EL ARTÍCULO DE J.J.J.

Bueno, lo prometido es deuda.

Tengo pendientes un par de post, ya casi terminados, que colgaré antes de que empiece noviembre... pero el que más me apetecía dejar ya publicado era este.

J.J.J., periodista y amigo, se ofreció voluntario para, una vez al mes, aportar una visión masculina de mis post más "femeninos", aquellos que buscan su base en la revista Elle. Este mes, el polémico post sobre la prostitución, y las posibilidades de legalizarla, centró la mayoría de los comentarios que dejasteis en el blog.

J.J.J me ha enviado su artículo... y después de comprobar que los ánimos se habían calmado, aquí os lo dejo para deleite de lectores, bloggers varios y amigos de la curiosidad y la polémica.



ESTA ES LA VISIÓN QUE J.J.J. TIENE DEL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN.

Hay temas que sin ningún motivo aparentemente se ponen de actualidad y empiezan a generar polémica donde antes apenas la había.

Con la prostitución ha pasado esto, debido a que en determinados medios de comunicación se ha debatido mucho sobre el tema últimamente. Esto, unido a las protestas de asociaciones de vecinos o religiosas, que piden que se erradique este “gran problema“, han puesto mas de actualidad que nunca este tema.

La prostitución en si no es ningún problema. Es el oficio mas antiguo del mundo, existió desde que el hombre es hombre y hoy en día existe en todos los países tanto del primer como del tercer mundo. El problema es la falta de regulación de este oficio lo que lleva a la existencia de mafias, esclavitud, enfermedades y marginación de un colectivo que carece de sindicatos o representantes serios que defiendan sus derechos y sus opiniones.

Legalizando la prostitución se acabaría, en gran medida, con todo esto. Imaginémonos que en España se normaliza. Al convertirse en un trabajo como otro cualquiera las prostitutas tendrían seguridad social y habría controles médicos e higiénicos. Así se reduciría considerablemente el número de contagios tanto de las prostitutas como de los clientes.

Otro de los principales argumentos de los que desean abolir la prostitución (algo totalmente imposible) es la esclavitud a la que muchas mujeres se ven sometidas. Aunque no es un porcentaje tan alto como mucha gente piensa ( la prostitución voluntaria es lo habitual, aunque son datos difícilmente cuantificables), si que es un gran problema que también se erradicaría en gran parte con la normalización. Al ser un trabajo amparado por el Estado las mafias tendrían poco que hacer, aunque siempre estarán ahí. Recordemos que cada año la policía descubre algún zulo donde decenas de costureras chinas son esclavizadas a trabajar día y noche en condiciones infrahumanas. Sin embargo nadie cree que se debiera de ilegalizar este trabajo. Hay que combatir la esclavitud en todas sus formas y no relacionarla con la prostitución como si fuesen la misma cosa.

También es terrible que menores ejerzan la prostitución (obligadas o no). Con la normalización este problema disminuiría significativamente. Se pondría una edad mínima para empezar a ejercer (los 21 en mi opinión). La policía actuaría y multaría con dureza a los padres o quien sea que permita a la menor prostituirse, al igual que a los club que las contratasen.

En la actualidad cuando una prostituta no puede seguir ejerciendo no tiene nada (ni paro, ni seguridad social, ni jubilación) y es probable que termine en la miseria o cometiendo delitos (robos o trafico de drogas).

Otro argumento recurrente por los anti-normalización es que se dispararía el número de clientes. Eso es muy difícil que pase en España porque ya estamos a la cabeza de la Unión Europea.

Al día se gastan en España 50 millones de Euros en prostitución, 18.250 millones de Euros al año. Toda esta barbaridad de dinero negro dejaría de serlo y el Estado podría hacer importantes labores sociales con el.

En España hay unos 15 millones de hombres entre 16 y 46 años (los potenciales consumidores) que se gastan una media de 1.200 Euros al año 100 al mes. El 6% de los españoles consume prostitución habitualmente. Hay 400.000 prostitutas, una por cada 38 hombres. Entre un millón y millón y medio consumen cada día. Cada empresario del sector ingresa por cada prostituta 45.000 Euros al año.

El periódico El País presenta diariamente 702 anuncios de contactos, lo que le reporta 5 millones de Euros al año. El Mundo 672, ABC 225 y La Razón 91.

Todos estos datos provienen de una comisión mixta de los derechos de la mujer de 2007 y a pesar de ser tan apabullantes recomendó al Congreso que no se regularice. Curioso, pues en una encuesta de El Pais.com donde preguntaban a sus lectores si debería de regularizarse la prostitución ofreció estos resultados: si 74%, no 24%, no sabe 2%. Afortunadamente los ciudadanos de este país tienen mejor criterio que los políticos que los representan.


J.J.J



SUENA EN MI I-POD: P. recuperó hace unos días la discografía de Los Hermanos Dalton, un grupo que escuché hasta la saciedad en mis primeros años universitarios. Hasta los vi en directo en una sala de Carabanchel... madre mia, hace un millón de años. Me he reencontrado así, de golpe, con su tema "Los Latidos de Siempre", sacado de un sencillo con el mismo nombre, del año 1993, y reincorporado luego al lp "Vitamina D", del año 1996. No os los perdais.

EL AMOR Y OTRAS ENFERMEDADES -Last Chapter ... o al menos hasta ahora-

“Esto no es buena idea”.


Eso era lo que repetías con cada movimiento de muñeca. “Esto no es buena idea”… y, de repente, ya no había camisa sobre mi cuerpo… “Esto no es buena idea”… y el pantalón, a los pies de la cama… “Esto no es buena idea”… y tus dientes, marcados en mi vientre a fuego lento. Perdí la consciencia, pero gané en sentidos. Y descubrí algunos que no sabía que tenía.

