaz de frenar mi pasión por los tacones infinitos y la bailarinas extraplanas, lo que ha provocado que parte de mi colección, aún inacabada –sí, cariño, sé que cuando leas esto te dolerá, pero aún no tengo todos los zapatos que puedo ponerme, te lo aseguro- haya terminado exponiéndose al público sobre el parqué del dormitorio.

Pero de todos mis complementos, que, como veis, son muchos, los colgantes y collares son los que más asiduamente varío. Tengo cientos, diría que casi miles, de todo tipo, forma y condición. Desde niña me han gustado y son un regalo habitual en mi familia y pandilla. Un collar para la niña de los collares. Tengo tantos, y los uso tanto, que he termiado por comprar un perchero donde colocarlos a la vista, junto a mi espejo heradado -mi pequeño tesoro vintage-.



En mi pasado cumpleaños, mi amiga M.P. me regaló, además de un precioso conjuntito de lencería, un maravilloso collar en negro y oro. Enorme, de piezas grandes, de esos que me gustan a mi, capaz de convertir una anodina camisa blanca en un modelazo de morirte. Venía magníficamente presentado, en una pequeña bolsita negra, envuelto en papel negro y con un lazo plateado.

“¿Quién es la autora de esta obra de arte?”, me pregunté a mi misma y a mi amiga, y la respuesta fue: mi cuñada.


Y allí que me fui, a casa de la cuñada de M.P., que resultó ser, además de una diseñadora de collares y colgantes maravillosa, una mujer con un sentido del humor magistral.




Sonia Taboada comenzó a diseñar complementos de casualidad, que es como suelen empezar las cosas verdaderamente buenas. Siempre había tenido buena mano con esto del diseño y las artes plásticas, y de hecho sus marcos tenían ya merecida fama entre sus amigos y familiares.


Pero el caso es que un día, su cuñada le enseñó un collar cuyas piezas había sido compradas en Barcelona, y como Sonia en aquel momento, su etapa de mujer casada, no tenía demasiado ocupadas sus horas, le encargó a su cuñada que le trajese más piezas en su siguiente visita a la ciudad Condal. Con aquellas piezas fabricó su primer trabajo… y luego ya nunca más paró.



Las piezas de Sonia son únicas, como ella: no hay dos iguales. Cada collar, cada colgante, es diferente e irrepetible, y no acepta, en consecuencia, encargos masivos, aunque sí lo hizo en otros tiempos, poco después de separarse. De aquel error –porque fue un error. Lo de hacer varias piezas iguales, digo- aprendió dos cosas muy importantes: que no se pueden hacer dos collares exactamente iguales, y que la reiteración es enemiga acérrima de la creatividad.



Desde hace algún tiempo Sonia diseña sus piezas en colecciones, con un leit-motiv común pero con absoluta independencia, inspirándose sólo en lo que en ese momento le viene en gana. Un día está sentada en su sillón, acompañada de su dos pequeños perros, y decide “mira, voy a hacer un collar así”… y lo hace. En nada, en quince minutos, en media hora… en lo que dura la pausa de publicidad de tu serie favorita, Sonia te fabrica artesanalmente una pieza única.



La creatividad de Sonia no tiene fronteras. Habitualmente utiliza piezas enormes, como su imaginación, y no siempre son fáciles de conseguir. Por eso, la reutilización es su lema. Un servilletero puede ser una maravillosa pieza central en un colgante único, y una pulsera desmontada mil veces y recompuesta combinada con otros abalorios, es al final un collar exquisito.

Sé de buena tinta que algunas de sus clientas habituales, que las tiene, le hacen encargos concretos para vestidos especiales, para fiestas excepcionales, para recepciones exquisitas… y Sonia, en su inmensa creatividad, diseña y elabora complementos únicos para ellas… y para todo el que las desee.


Eso sí, ella es creativa, pero no una comercial nata. Al principio le constaba tanto vender sus creaciones que sus amigas organizaban auténticas excusiones a su casa, tipo “Tupper ware” o “Tupper sex” en versión “Tupper complementos”. Así fue como muchas de sus actuales clientas dieron con ella.



Sonia cuida tanto sus creaciones como el envoltorio que las presenta: en un exquisito papel cebolla negro, con su lazo plata y en una bolsita negra firmada por ella misma. Bajo el paquete, una tarjeta con su número de teléfono anotado de la forma más curiosa que he visto, escrito a mano con pluma plateada y en letras en lugar de en números.


Lo de incluir el teléfono es todo un detalle, porque Sonia, como los grandes distribuidores, acepta cambios y devoluciones… incluso se ha encargado en ocasiones del mantenimiento y arreglo de algunas piezas deterioradas por el uso.



