Resulta queridos lectores que mi adorado vestidor, es, además de ese sitio donde atesoro mis trapitos y zapatos (los que no adornan los zócalos por falta de espacio, claro), una especie de cápsula marciana capaz de hacer que las prendas se reproduzcan entre ellas.
Sí, sí, tomáoslo a chufla si queréis que me da igual. Os reto a que estéis presentes en mi próxima limpieza armaril y comprobéis como, por arte de magia, de los más oscuros recovecos del vestidor emergen prendas que no existían antes.
La única pega es que, de momento, este afán clonador está sin perfeccionar, y sólo he logrado que mi vestidor multiplique las camisetas más feas de la historia, las minifaldas desterradas en la post-adolescencia y algún que otro vaquero desteñido. Pero todo se andará…
De esta cualidad cuasi mágica de mi armario me di cuenta el pasado sábado casi por casualidad. Después de hacer un par de gestiones laborales, y dado que la mañana no tenía una pinta demasiado playera –aunque no hacía malo, sólo estaba algo nublado-, decidí darme una vuelta por las tiendas para echar un vistazo a las propuestas del próximo otoño.
Al entrar en el Zara de Juana de Vega una preciosa blusa negra de seda, de corte victoriano, con lazo al cuello, botonadura en la nuca y mangas farol me saludó desde su percha… y pese a que quise resistirme con el consabido argumento de “es de invierno, y aún estamos en julio” (porque el sábado era 31 de julio), pudo más el argumento, no menos manido, de “sí, claro, tú déjala ahí que con lo rápido que cambian de temporada en Zara en 15 días ya no queda rastro de ella, y luego no harás más que pensar en la dichosa blusa”… así que me la llevé.
Iba tan contenta con mi blusa por la calle cuando comencé a pensar en otra blusa. Una que compré el año pasado en una boutique coruñesa que me encanta, y que aproveché hasta bien entrada la primavera. Y me pregunté “¿Y dónde he guardado yo esa blusa?”.Procede ahora que explique que no soy, bajo ningún concepto, de ese tipo de personas que cambian el armario en fechas señaladas: ropa de invierno, ropa de verano. Yo no. Yo voy desterrando prenda a prenda según voy notando que hace demasiado calor o frío para ella, lo que provoca que mis camisas, faldas, vestidos y pantalones terminen por ocupar un espacio indefinido en el armario, algo muy poco aconsejable a la hora de encontrar, seis meses después, aquel estupendo Ailanto que compraste con todo el sudor de tu frente.
Entré en el apartamento y desmantelé el vestidor: cajas por un lado, cajas por el otro… la ropa de verano estaba bajo control, pero todo lo que, hasta primeros de julio, fui guardando a poquitos, ocupaba lugares poco lógicos en el “armario de invierno”. Blusas con vestidos, pantalones con camisas, faldas con más vestidos… nada tenía lógica, así que opté por hacer montones coherentes y rotular las cajas, de modo que en próximas ocasiones no me quede más remedio que seguir mis propias indicaciones.
Allí estaban el precioso vestidito de Ailanto, el de Gestuz y el de Tintoretto, la dichosa blusa de Blue Doll y varias camisas de Alba Conde pidiendo a gritos una plancha. Estaban también mi pantalón sastre negro y la falda fucsia de lana fría que compré el año pasado en Adolfo Domínguez, antes de que sus terribles declaraciones en plena negociación colectiva me hiciesen temblar de miedo.
Y cuando creía que lo tenía todo bajo control… allí estaban… emergiendo de la nada… decenas de camisetas de algodón de corte amorfo y desfavorecedor… dos minifaldas vaqueras imposibles si tienes más de 15 años o no eres Ana Obregón… un pantalón jodpurh de tela de chándal gris que ni si quiera debería haber existido nunca…
¿Cómo había llegado todo aquello hasta allí?
Es imposible que esas prendas fuesen mías, por una razón fundamental: hace cosa de dos años realicé una limpieza de armario de esas que te dejan nueva, y desterré todas y cada una de las camisetas de cuello desbocado, todas esas faldas antediluvianas que ya o puedo, ni debo, ni quiero lucir, y alguna que otra compra compulsiva poco recomendable.
De hecho, después de esa limpieza, dejé el vestidor rebosante de energía positiva. Una energía que dura hasta hoy y que espero que prolongue sus efectos todo lo posible. Esa batida de “malas prendas” me enseñó a comprar más racionalmente (de hecho, no he vuelto a comprar nada sin probármelo y no tengo nada sin estrenar, salvo esa blusa victoriana que compré el sábado).
Pero si, cuando desmantelé el armario desterré las atrocidades de tiempos pasados, y, como me juré a mi misma, no he vuelto a caer en las compras absurdas (lo que no implica ni mucho menos gastar menos en trapitos)… ¿de dónde coño salieron esos engendros esta vez?
Lo que pasa es que, como todavía es novato en estas lides, mi pobre vestidor sólo ha conseguido crear camisetas horribles y desteñidas y puti-faldas que darían vergüenza a la hija pija de la de mujeres ricas… normal, claro, porque hasta hace relativamente poco mi armario tampoco contaba con materia prima para mejores experimentos.
Por eso he decidido fomentar el afán clonador de mi guardarropa. Lo animo cada noche, lo acaricio y procuro llenarlo de prendas bonitas, a ver si en la batida de octubre mi querido armario ha conseguido crear un precioso Galiano para Dior de las fibras sueltas de mis nuevas adquisiciones.