No era buena idea, eso era cierto. Compañeros de trabajo, buenos amigos… demasiada confianza para mezclar sentido y deseo. “Me complicarás la vida”, pensé. Pero sentí tus manos hundiéndose en mi espalda… y ya no pude seguir pensando.


Cuando a la mañana siguiente recuperé la cordura, y fui consciente de mi propia desnudez sobre tu cama, me asombró la naturalidad con que acepté lo sucedido. Tenía que pasar. Y pasó. Y ya nunca hubo marcha atrás posible, aunque nunca lo supimos.

Meses antes te habías colado en mi vida como un torbellino en medio de mi tormenta. Yo vivía la vida loca, de puerto en puerto, de cama en cama. Tú, otro tanto de lo mismo. Quizás por eso bajé la guardia, nada hacía sospechar que acabaríamos besándonos las noches de domingo.


Si acaso, algún roce concupiscente, eso sí lo sospeché. Sobre todo aquella noche en que nos vimos obligados a compartir colchón en una cama estrecha y tiritante. Amanecer a tu lado se me hizo tan fácil… no podía ser normal. Pero sumergida como estaba en experimentar a toda prisa, echar el freno para pensar con calma era algo más que improbable, imposible. Sigamos corriendo.

Y corrimos. Corrimos mucho y muy rápido. Detrás de las entrevistas, de los conciertos, de las noches locas en las que terminábamos bailando juntos en la pista de cualquier pub… nos convertimos en una especie de siameses, tanto monta, monta tanto…

Y de repente, aquella noche, empapada por el aguacero de un diciembre extraño y brillante, me encontré en tu cama, acurrucada, ebria de alcohol y de emociones, desinhibiendo mis sentidos en pos de un cuerpo que, ahora lo sé, ya había soñado antes.

La mañana siguiente fue tan natural que mi confianza se elevó hasta el infinito. Aquí no ha pasado nada, me decía. Es sólo el roce, que provoca el deseo… pero era algo más, y engañarme era inútil.

Cada vez eran más las noches que compartíamos colchón, además de confidencias. Cada vez eran más las sobremesas de siesta acurrucados. Cada vez eran más las tardes de domingo en pijama… y cada vez me juraba que lo nuestro era pasajero, que nada impedía buscar otros refugios… pero lo cierto es que ninguno me abrigaba como el tuyo, y, cada vez más, me fui haciendo tuya sin saberlo, sin quererlo, sin buscarlo.


Comíamos juntos, dormíamos juntos, trabajábamos juntos… y nos obligábamos a no clasificar aquel despropósito dentro de nada que incluyese la palabra amor. Amigos, amantes, compañeros. Un ratito… que duraba ya meses. Que cada vez era más largo. Que cada día era más tierno.

Y un día me encontré a mi misma besando tu espalda desnuda en la cocina. Y me di cuenta de era nuestra cocina, tuya y mía… y me dio vértigo. Fue entonces cuando me di cuenta de que aquella pasión que me empujaba entre tus brazos cada noche me había impedido darme cuenta de lo evidente: me tenías embaucada… y ya era tarde. Touché.


Me complicaste la vida, es un hecho. Y, sin duda, no fue nunca buena idea. Pero hay errores que merece la pena cometer, reiteradamente, cada día, cada noche, cada roce… Eres, y ahora lo sé con certeza, la mejor peor idea que he tenido. Y espero estar equivocada para siempre.


SUENA EN MI I-POD: Ponerle banda sonora a esta historia ha sido mucho más difícil, porque por miles de motivos la música ha marcado mucho nuestra vida, pero si tengo que elegir, elijo el tema De viaje”, de Los Planetas, del disco “Super 8”. Recuerdo como si fuese hoy aquella mañana, y la voz de J. en mi cabeza, despertándome de un sopor extraño y cálido… abrí los ojos y frente a mi, de espaldas, vistiéndose, estaba P. Y aunque quise negarlo mucho tiempo, me dio un pellizco el corazón. Y me lo sigue dando cada vez que me lo cruzo por el pasillo de casa, o cuando abro los ojos en medio de la duermevela y tropiezo con sus brazos desnudos arropándome.

Eres el mejor error que he podido cometer… y mira que he cometido muchos.

EL AMOR Y OTRAS ENFERMEDADES -Parts III & IV-

He dicho que fueron cinco historias las que marcaron mi devenir sentimental adulto… pero las historias tres y cuatro no pueden contarse por separado, así que no tengo más remedio que escribirlas a la vez, tal y como sucedieron.

Entraste por aquella puerta con tus ojos verdes y tu cara de niño travieso y la redacción se volvió loca… bueno, muy cuerda ya no estaba, la verdad.




Pero es que chico, eras tan, pero tan… morboso. Parecías un adolescente sacado de una película erótica, con esa expresión entre distraída y superior, y como el panorama masculino no era precisamente boyante en aquella empresa… además no hablabas, así que no sabíamos si calificarte de tímido o de borde. Qué intriga, por dios.

Entraba en aquel rinconcito, atestado de videos y monitores, y saltaban las chispas. Aunque lo cierto es que no recuerdo haber cruzado una sola palabra contigo hasta algún tiempo después, en una fiesta extraña en casa de un compañero. Nos sentamos en el mismo sofá y ya no nos separamos en toda la noche. Amanecimos en el portal de casa de mis padres, cansados y desorientados, y con a libido a flor de piel.

Un mes después celebré una fiesta en casa de mi amiga Pi. Al salir de la redacción gritaste “Nos vemos esta noche”. Y en tu tono de voz adiviné lo que venía a continuación, aunque quise negarlo.

A las 5 de la mañana nuestros cuerpos eran imanes industriales. No sé cómo ni por qué terminamos en el suelo de una casa ajena a ambos, desnudos y empapados, locos de remate.

Cuando a la mañana siguiente A. me preguntó dónde había dormido su respuesta fue “se veía venir”. Tan evidentes eran nuestros cuerpos.