Su último hit, unos colgantes en forma de graciosa muñequita multicolor, cuelgan de la pared junto con la colección de primavera. Todos los collares tienen una pequeña, casi invisible etiqueta, con el precio. El tamaño de la etiqueta es correlativo al de los precios de sus obras: entre 10€ y 30€ de media, con algunas piezas, excepcionales, sacadas de anticuarios o adornadas con piedras, de precio algo más elevado.



Como se puede presumir, lo que iba a ser una visita para hacer este reportaje, se convirtió en una tarde de compras en toda regla: me llevé a casa una pieza maravillosa en plata y burdeos, y aproveché para regalarle a mi sister por su cumpleaños un colgante con piedras violetas y piezas en plata sencillamente espectacular, pero lo realmente increíble es que no haya dejado a Sonia sin existencias, teniendo en cuenta que todo me gustaba. A lo mejor contribuyó el hecho de que no acepte Visa. Nadie es perfecto.

Sé que los complementos asequibles, exclusivos y diferentes no son precisamente un bien común, y precisamente por eso mismo debería guardarme el secreto, para lucir en pieza única estas pequeñas obras de artesanía... pero qué quereis, yo soy así, generosa y bocazas. Así que voy a ser una blogger como Dior manda y voy a dejaros el contacto personal -y profesional- de Sonia Taboada, para que podais ver toda su obra (tiene fotos de muchos de sus trabajos), y os permiatis un capricho de cambio de temporada que os cambie completamente el look. ¡¡¡No dejeis desnudos vuestros preciosos cuellos esta primavera, chicas!!!

kissesmonbella@yahoo.es


Decid que vais de mi parte, aunque no os hará falta, porque Sonia trata fenomenal a todas sus clientas, como buena profesional que es.

Ahora que llega el buen tiempo, y podemos lucir escote...¿por qué dejarlo desnudo pudiendo vestirlo como se merece?

TRES PUNTOS

Este post es lo que mi abuelo llamaba "un sin dios". Algo sin pies ni cabeza, donde se mezclan churras con merinas, pero que me servirá para responder algunos comments -gracias chic@s- y para desearos feliz semana santa a todos.

Aquí van los tres puntos del día


1.- Soy un desastre. Hace mucho, mucho tiempo que Single & Fabulous me nominó para un premio, que evidentemente agradezco ad infinitud, pero que me pilló de viaje y no colgué hasta ahora.

Ya he dicho en otras ocasiones que a mi esto de los premios me emociona enormemente, porque me da como alegría que os guste lo que hago, sobre todo teniendo en cuenta que lo hago por puro vicio, vamos.



En fin, que gracias, mil gracias!!!

2.- Evamar me ha nominado a un Meme nuevo, una oportunidad maravillosa de haceru na de esas listas que tanto me gustan. Así que aquí va el meme:

8 cosas que me apasionan:

1- Mi familia (eso incluye a mis amigos y a mi chico)
2- Mi trabajo
3- Ir de tiendas
4- Estrenar lo que he comprado
5- La música
6- Recibir/hacer un regalo
7- Viajar y conocer sitios y personas nuevas y diferentes
8- Descubrir una capacidad oculta

8 cosas que quiero hacer antes de morir:
1- Sentirme realizada
2- Dirigir una revista o un periódico
3- Viajar a muchos, pero que muchos sitios
4- Entrevistar a toda esa gente que admiro
5- Encontrar el LBD perfecto
6- Asistir al Front Row de algún desfile que me apasione
7- Comprarme un coche que me alucine. Por ejemplo, un Porche 911 descapotable
8- Decirle a todo el mundo que quiero lo mucho que les quiero

8 cosas que digo a menudo:
1- Tacos, constantemente
2- Increíble
3- Si, hombre, en eso estaba yo pensando (léase con tono irónico)
4- Tócate las bolas (léase con cabreo)
5- Me apasiona
6- Se me olvidó (esto ahora lo digo menos gracias a mi Pda)
7- Te quiero
8- ...si te parece


8 libros que he leído últimamente:

1- El Pájaro que da cuerda al mundo (Haruki Murakami)
2- El Niño del Pijama a Rayas (John Boyne)
3- El Ángel Más Tonto del Mundo (Christopher Moore)
4- Por qué los Hombres no Escuchan y las Mujeres no Entienden los Mapas (Allan y Barbara Pease)
5- La Inteligencia Emocional (Daniel Goleman)
6- Mi Perro Idiota, La Orgía y Al Oeste de Roma (John Fante)
7- el Misterioso Incidente del Perro a Medianoche (Mark Haddon)
8- Tokio Blues (Haruki Murakami)