SUENA EN MI I-POD: “María” de Loquillo… me vais a permitir este autohomenaje porque el cantante barcelonés recala en la playa de Riazor el miércoles junto con Exit y Carlos Childe, y yo estaré allí festejando que el rock&roll no ha muerto!!! Fue un disco de Loquillo mi primer vinilo, y esta canción lo encabezaba… y, desde luego, cambió mi forma de entender la vida… como Los Romeos… pero esa es otra
14 comentarios:
Y si además de crear ropa de Dior, lo hace en la talla adecuada y en favorecedores cortes que estilizan tu silueta, tu armario ya sería la leche. Si das con la fórmula avisa eh?
P.D. Ya era hora de que volvieras a escribir bo-ni-ta.
jo, Perla, he tenido un julio de infanto en el trabajo, pero agosto parece que va por buen camino... escribiré más, prometido!
Yo voy más allá, si consigues clonar algo bonito, útil, favorecedor y ya de paso de marca, me metes a mí en el armario a ver qué ocurre, nunca he tenido hermanas, sería taaaan maravilloso... os la dejaría por aquí mientras disfruto de mis vacaciones de 12 meses al año...
No pordió, con una Mel tenemos más que suficiente... y seguro que tu marido también.
María, te concedemos el perdón ;-)
Mel, la idea me tienta... dos Marías, una trabajando y la otra -o sea, yo- de fiesta por estos mundos... mmmmm...
estoy agotada de la ropa, lo guay sería un armario que fabricase deseos... pero que solo nos diese de uno en uno y nunca terminasen, asi ni lavariamos, ni planchariamos ni habria que recoger la habitacion...
Perla, vas a seguir los buenos consejos de El Estilario?
Ely, sí. Le pregunté a ella porque es una máquina la tía, me encantan sus propuestas siempre. Ya tengo las sandalias plateadas, ahora me queda ir en busca de la flor.
cuando vienes?
Ay, qué risa! Aprovechando me he leído tus otros dos posts sobre la limpieza de armario y todo junto me ha parecido muy interesante.
Yo también encuentro cosas que en su día me parecieron la bomba, y que ahora no puedo mirar de cerca. Y pantalones que me quedaban divinos (o eso creía yo) y con los que ahora parezco un fantoche.
Qué cosas tienen los armarios, para escribir un libro, oye.
Uy
Pero va a ser que mi armario es de esos también joder a ver si se dedica a la auto limpieza, debería de tener un catálogo integrado y cuando ve prendas desfasadas las fulmina y con los restos hace ropa de temporada... qué felicidad sería la mía...
es cierto ya era hora y a Ely le digo lo mismo
a ver cuando posteas so perra
Besos
No entraré en lo de "¿en qué estaba pensando cuando compré esto?", pero sí en que los armarios son agujeros negros, mágicos, en los que desaparecen prendas que te encantaban y no recuerdas dónde están -en mi caso, todos los bikinis del año pasado, y os aseguro que vacié el armario...- y otras que deben esconderse muy bien cada vez que haces limpieza, porque asoman su hortera cabecita en la siguiente. Y tú las miras y dices "¿no te tiré hace meses? ¿no?" y la camiseta de lycra, o con color desvaído, te mira, te sonríe y te dice "ni de coña, muñeca, estoy aquí para recordarte que tienes un pasado"...
Qué gracia me ha hecho esta entrada, me uno a las del ¡por fin, chata! y ahora... A disfrutar de la energía positiva. Si te funciona lo del vestidor, avisa, para empezar a rezarle al mío =D
Ya veo que no es mi armario el único con función ¿creías que ibas a deshacerte de mí, rica? Yo cambio la ropa de temporada y se supone que tiro y retiro lo que no voy a volver a ponerme, y sobre todo aquello que aún no sé porqué diablos compré, pero curiosamente cuando saco la temporada, siempre hay dos o tres prendas que juraría haber tirado al menos dos o tres veces y que siguen ahí.
Si consigues que aparezcan prendas nuevas y medio monas, no dejes de publicar el truco.
Pues no entiendo cómo te ha pasado ésto,... Mi armario sin embargo tiene un agujero negro por el que me desaparece la ropa!!! Es verdad!!! Es increíble pero cierto!!! Infinidad de prendas que no he vuelto a ver tras ponerme dos o tres veces y cuya búsqueda ha motivado más de una limpieza armaril y que nunca han vuelto a aparecer,... Yo me inclino por la teoría del agujero negro, porque la otra posibilidad es,... la de la mano negra del que hace la colada en mi casa,... que la hace muy bien,... pero cuando pregunto tras volverme loca buscando aquel suéter blanco roto finito que formaba parte de un twinset precioso del cual le enseño la chaquetita mientras le digo: "lo he echado hace un mes a lavar y aún no ha vuelto,.... ¿lo has visto? ,... me contesta afirmando,... "lo tendrás en el armario,..." "Noooooooooo, tengo todo el contenido del armario encima de la cama y no estáaaaa!!!!"
Debe ser un agujero negro porque él nuuuunca sabe naaaadaaaa!!!
Ay, tía, lo que me he reído... Tomo nota pero YA en lo de rotular las cajas. Yo hago como tú, voy retirando cosas poco a poco y guardándolas en el altillo, pero luego nunca encuentro nada... Mañana me voy a Ikea a por cajitas y le doy un repaso a todo.
Por cierto, descubrí un truqillo para guardar los zapatos de tacón. A lo mejor ya lo conocéis, pero ahora los coloco en perchas, de tres en tres pares, sujetos a la barra para pantalones por el tacón...
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