Salí del local porque no tenía cobertura, y no conseguía entender lo que L. me gritaba al otro lado de la línea… y allí estabas tú. Vestido de niño bueno y con tu sonrisa de diseño, tendiéndome tu móvil “si no funciona el tuyo usa el mío”, dijiste sin pestañear. Eras tan guapo que me resultaba incomprensible verte ahí solo.










Al colgar te agradecí el gesto con una sonrisa y me preguntaste “¿Era tu novio?”. “Un amigo”, dije… y no mentía. “Los míos han quedado en venir ahora”… “Pues nada, pásalo bien”… y entré de nuevo en un Studio80 donde mis amigas todavía desentrañaban las caricias concupiscentes de la noche anterior.

Mientras bailaba en la pista, Pi me hizo una seña “Ese tío de la barra te llama”… sonreías con dos cervezas en la mano y casi me derrito al darme cuenta de que una era para mi. Ya no vi a mis amigas en el resto de la noche.







Era vernos, y enloquecer, todo uno. Tus aires de Ewan McGregor patrio me hacían perder el juicio y la ropa interior con demasiada facilidad, aunque no es menos cierto que mi resistencia era menos que poca. Ese toque chulesco, entre canalla y juerguista, me mantenía ocupada en otras cosas.







Nuestro segundo encuentro fue más fácil, pero no más buscado. Como el tercero, como los mil restantes. Nunca nos buscamos, pero nos encontrábamos con tanta naturalidad que asustaba. Y nunca quisimos otra cosa que encontrarnos, e intercambiar discos y palabras con doble sentido, para buscar luego las dobleces de los cuerpos. Nuestro secreto a voces nos hacía poderosos, y a mi me gustaba tanto jugar a ser Mrs. Robinson… ahora miro atrás y me pregunto quién pervertía a quien.







Me resistí a quedar más contigo porque sabía que era difícil que aquello acabase bien. Demasiado bueno… tú, digo, para una chica que en esos momentos gozaba tanto de ser mala que no sabía, no podía, no quería parar. Pero la quinta vez que me invitaste a cenar dije que sí. Me pillaste baja de defensas.

Me recogiste en la puerta de aquella nave en tu coche azul y me preguntaste si me gustaba el marisco. Me reí de la ocurrencia… y de que me abrieses galante la puerta del coche.







Cenamos en un puerto cercano, a la luz del faro, y terminamos en tu casa abrazados. Yo no quería quedarme a dormir. Demasiado íntimo… pero eras tan dulce, y yo tan débil… era tan agradable ser la princesa aunque me quedase mejor el traje de la bruja…

Dos días después estábamos tomando café con mis amigas un domingo por la tarde. Y yo me sentía bipolar mientras me cogías la mano y sentía candor y dulzura, pero no magia.







Magia la sentía contigo, pero magia negra. Una especie de hechizo brujo que sobrevenía con dos copas de más. Nos gustaba torturarnos, jugando al gato y al ratón, porque sabíamos que el alma era de otros, pero el cuerpo era nuestro. Y lo hacíamos vibrar intermitentemente, noche sí, noche no, buscando esa chispa que salía de la nada. Éramos un sueño lúbrico adolescente puesto en práctica. Sin celos, sin posesiones, sin necesidad de nada más que un colchón o un asiento de atrás con los cristales empañados y la radio haciendo sonar a Los Piratas mientras nos marcábamos los dientes en una piel salada y blanca que nunca fue nuestra, que robábamos por un tiempo.







Éramos una escena de esa película erótica vista en secreto de adolescentes, soñada tantas veces en solitario… éramos actores de nuestra propia fantasía. Matahari y James Bond.

Siempre supiste que no íbamos a ningún lado… yo nunca pensé que aquello fuese a llegar a nada… y sin embargo lamenté un poquito aquel polvo de despedida.




La noche que me regalaste una rosa roja mientras me separabas la silla del restaurante de moda… esa noche supe que yo no era para ti.

Tú buscabas una princesa a la que regalar joyas y enviar poemas, y yo me sentía incómoda en ese papel. Una impostora bañándose desnuda, a la luz de la luna, en tu piscina de ensueño. Fue un baño extraño y a la vez agradable, pero sabía que la huella de aquella noche sería como las de nuestros pies al salir del agua: efímera.







Fue nuestra última noche juntos, aunque nunca rompimos de verdad. Dejamos de llamarnos. De repente yo no podía quedar nunca… tú pillaste la indirecta a la primera. Siempre fuiste un chico listo. Listo, y muy bueno. Demasiado bueno para mí, que perdía el sujetador cada viernes impar en la cama de un chico malo, que jamás fue tan malo como pretendía.

Años después volvimos a cruzarnos, de copas. Entre la multitud adiviné tu rostro, y me sonreíste, como la primera noche. Al día siguiente recibí tu llamada, pero la chispa se había ido. Quizás nunca había estado. Me contó una amiga que se cruzó contigo y le dijiste que había sido una pena, que yo te gustaba mucho… Una lástima que mi disfraz de princesa no me siente como un guante.







Recuerdo perfectamente lo que dijiste aquella noche en la tarima del Playa. Me dijiste “Ya lo sé”. Y no hizo falta añadir nada.

Hacía un tiempo, poco, muy poco, que P. había entrado en mi vida para descolocar mis cajones, mis armarios, mis repisas… Y aunque fingí no saber de qué me hablabas los besos de esa noche fueron diferentes.

Me levanté por la mañana y me marché, como siempre, sin despedirme y sin dejar una nota. Miré atrás para grabarte en mi retina y cerré la puerta sabiendo que a veces no hace falta decir adiós para despedirte de alguien. Nosotros hablábamos mucho mejor entre gemidos, animales como éramos cuando estábamos juntos.

No volví a pensar en ti como antes, no volví a desearte como entonces, pero creo que en el fondo nunca te he perdido. Quizás sea por lo mucho que me diste sin saberlo. Aún conservo una nota preciosa en la que escribiste “Cuídame mucho, porque estoy muy frágil”. La pegaste en una figurita recompuesta. Y yo supe que hablabas aún de nuestro recuerdo.