8 canciones que escucho una y otra vez:


1- Back to Black - Amy Winehouse
2- La Revolución Sexual – La Casa Azul
3- Cuestión de Fe - Fangoria
4- Día tonto - Pastora
5- She – Sugarplum Fairy
6- Girls in Leather – The Blows
7- Annies Angle – Mando Diao
8- Como un Lobo –Miguel Bosé y Bimba Bosé

8 cosas que me atraen de mis amigos:

1- Son ellos
2- Cuando menos lo esperaba, estuvieron ahí
3- Siempre saben cómo hacerme sonreír
4- Puedo discutir con ellos y que no pase nada
5- Saben cómo sacarme de una depresión
6- Son únicos
7- No esperan nada de mi
8- Me ven con cristal de color de rosa


8 blogs que nomino:

Aquí lo dejo a libre elección de los implicados. Por mi, todos los de la barra lateral estáis nominados.


3.- Me voy de vacaciones
. Esta Semana Santa estaré paseando y comiendo por el norte de Portugal, muy bien acompañada y tremendamente entretenida, lo que me hace suponer que actualizaré más bien poco, por no decir nada, antes del lunes 24, así que…


…FELIZ PUENTE, BLOGGERS!!!

PARTY MONSTER

Señores, ya es oficial: Desde ayer mismo servidora ha entrado de forma irremediable en el último año de la veintena.

Eso sí, he entrado como salen los buenos toreros: por la puerta grande. Rodeada de amigos y pasándolo como una niña en una fiesta divertidísima en la que no faltó de nada.

A mi siempre me ha encantado organizar fiestas. Es una especie de hobby que tengo. Y me da lo mismo que la fiestas sea mía o de otro, lo importante es que sea.





Me gusta hacer listas de invitados, comprar servilletas de colores, colocar el hielo en su cubitera y esparcir vasos y botellas por toda la casa. Me encanta presentar a la gente y darles temas de conversación, y seleccionar cuidadosamente la música. Hombre, lo de limpiar al día siguiente ya me hace menos gracia, la verdad, pero también es cierto que las últimas fiestas que hemos organizado han sido bastante civilizadas, y no hemos tenido demasiados problemas en la post-celebración. Y que cuento, claro, con la ayuda inestimable de P., que es un hacha de la organización y la limpieza.

La fiesta del sábado, a juzgar por los sms y e-mails recibidos, fue bastante exitosa. Tampoco salió nada mal el concierto del sábado pasado, en el que hicimos coincidir a dos grupos emergentes que no se conocían previamente: Los Justicieros y Los Abrasivos.




Vamos, que después de unos cuantos años organizando eventos de todo tipo en el terreno personal, y tras cuatro años de intensa experiencia en el campo de las relaciones públicas organizando eventos sociales, desde conciertos a presentaciones de campañas, creo que puedo afirmar rotundamente que existen ciertas normas que ayudan, y mucho, a que una fiesta salga como dios manda.


Y no os creáis que son normas demasiado complicadas. Al contrario, es más bien una cuestión de sentido común. Pero como el sentido común en ocasiones es el menos común de los sentidos, aquí van las…

… 10 NORMAS BÁSICAS PARA QUE UNA FIESTA SEA UN ÉXITO.

1.- Elabora una lista de invitados como Dior
manda. Si la fiesta es personal, es bastante fácil. Si es un tema de trabajo, la cosa puede complicarse, pero básicamente debes preocuparte de evitar que haya invitados enemistados a muerte, y que la gente desconocida entre ellos sea presentada convenientemente.

Que no te importe si se juntan grupos diferentes, ya te encargarás de que se mezclen y acoplen unos a otros. Eso sí, ten en cuenta el aforo del local donde celebras la fiesta y nunca lo sobrepases. Es casi tan importante como no quedarse corto (imaginaos una fiesta en Pachá con 15 invitados. Penoso, ¿no?).




2.- Escoge convenientemente el lugar de la celebración. Si es un concierto lo que estás organizando, la sala que elijas debe ser adecuada a las condiciones del grupo. Si es una rueda de prensa, has de tener en cuenta la buena situación y acondicionamiento del local. Si es una fiesta social, debes barajar las diferentes posibilidades: alquilar un local, cerrar un bar, celebrarla en casa…

A mi me encanta hacer fiestas en casa, pero requiere una pequeña labor de coordinación previa y posterior. Retira los elementos molestos, no dejes demasiadas sillas colocadas, a no ser que se trate de una cena, y ten en cuenta que en una fiesta es más que factible que algo se rompa: no saques la cristalería de bohemia. Ah, y recuerda que la día siguiente deberás limpiar, eso hay que tenerlo en cuenta.






