VANITAS, VANITATIS

¡¡¡Feliz Navidad a tod@s!!!... Ah no, espera, que eso era ayer.

Es que entre la vorágine de comidas, atracones de polvorón, la resaca de Veuve de Clicquot y la cantidad de papel de regalo que campa a sus anchas por el salón de mi casa, ya no sé ni en qué día vivo.



El post de hoy, darlings tod@s, es toda una lección de léxico. Y la palabra del día es…

VANIDAD

Según la RAE, que se supone que es quien más sabe de estas cosas, la Vanidad es un sinónimo de arrogancia, presunción o envanecimiento. Vamos, lo que viene a ser considerarte divina. Esto lo cumplo.



La Vanidad es también, según esos señores que se sientan en sillones con letras –que hay que ser hortera, pudiendo sentarte en un sofá de piel o en una silla Barcelona de Van Der Rohe, por el amor de Dior- la cualidad de de lo vano, que es insustancial, efímero y poco relevante. Esto también lo cumplo.



Si buscamos el significado de Vanidad en otro tipo de fuentes, nos encontramos con que la iglesia católica considera la Vanidad un pecado… mmmmm… qué interesante. Para los teólogos la Vanidad es sinónimo de orgullo –¡anda, mi pecado favorito!-, de soberbia, o incluso de idolatría. Bueno, tampoco hay que pasarse.




En fin, el caso es que estas navidades Papá Nöel ha decidido dejar bajo mi árbol –bueno, en realidad en mi correo electrónico, pero ¿no es a caso ese el árbol navideño del siglo XXI?- un regalo sorprendente a la par de maravilloso.

Mi regalo de nochebuena de este año –además de un mug precioso, unos pendientes de plata y un llavero de Tous que, contra todo pronóstico, me gusta mucho- ha sido…

VANIDAD

Que sí, que sí, que me han regalado Vanidad. No es que me hayan llenado el calcetín de soberbia, que de eso, según my best friend, estoy muy servida.

Es que la Revista Vanidad ha decidido incluir Si es que así no se puede entre sus blogs.


Y yo, que ya he dicho que vanidosa soy un rato largo, me siento orgullosa y encantada… y agradecida, porque que alguien de diga que le gusta lo que haces siempre es de agradecer.

En fin, querid@s tod@s, que a partir de ahora, puedo decir con todo el orgullo del mundo, que la Vanidad es el mayor de mis pecados… y la gula de estas fechas no cuenta.