Es difícil retener a quien quiere escaparse.





SUENA EN MI I-POD: “Quiero hacerte gritar”, de Los Piratas, del disco “Quiero hacerte Gritar”. Sonaba en aquel coche una noche etílica y carnal en la que llegué a casa con los dientes marcados en un hombro… y sonaba también en aquel dormitorio de ensueño en el que me dijiste “te quiero”, y te hice callar a tiempo. Dos versiones de la misma historia.

EL AMOR Y OTRAS ENFERMEDADES -Part II-

El segundo amor que marcó un punto de inflexión en mi vida no llegó a ser nada más que un "quiero y no puedo". Pero fue muy importante para mi, porque recuperé la seguridad en mi misma al descubrir que alguien como C. sentía algo por mi. Nos hemos vuelto a ver alguna vez, de casualidad, y siempre nos tomamos algo.

No recuerdo cómo ni por qué te di mi número… pero el caso es que te lo di.




Creo que fue en el Montesol, que ya no existe. Yo estaba de copas con unos amigos, y trataba de zafarme de las zarpas de un pesado… y apareciste tú, como un caballero andante, con sonrisa socarrona, a vacilar al pobre chaval… total, que nos pusimos a charlar y se ve que me embaucaste, porque yo no le doy el teléfono al primer guaperas que me invita a una copa en un bar… o a lo peor es que esa copa no era la primera…


El caso es que llamaste. Y esa misma noche, que impaciencia, a penas unas horas después. Te dije que no, y S. me echó la bronca. “Luego dices que no ligas, tía”. Que sepas que si nos enrollamos fue, en parte, gracias a S.

La discoteca estaba al lado de mi casa… pero al salir me fui contigo, que vivías en pleno centro, lejos, muy lejos…yo es que soy así de inconsciente. Y de descocada. Mira que irme con el primero que me caía majo… pero eras mi primer rollete, y me hacía tanta ilusión ser mala esa noche.





Porque yo creí que eras un rollete, que esa noche no era nada, que lo habíamos pasado bien un rato y que nos volveríamos a encontrar en los bares, brindando por dar rienda suelta al deseo incontenido… pero al día siguiente me llamaste para invitarme a un café… y me asusté. “Madre mía, que se me viene encima un novio”.

Y aún así quedamos. Y mira que me dabas miedo… pero es que me mirabas con aquellos ojos oscuros, y yo me sentía tan cálida… me gustaba verme así; a través de tus ojos yo era sexy, oscura, diferente… deseable e inalcanzable, un trofeo por el que luchar.

Nos vimos un par de veces, y cada vez eras más atento… pero nunca empalagoso. Y yo cada día tenía más claro que aquello iba para largo, y no, eh, eso sí que no, que yo lo que quería era un novio en cada puerto, un amor en cada esquina…

Eran años locos, madre mía. Mi vida zozobraba y yo, que había habitado mucho tiempo una balsa tranquila y mansa, estaba aprendiendo a disfrutar del vaivén de las olas. ¿Atracar en puerto? Ni loca, amigo, yo prefiero mi tempestad salvaje. Si quieres venir, tú mismo…

Y no quisiste. O sí, pero sólo a medias. Claro que yo tampoco estaba dispuesta a más que aquello.

Cortamos un noviazgo que no había ni empezado una tarde de viernes, en el bar que hay bajo tu casa. Y ninguno de los dos lloramos. De hecho, nos tomamos la caña, nos fuimos con nuestros amigos de copas, y hasta coincidimos esa misma noche y charlamos en la barra. Creo que sabías que volveríamos a cruzarnos en el camino cuando me dijiste “Me gustaría saber donde habría llegado esto”.



“Esto” llegó hasta el Bar Egeo meses más tarde. Mi vida había cambiado mucho en poco tiempo, pero las aguas seguían siendo turbulentas, y yo aún disfrutaba mucho de ellas. Y tú seguías queriendo amarrar en puerto franco.

Nos tomamos una copa junto a la cabina del pincha y le pediste a un amigo que le hiciese una petición (se hacían por escrito, colgando el papel de una cuerda). Creíste que no te había visto, pero siempre he sido rápida… eso ya lo sabes…

“¿Qué vas a hacer ahora?”

“Pues me marcho a casa en breve, que he prometido llegar temprano y son ya casi las 3”.

“Quédate, que nos vamos a tomar algo al Tribeca”.

“No, no, que estoy algo cansada”.

“Tenía muchas ganas de volver a verte”.

“Yo me alegro de verte otra vez”.

“Mira, si ahora suena Smashing Pumpkins tu y yo nos tomamos otra… que te aseguro que no será la última”.


Y yo me reí… porque sabía que no sonarían.

Me acompañaste a casa y por el camino nos besamos. Llovía mucho, hacía frío, y el pelo se me pegaba a la cara. Fue el beso más extraño de mi vida. Me sentí en la obligación de disculparme. Tú querías algo que yo no podía darte, y casi lloro. Y mira que no era lo nuestro precisamente el amor más trágico del mundo… y aún así lloré. La lluvia disimulaba las lágrimas.



No me hizo falta decir nada, porque tú mismo lo dijiste. Me dejaste en el portal, me diste un beso en la mejilla y Smashimg Pumpkins nunca volvieron a sonar igual.

A veces, dos personas se cruzan sólo un segundo, sólo un momento. Y en él caben más cosas que en años de tedio frente el televisor del salón… aunque sean cosas intranscendentes.


SUENA EN MI I-POD:Tonight”, de los Smashing Pumpkins, del disco Mellon Collie and the Infinite Sadness… No sonó aquella noche pero la he escuchado por lo menos un millón de veces, y siempre he sonreído al pensar que seguramente el destino quiso que no tuviésemos más que ese segundo, aquella noche… gracias por él.