3.- Trata de confirmar con antelación la presencia de la gente. De ese modo evitarás excederte con las compras de bebida o comida, o con las fotocopias del dossier en el caso de una presentación.




4.- En las fiestas sociales, mejor que sobre que no que falte. Entérate de lo que beben habitualmente tus invitados y aprovisiónate convenientemente. El hielo, que es un tema peliagudo, es uno de los elementos que pueden echar a perder una fiesta con mayor facilidad. Si la fiesta es en casa, vacía el congelador y llénalo de bolsas de hielo.


5.- Que no falte algo de picoteo. Beber se convierte en algo peligroso si no pones al alcance de todo el mundo algún que otro colín al menos. Opta por platos que no requieran ser servidos en caliente, y que no precisen de cubiertos. Los canapés, los sandwichitos, los quesos y fiambres y demás “comida con las manos” son siempre una buena opción.


6.- Cuida el ambiente. No es lo mismo organizar un concierto que una rueda de prensa que un cumpleaños. Las luces, la música, la colocación de las sillas… todo cambia. Si se trata de una fiesta social, escoger cuidadosamente la música y procura grabarla en tu i-pod o en un cd en mp3, para no tener que cambiar constantemente de disco. Que sea variada, animada y colorida. Nada de boleros lacrimógenos o de gregoriano, y, si puedes, evita los super hits salvo que quiera a todo el mundo bailando sobre las mesas. Mejor que la música anime y acompañe.





7.- Presenta a la gente. Sobre todo si hay grupos y no se conocen entre ellos. Tu labor consistirá en presentarles, poner en antecedentes a la persona en cuestión “Fulanito, te presento a menganito. Fulanito es compañero de trabajo, nos conocemos hace años. Menganito es amigo de la infancia, nadie conoce más trapos sucios de mi vida que él”. Una vez presentados ya no depende de ti que se lleven bien o mal, pero es importante que la gente no se sienta muy aislada. Esta es, al menos para mi, la parte más difícil. En las fiestas de trabajo no me resulta complicado, pero en las personales suelo terminar con una copa o dos de más, y llegado un momento ya no presto atención a esas cosas.






8.- En cualquier tipo de fiesta en la que sirva bebida, nada de vasos de plástico, por favor. Sí, son cómodos, no requieren ser fregados a la mañana siguiente y no se rompen, pero son una cutrada. Mucho mejor los de cristal. Si la fiesta tiene pinta de terminar en desmadre, compra unos cuantos a buen precio en cualquier tienda (Pórtico, Ikea, Casa…) y despreocúpate. Si es más tranquila, pues entonces los que tengas en casa son buena opción. He de decir que llevamos años organizando fiestas en casa y sólo en una ocasión se rompió un vaso, en un accidente de lo más tonto.






9.- Permite a la gente sentirse como en casa, aunque esteis en un local alquilado o en tu salón. Si quieren cambiar la música, que lo hagan; si se ofrece un dj desinteresado, que se explaye a gusto; si alguien quiere mover una silla, que la mueva. Restricciones, las justas y necesarias, ni una más.





10.- Y la más importante de todas. Disfruta de tu fiesta, tanto si es tuya de verdad como si se trata de un evento de trabajo. La gente nota cuando el anfitrión lo está pasando mal, agobiado y distraído con pormenores. No olvides que es una fiesta, no un examen. Si algo sale mal, ya se arreglará.




P.D.: Quiero dedicar este post a “las niñas” y “los niños”, mis amigos de toda la vida, con los que he organizado las mejores fiestas del mundo. Desde los cumpleaños en casa de G. hasta los fines de año en La Entreplanta. Y a P., con el que organizar una fiesta es siempre algo excitante y divertido.

EL UNIFORME

Cuando era niña estudiaba en un colegio en el que el uniforme era obligatorio.

Consistía en un pichi azul marino, un polo blanco, medias azules y zapatos “negros” (jamás lo entenderé). Era lo más desfavorecedor del mundo, y desde que tengo uso de razón he odiado ese uniforme.


Y diréis vosotros, “¿y a nosotros qué nos importa?”.

Pues veréis, ayer, comentando este tema con unas cuantas mujeres, llegué a la conclusión de que ese uniforme fue precisamente el causante –bueno, uno de ellos- de que la moda me apasione.