EL AMOR Y OTRAS ENFERMEDADES -La Saga. Part I-

Creo fervientemente en el amor.



En el amor, en la pasión, en el cariño… en esa persona que aunque no haya sido ni de lejos el amor de tu vida, sí puede marcar un antes y un después en tu historia.

Quizas creo en todo esto porque he tenido la suerte de vivirlo. Todas mis relaciones, las más o menos largas, las más o menos intensas, han sido especiales, diferentes, casi casi peliculeras.

De todo esto me he dado cuenta esta tarde, comiendo con una compañera de trabajo. Entre la tortilla y el pollo asado del menú empezamos a contarnos nuestras vidas, y una cosa llevó a la otra. Me contó cómo había conocido al gran amor de su vida, yo le conté cómo había comenzado mi historia con P., y ella dijo muy seria “Qué bonito, deberías escribirlo, parece un guión de una película”…



…y me di cuenta de que tenía razón. Pero no sólo con mi historia con P. También las anteriores tienen ese puntito literario, algo salvaje, algo diferente, que es precisamente lo que las convierte en únicas, aunque en el fondo sean exactamente iguales a todas las demás historias de amor del mundo. Dos personas que se encuentran en el momento adecuado, nada más… nada menos.

Últimamente la crispación se estaba apoderando del blog… así que he decidido publicar una pequeña serie. Cinco capítulos, cinco historias de amor, cinco personas que se merecen que les dedique una líneas. Por orden cronológico, y siempre revisadas por la mente de una periodista con ínfulas de escritora, no lo olvidéis. Así que no esperéis grandes alardes literarios, aunque sí bastantes dosis de sinceridad.



ASÍ RECUERDO…

…MI PRIMER AMOR


Me costó mucho desprenderme de ti porque fuiste yo mucho tiempo. Éramos una sola persona, como debe ser cuando el amor es adolescente y el mundo se para si estás con el otro. No había en el planeta nada más que tus besos si estaba contigo. Y si lo había me daba lo mismo.

Y lo más gracioso, lo verdaderamente divertido de toda nuestra historia, es que, pese a o carnal y concupiscente de la misma, no fuimos más que adolescente que se cogían la mano la mayoría del tiempo. Así de locos estábamos. Y nos encantaba.

Cuando aquella noche de los últimos días de verano noté tu mano rozando la mía mientras la primera estrella salía en el cielo, supe que tu marcha no sería más que el inicio. Nos miramos, nos sonreímos, y devolvimos la vista al cielo, como todos los demás… nunca estábamos solos, pero jamás nadie nos veía. Éramos invisibles aún entonces.

Luego llegaron mil cartas y alguna llamada furtiva de teléfono… y el primer beso. Madre mía, qué vértigo. Esperé tanto ese momento, y cumplió tanto mis expectativas, que me pasé una semana inerte, viva sólo en el recuerdo de aquel roce. Se veía por fuera tan tierno… y era tan duro, tan lúbrico… era nuestro.

Creamos algo extraño e inclasificable y habitamos nuestra propia creación muchos años. Aprendí a desear y ser deseada contigo, a necesitar el aliento del otro, a tocar la piel ajena como si fuese propia, a respirar en otra boca y perder la vida a cada instante.

Fuimos tan grandes que parecíamos eternos. Y mira que el abismo nos tocó muchas veces. A lo peor demasiadas. O no las suficientes.

Viste en mi lo que yo quería ser, no lo que era. Y eso me enamoró, seguramente. Eso, y ese aire de niño bien asilvestrado, rebelde con causa ajena y con el alma mellada a base de soledades literarias, capaz de cantarme al oído y regalarme rosas sin motivo alguno, para acto seguido arrancarme la ropa en el primer lugar algo recogido que encontrábamos. Bipolares hasta el extremo.

Contigo aprendí a besar, y a disfrutar del sexo. A ver la vida como un juego, a beber tequila, y a colarme en los baños de los bares de moda. Sólo he hecho un striptease en mi vida, y fue para ti, pero sólo porque perdí una apuesta, y yo siempre cumplo mis promesas. Contigo viví mi primera cena romántica, mi primera joya regalada -aún la consevo, por supuesto-, mi primer caletón, mi primer polvo, mi primer beso, la primera lágrima, el primer abrazo, el primer gesto cómplice... y la primera ruptura.

Porque fuimos tan grandes que no pudimos ser eternos. Mantener semejante bólido consume demasiado esfuerzo, energía, corazón, alma… y el mundo nos llamaba, y juntos no cabíamos… así que poco a poco fuimos dejando morir nuestra inmensidad hasta que lánguida, pero aún tibia, agonizante ante la mediocridad que se le avecinaba, la baraja se rompió dando paso a nuevos juegos.

Me costó desprenderme de ti, porque eras yo… aunque ya no lo eras, y renunciar a una parte es siempre difícil y doloroso. Pero fue bueno para ambos, y ambos los sabemos… ahora.

Pero en el fondo soy la que soy porque tú fuiste, porque tú eras, porque tú has sido. Porque llené cuadernos enteros de poemas de amor y lujuria primeriza, porque grabé mil y una cintas de cassete con aquel tema, porque lloré amargamente con cada partida, y reí con cada vuelta, porque contigo exploré un cuerpo nuevo incluso para mi hasta llegar a amarlo, porque supe lo que es decir adiós, no, y hasta luego.

Ha pasado tanto tiempo que más que lejos, lo veo inalcanzable. Pero hoy estamos donde estamos porque en otro momento, en otra vida, nuestras vidas fueron una sola.

El primer amor siempre es el último, porque aunque no esté allí, siempre será el que marque donde termina el camino.