Mi madre cosía estupendamente, y tenía un ojo de lince para el patronaje, así que desde niñas mi hermana y yo hemos ido siempre impecablemente vestidas con los modelitos exclusivos que mi madre y mi abuela se inventaban. Vestidos con nido de abeja, conjuntitos ideales de camisa bordada y falda plisada, jerseys con diseños maravillosos y cuellos imposibles…


Comprenderéis, pues, que para mi la obligatoriedad del uniforme suponía renunciar a un armario colorido y maravilloso que me hacía sentir una niña especial. Ponerme el uniforme cada mañana era para mi un horror inevitable que había que sufrir y que trataba de paliar con los accesorios más llamativos posibles (desde carteras y estuches hasta lazos del pelo, todo valía), y que me forzaba a fijarme por la calle en las maravillosas prendas que las “niñas de colegios sin uniforme” lucían. Luego fueron las revistas de moda, los estilismos de las películas, los de las series de televisión y los de los cantantes que tanto adoraba y que desde luego marcaron en buena medida mi forma de vestir (y no, yo no fui de las de Rick Ashley… más bien de las de Alaska y Loquillo)


Con los años los conjuntitos de mi madre comenzaron a parecerme aburridos. En mi adolescencia, la niña insegura y deseosa de reconocimiento que yo era lo que quería era vestir “como las demás” (malditas ansias de pertenencia la grupo). Yo quería modelitos de Tintoretto, Don Algodón y Traffaluc, que era lo que mis amigas se ponían.


Aún recuerdo con horror como en una ocasión, invitadas a una fiesta, mi amiga E. y yo aparecimos vestidas exactamente iguales. Y digo exactamente con todas las letras. Misma camisa, mismos vaqueros, mismas zapatillas… hasta el mismo cinturón.

De todos modos, incluso en esa época en que mis ansias de mimetización me llevaron a imitar todo lo que mi pandilla se ponía, siempre he tenido un “puntito” particular y rebelde. Yo soy así.

Ahora, miles de años después, viendo las fotos, descubro que nunca he vestido igual que nadie. Sí con las mismas prendas, pero no igual. Y eso refrenda mi teoría de que la ropa, la vestimenta, forma parte del “yo” que somos.

En cuanto tuve oportunidad abandoné para siempre aquel odiado uniforme y jamás regresé a él, salvo para la graduación, en la que era imprescindible.

Cada vez mi estilo era más personal, aunque no siempre afortunado. Pero he de decir que la cabeza muy alta que mis experimentos estilísticos me llenan de orgullo, porque, a pesar de sus en ocasiones nefastos resultados, sirvieron en su momento para expresar cómo me sentía, y para forjar un bagaje de mi estilo actual.


Pasé de la etapa mimética a la etapa “soy diferente”, de esa a la de “soy estilosa”, de aquella a la de “soy especial”, y, ya entrada en la veintena, aterricé consecutivamente en las etapas de “soy trendy” y “soy fashion”.


Como veis, para mi la ropa, la forma de vestir, ha sido siempre una forma de marcar mi estado de ánimo, mi forma de pensar, mi diferencia personal y hasta, en mi etapa más gregaria, mi pertenecía a un grupo determinado.

Este fin de semana cumpliré 29 añazos. Y, evidentemente, celebraré una fiesta con todos mis amigos y seres queridos. Una fiesta en la que sonarán los discos que marcaron otras etapas y los que marcan esta que ahora comienzo, y en la que no habrá uniformes, porque cada uno vestirá a su manera (aunque más de uno acabe llevando prendas muy pero que muy parecidas). Y seguro que entre los regalitos que caigan habrá más de una y de dos bolsas de tiendas de ropa y complementos. Es una constante en mis cumpleaños, y es una constante que adoro.

Ayer me pasé media noche pensando qué demonios iba a ponerme para la fiesta del sábado, y finalmente opté por un minidress de punto fino en color gris marengo de Pepa Karnero, con bolsillos y cuello capucha, medias del mismo tono, pumps amarillos, un broche enorme amarillo, negro y blanco y cartera de mano en amarillo y negro.


Y una vez que había decidido mi estilismo, me dormí tranquila. Primero, porque me gustaba lo que había elegido. Segundo, porque me pareció muy representativo de mi etapa actual. Y tercero, porque, por muchos años que hayan pasado, sigo siendo la misma niña que, vestida con aquello horrendo uniforme, dibujaba modelazos imposibles en los bordes de la carpeta para que su madre los transformase en realidad, mientras soñaba con un vestidor enorme y perfecto.