SUENA EN MI I-POD: Necesariamente tiene que ser este tema. "Que se llama Soledad", de Joaquin Sabina, de su album "Hotel dulce hotel", fue quizas el tema que marcó nuestra relación. Sonaba en la gramola destartalada del Ibérico, en la esquina de la calle Galera, y la poníamos cada vez que íbamos... jajajjaa, qué tiempos!

Siguiente entrega: "El fugaz cabo del destino"

LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE -Revisión 2.0 by funcionarios de Vilagarcía-

Flipar es poco, te lo digo en serio.



Lo que he sentido al leer esta noticia es superior al alucine. Nunca he probado el ácido, pero seguro que los efectos no le llegan ni a la suela del zapato a esta sensación de alucine radiactivo que me embarga.

El fin de semana la prensa que regaló un momento surrealista a la par que divertido, pero desconcertante por encima de todo, protagonizado por los funcionarios y laborales del ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa, en la gallega provincia de Pontevedra.

Resumiendo, la cosa viene a ser así:



Resulta que los funcionarios y laborales del ayuntamiento en cuestión han decidido demandar al consistorio por modificar sustancialmente su horario laboral.

¿Y cuál es la modificación que se les ha impuesto? Os preguntareis en vuestra infinita bondad, creyendo que debe ser algo alucinantemente grave para que la sangre estén llegando a río.

Pues lo que ha pasado es que desde ahora los funcionarios y laborales del ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa tendrán que trabajar de lunes a viernes, de 8 a 15 horas… que, suma que te suma, hacen un total de 35 horas semanales.

¿Cómo? ¿Qué vosotros trabajáis más? ¿Qué la ley dice que la jornada estipulada como legal es de 40 horas semanales? ¿Qué el estatuto del funcionario público establece el horario legal en 37.5 horas?...



Sí, vale, todo eso puede que sea cierto… pero lo que pasa es que, mediante una ley no escrita que los juristas podrían denominar “derecho consuetudinario”, en este ayuntamiento los funcionarios cumplían con un horario, de lunes a viernes, de 8.30 a 14.30 horas. O sea, 6 horas diarias, por cinco días a la semana, suman un total de 30 horas semanales.

Nadie, en 25 años de práctica –de práctica-mente tomale el pelo a los contribuyentes que pagan esos sueldos, digo- les dijo nada a estos funcionarios. En sus contratos figura horario de 8 a 15, en la ley también… pero no lo cumplían, ninguno, y punto pelota.

Lo que pasa es que claro, al actual gobierno se le han inflado las pelotas –porque tienen un considerable retraso en la ejecución de expedientes- y han decidido que todo el mundo debe cumplir con su horario laboral… y las masas proletarias, arengadas por semejante injusticia, se han alzado en armas –hombre-por-dios-es-que-esto-es-intolerable-.

Entre las lindezas que estos grandes trabajadores reclaman, se encuentra la restitución de su horario laboral anterior, o el pago de un suplemento en sus sueldos en caso de tener que acatar el nuevo horario –quiero incidir en el hecho de que legalmente esos sueldo corresponden a un horario de 35 horas, no de 30, o sea, que hasta ahora les han pagado de más, no de menos-, o incluso el pago de una indemnización por los daños morales –increíble, pero cierto- que este cambio de horario ocasiona a los pobres, pobres funcionarios.

Yo, ya lo sabéis, trabajo para un gobierno de una administración pública –o sea, trabajo con funcionarios-. Mi madre era funcionario. Mi tío el más joven también. Mi abuelo, lo mismo. Vamos, que no tengo nada en contra de los funcionarios en sí mismos. De hecho, algunos son personas extremadamente eficientes y trabajadoras. Hay de todo, como en botica. Pero estos personajes en cuestión hacen en general un flaco favor a sus compañeros de profesión, al tiempo que hacen pasar por idiotas a los contribuyentes que, hasta hoy, les han pagado por hacer la mitad de lo que debían.



MORAEJAS:

1.- No hay mejor lisérgico que una buena noticia.

2.- La realidad siempre, siempre, supera la ficción.
3.- Estos interfectos no duraban ni diez minutos en la empresa privada… ni en un gabinete político.

En fin…

Ah!!! Y que conste en acta que soy una de esas sindicalistas convencidas, siempre a favor del trabajador… pero vamos, es que todo tiene un límite.



SUENA EN MI I-POD:Extrema pobreza”, el single presentación del último álbum de Iván Ferreiro,Mentiroso, mentiroso”. Actuó el pasado viernes en el Teatro Colón y me lo perdí por trabajo… pero me apetecía. Nadie escribe mejores canciones de desamor que Iván Ferreiro… bueno, o casi nadie.

ES-TRESSSSSSS

Estoy estresada.



No lo digo por decir, eh, que quede claro, que lo dice mi médico que cabecera… y claro, cuando tu médico te dice que lo que te pasa es que estás estresada, pues oye, como que te lo tomas en serio.

El caso es que, desde hace unas semanas, me duele mucho la cabeza. No un poquito, no, me duele mogollón y en un punto determinado, durante todo el día. Me levanto con dolor de cabeza, y me acuesto con dolor de cabeza. Un asco.



Al principio pensé que era un problema de salud física. Como tengo sinusitis, y el otoño ataca mis vías respiratorias sin piedad, creí que mis intensos dolores de cabeza estaban siendo provocados por una oleada de mocos malignos y desprejuiciados que no respetaban mi cerebro. Pero como se me pasó el catarro y la sinusitis, y me seguía doliendo el cráneo como si me lo estuviesen aplastando, decidí pedir cita en el médico.

Ir al médico de cabecera es toda una odisea en mi centro de salud. Mientras esperaba mi turno me crucé con un señor sordo que le gritaba a la recepcionista sin piedad, con una anciana indignada porque no la atendían sin cita previa, y lo suyo era muy grave –concretamente tenía un padrastro infectado, y esto no es ninguna broma-, con una madre post-adolescente que regañaba a su hijo con “jatadilla rumbera” (o sea, esa coletilla que se dejan los “malotes” en la coronilla) porque había escrito mal una serie de números, con una mujer de unos 40 años que tenía la melena más larga que he visto en mi vida y que se mordía compulsivamente las uñas, y llevaba los bajos del chándal recogidos con imperdibles, … vamos, todo un espectáculo.



En menos de 15 minutos estaba dentro de la consulta. Mi doctora de cabecera es una mujer joven, de unos 45 años, coqueta y simpática, de esas que jamás te regañan por nada.

Me tomó la tensión, me auscultó, me hizo una serie de extrañas pruebas de equilibrio y cuando terminó, me preguntó:

-¿Te has separado recientemente, has tenido algún shock emocional, problemas laborales…?

-No, la verdad
–le respondí asombrada – Soy feliz en general, me gusta mi trabajo, quiero a mi pareja, mi familia y mis amigos están bien…

-Verás, es que lo que tú tienes se llama “cefalea tensional”, y es un síntoma de la enfermedad del siglo XXI, el estrés.

Yo, según escuché lo del estrés, me dio un ataque de la risa que ni te lo imaginas. Que vivo estresada no es ningún secreto… coño, es más bien un hecho.

-¿Y qué hago? – pregunté, ingenuamente.

- Bueno, básicamente nada. Tratar de relajarte, no darle importancia a las cosas, descansar… para el dolor de cabeza te recetaré Ibuprofeno (era lo que ya había tomado, y se lo había comentado a ella), a discreción, no te cortes. Si te duele, Ibuprofeno y punto. Si el estómago se resiente, pues un protector para el estómago y ya. ¿Tienes problemas para dormir? Porque si es así te receto un relajante muscular-

-¿Problemas para dormir? En la vida. Yo me pongo en horizontal y me caigo como un tronco. Y así, hasta que suena el despertador. Vamos, que duermo como un bebé.

-Ah, no, pues entonces mejor sólo tilas, o valerianas. Puedes comprar en un herbolario pastillas de valeriana, van muy bien.

-Perfecto.

-Eso sí, lo que tienes que hacer de verdad es descansar. Tú relájate, vete de compras, queda con los amigos, vete a cenar con tu pareja. El sexo es muy relajante
–me dijo sonriendo- disfruta de la vida.

-Eso ya lo hago, no te preocupes –le dije devolviéndole la sonrisa. –Gracias

-No, gracias a ti, mujer-

-¿A mi?

-Sí, es la primera vez que alguien a quien diagnostico estrés entra y sale sonriendo de la consulta…



…Mira, algún consuelo me queda. Si al final va a ser verdad que soy una persona feliz por naturaleza.



SUENA EN MI I-POD:Pour some sugar on me”, del album Hysteria, de Def Lepard. Cómo me gusta esta canción, me da una vidilla por la mañana…

STRIPTEASE

¿Desde cuándo se suben las sillas a las mesas?




Eso lo preguntaba mucho mi abuela cuando alguno de nosotros, o sea, sus nietos, intentaba “torearla”. Y eso más o menos fue lo que pensé esta misma mañana al leer en la prensa local una noticia la mar de curiosa.

Al parecer, la Universidad de A Coruña, y más concretamente su facultad de Arquitectura, tienen la costumbre de comenzar el curso escolar con unas jornadas de introducción destinadas a que los nuevos alumnos tengan más facilidades para integrarse en el campus. La idea, dicen, es que los propios universitarios pierdan sus prejuicios y trabajen en la falta de pudor y el aperturismo, para que el curso sea un éxito, si no en el terreno académico, al menos en el terreno personal.

El caso es que estas jornadas terminan cada año con una actuación rompedora, diferente, y pretendidamente original, que busca en principio provocar la reacción aperturista en la que se trabaja en las jornadas. Este año, la actuación corría a cargo de Yolanda Paz y Vanesa Rivas, que organizaron una performance cuyo leit motiv era “despojémonos de las ideas preconcebidas”.




Y para representar esa liberación mental, las dos actrices se despojaron, además de de sus prejuicios, de sus ropas… y se quedaron semi desnudas sobre el escenario.

Yo he visto cientos de espectáculos similares: de danza contemporánea, de teatro, de música. Por ejemplo, la compañía Entremans realizó un montaje de danza contemporánea en el que los bailarines representaban su indefensión con la desnudez en el pasado festival Empape. Otro ejemplo, la siempre hermosa Cecilia Roth no dudó en despojarse de toda su ropa en el montaje teatral de El Graduado, en una escena que, evidentemente, requiere tal desnudez para expresar lo que busca. Y otro más, en la gira que Albert Pla hizo rodar por toda España en el año 2004 la teclista, una joven que simbolizaba la falta de prejuicios, tocaba desnuda, parapetada tras su teclado, de forma que no se veía más que su torso y sus pantorrillas.



En ninguno de los tres casos anteriores recuerdo que la prensa se hiciese “eco” de la asombroso de aquellos desnudos… a mi entender, es que no tienen nada de asombrosos.

Sin embargo, en esta ocasión, todos los periódicos locales han reflejado la sorpresa, estupefacción e indignación de… los alumnos!!!! Sí, sí, habéis leído bien. En el mundo al revés que nos ocupa, son los profesores y el claustro universitario los que defienden la, al parecer, rompedora obra de teatro, mientras que los alumnos la consideran escandalosa.

Yo no considero escandaloso el cuerpo humano. Y que conste que no suelo hacer topless en la playa, y que me considero “pudorosa” en cuanto a mi cuerpo, pero no me escandalizan los cuerpos de los demás. Mucho menos vistos como una expresión artística.

Lo que sí me ha llamado poderosamente la atención es que hayan sido los alumnos los que protestasen. Siempre había creído que el aperturismo mental era una cuestión generacional, que crecía y se densificaba década a década. Mis padres eran menos prejuiciosos y más aperturistas que mis abuelos, y yo lo soy más que ellos. Me gustaría creer que mis hijos, de tenerlos, lo serían más que yo… pero parece que la tendencia es la inversa.



Parece que vivimos en un momento en el que los jóvenes –al menos una parte de ellos- tienen a recuperar actitudes de sus abuelos –ya no de sus padres-. Las sillas, amigos, se están empezando a encaramar a las mesas.

Me preocupa seriamente esta tendencia a recuperar actitudes sociales en desuso, no por lo que esas actitudes suponen a nivel real, sino por lo que implican globalmente: la civilización, el mundo, la sociedad, no avanza si no hay cambios. Volver atrás es, siempre, un atraso. Recuperar el concepto del cuerpo desnudo como algo vergonzoso, vergonzante, o impropio, me parece un error, una vuelta atrás.

No el único paso que he encontrado en esta dirección. Ya lo comentó Cruela en su blog: las nuevas estrellas adolescentes hacen alarde de su intención de mantener la castidad hasta el matrimonio, una actitud que, si bien personalmente me parece más que respetable, encuentro más bien de otra época. No creo que el sexo ni el deseo sean algo malo, ni vergonzoso, y respeto que cada cual viva su sexualidad como, cuándo y con quien quiera, pero me preocupa que los adolescentes del siglo XXI tengan tan controladas sus hormonas, y lo digo con toda la sinceridad que me caracteriza: no puede ser sano.



En fin, que mientras me tomaba mi café con leche me he puesto yo a pensar en estas cosas pasando, página tras página, el grueso del periódico, y preguntándome si será cosa mía esto de considerar al menos “curioso” eso de que sean los más jóvenes –a priori, lo más abiertos- quienes protesten por el desnudo en cuestión.

¿QUÉ OPINAIS VOSOTR@S?



SUENA EN MI I-POD:Smooth”, un tema contenido el álbum Supernatural de Carlos Santana, y que está cantado por Rob Thomas, el líder de Matchbox20. Y me viene al pelo para este post porque con este tema hice yo el primer y hasta el momento único striptease de mi vida.

P.D.: Si queréis echar un ojo a la famosa performance, buscad en el you tube, que está colgada

P.D. 2: Sí, lo sé, otro post polémico… es lo que hay.

MORDERSE LA LENGUA

Morderse la lengua duele, pero a veces, querid@s bloggers, va incluido en el sueldo.


El pasado sábado el Sr. Mariano Rajoy soltó ante un micrófono abierto –Nota Mental: ¿Cuándo aprenderán los políticos que los micrófonos los carga el diablo?- que el desfile de las fuerzas armadas le parecía “un coñazo”. Y yo me reí.

Me reí, porque, seamos sinceros, no me parece que el Sr. Rajoy haya descubierto la pólvora. El desfile de las fuerzas armadas es un tostón de tomo y lomo, como casi todos los desfiles, al menos, a ojos de una profana como yo.




No creo que el Sr. Rajoy sea el único español que opine de ese modo. Es más, ni si quiera creo que sea el único político que opine que los actos del día de las hispanidad son una pesadilla en vela. Porque vamos a ver, seamos sinceros, aguantar dos horas de legionarios, marines, artilleros y demás familia militar –toda muy loable, por otro lado- un domingo a media mañana, pudiendo estar de chatos en el bar del barrio, o en casa en pijama leyendo la prensa, pues oye, como que apetece cero. Yo le entiendo, y eso que no simpatizo con él.

Vamos, que hay miles de españoles de acuerdo con la afirmación del Sr. Rajoy…

… el problema es que el Sr. Rajoy no es uno de esos miles de españoles. Él es el líder del partido de la oposición, un político, una figura pública que debe cuidar mucho lo que dice, cómo, cuándo y por qué lo dice, y sobre todo dónde lo dice. Si esto mismo lo hubiese soltado en una tasca, tomando un vino con los amigos, no habría pasado nada. Pero lo soltó delante de un micrófono que, cosas que pasan, estaba abierto.

No es el primer político al que un micro abierto le juega una mala pasada. Recuerdo con estupor el “deje usted de tocarme lo cojones” de Fraga a su asesor en un plató de A3 televisión, mientras el solícito ayudante trataba de colocarle el micro correctamente en la chaqueta.



O la ocasión en la que Henrique Tello, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Coruña, aseguró que no contratarían a Bob Dylan para las actuaciones veraniegas porque “toca de espaldas y ni saluda ni nada”, afirmación refrendada por el Concejal de Fiestas, Carlos González Garcés. En este caso con el agravante de que ambos hablaron consciente y deliberadamente delante de los micrófonos.



Y que conste que no les quito razón, ni a unos ni a otros. Que es verdad que el desfile de las fuerzas armadas me parece un peñazo de padre y muy señor mío; que no es menos cierto que el asesor de Fraga rozaba ya el tema “porculero” en aquel momento, segundos antes de entrar en directo; y que Bob Dylan da unos conciertos que no valen, en mi nada humilde opinión, lo que cuesta la entrada.

Pero claro, yo soy blogger, no político, y me puedo permitir opinar lo que quiera, cuando quiera y como quiera, porque no cobro un sueldo pagado por todos que supera las 5 cifras… y en cambio, querid@s mi@s, ellos sí.

Quizás –y sólo quizás- sea el momento de que los políticos regresen a su sitio. Y mira que yo soy la primera en pedir un poco de vidilla en el universo del politiqueo, pero confundir un presidente de partido con un periodista de opinión, o con un humorista, me parece un error que puede rozar la falta de respeto.



Ah!! Y, por el amor, de Dior, que alguien enseñe a esas criaturas del cielo a cerrar la bocaza cuando un micro asoma en su camino, o, en su defecto, que alguien le explique al técnico la diferencia entre on y off.



SUENA EN MI I-POD: “Summer of 69”, de Bryan Adams, un tema de su cuarto albm, titulado Reckless, y que siempre consigue ponerme de buen humor.