FELIZ ANIVERSARIO

Me costó decidir qué ponerme, y no porque mi armario esté precisamente desierto. Más bien porque el cielo decidió nublarse irremediablemente el pasado lunes y no había forma humana de hacerle cambiar de opinión, así que el outfit primigenio, aquel que abogaba por zapato abierto y piernas tostadas a base de paciencia y autobronceador, se quedó en el fondo del armario,

Al final opté por un vestido negro con talle imperio y estampado floral en colores crudos y rosas, zapato negro cerrado de punta redonda y tacón cuadrado y bolso de mano en color crudo. Primaveral en su justa medida.

Y, teniendo en cuenta los estilismos de los invitados, creo que acerté bastante.

El Hotel Meliá María Pita celebraba sus 15 años de andadura con un cocktail al que habían confirmado su asistencia algunas de las grandes personalidades culturales, sociales y políticas de la ciudad, y allí que nos fuimos P. y yo, buscando la noticia como buenos profesionales.

Llegamos tan perfectamente sincronizados con la fiesta, que al mismo tiempo que cruzábamos el umbral del renovado hotel, lo hacía a nuestro lado el alcalde coruñés, Javier Losada Azpiazu, que sería más tarde el encargado de cerrar los discursos de cumpleaños.





Porque la fiesta del lunes no era en el fondo otra cosa que eso, un cumpleaños por todo lo alto al que acudió lo más granado de la vida social coruñesa.





Cruzamos el pasillo de entrada y, según entrábamos en el salón, comprobamos in situ las novedades de las que luego hablaría el presidente mundial de la cadena. La moqueta antigua ha sido sustituida por una nueva, en color gris y con círculos de colores neutros. Hay un nuevo color en las paredes, las columnas han sido recubiertas de espejos y nuevas cortinas cuelgan de sus ventanales, abiertos al Paseo Marítimo.

El salón estaba sembrado de mesas con manteles impolutos y unos curiosos centros decorativos y sobre ellos los camareros iban depositando las bandejas de canapés y bocados, desde la clásica empanada hasta unas elaboradas cucharas con cortes de sushi de atún.

Las copas de vino se sucedían y ya había caído más de una cuando el presidente de la marca Melíá a nivel mundial, un joven y elegante Sr. Lozano, se colocó tras el micrófono para agradecer a todos los trabajadores de la cadena estos quince años de dedicación.





Quince años en los que el hotel ha visto más eventos y famosos de los que nadie podría recordar. Así, a bote pronto, se me ocurren unos cuantos vividos en primera persona:

.- Las cientos de entrevistas que su director me concedió cuando trabajaba de redactora de informativos en una televisión local, para desentrañar la media de la ocupación hotelera en la ciudad.

.- La inauguración de una exposición de pintura olvidable pero maravillosa, en la que hasta había un pianista que nos acompañó toda la noche, hasta la última copa en el Orzán.

.- El debate electoral que se celebró en sus salones en las pasadas elecciones autonómicas, emitido en Hora 25, al que acudí gracias a una invitación que me llegó de manos de mi jefe y que compartí encantada con P. Fue una noche muy divertida, aunque pudiese parecer lo contrario.

.- La boda de mi amiga B., en la que nos ubicaron en la mesa María Pita y en la que bailé hasta el amanecer para terminar por levantarme temprano a la mañana siguiente, para cubrir “o curro” en Vimianzo.

.- Aquella vez que el Real Madrid se alojó en el hotel –una de tantas- y como venía Beckham todos los medios estábamos al pie del cañón, tratando de conseguir unas declaraciones que luego nunca llegaron. Unos días más tarde, Rubén Ventureira publicaría en La Voz de Galicia un reportaje estupendo en el que contaba cómo era convivir en el mismo hotel que la plantilla merengue, con detalles.

.- La primera cena de Santa Rita a la que acudí, vestida con un traje negro con lunares blancos de corte sixties que aún conservo y que me apasiona, en la que terminamos bailando en el salón del sótano al ritmo de Los Pecos.

.- Una Feria del Disco a la que acudí con mi padrino, y en la que me compré un vinilo con los singles de The Cure que todavía conservo (lástima que ya no conserve el tocadiscos).

Vamos, que es evidente que estos quince años el hotel ha estado más que unido a la vida de la ciudad. Y precisamente eso fue lo que el alcalde destacó en su discurso, mientras desde el público le observaban atentos los presidentes de algunas de las asociaciones de vecinos más influyentes; Enrique Tello, el primer teniente de alcalde y cabeza de lista del BNG coruñés; y un sonriente Carlos Negreira, líder de los populares coruñeses.




Terminados los discursos, un grupo de baile –el de la escuela Carmen- subió al escenario a interpretar una pieza inspirada en el trabajo del hotel, mientras P. y yo buscábamos a más conocidos entre el público. Allí estaban José Miguel Alarcón, director del Husa Coruña; Rafael Vidal, jefe de RR.PP. de la Diputación de A Coruña; Julia Ares, diseñadora de joyas y esmaltes, responsable de los esmaltes que adornan las farolas del Paseo Marítimo; la directora de la Galería Arte-Imagen…



Mientras P. sacaba unas cuantas fotos más, copa de vino en mano, me dispuse a charlar con los responsables del hotel sobre las novedades que acompañarán su renovación en los próximos dos años. Así fue como me enteré de que van a cambiar la decoración de todas las habitaciones, incluidas las suites, y también la imagen global del establecimiento.



La banda de jazz tocaba mientras la increíble voz de su cantante inundaba el salón, y entre vino y vino la noche se fue pasando de lo más entretenida, hasta que, cuando nos quisimos dar cuenta, el salón estaba ya quedándose vacío. Era el momento de abandonar.

A la salida, mientras una sonriente morena me entregaba mi abrigo, recogimos nuestros regalitos: una botella de aguardiente con un diseño precioso en su bolsita negra. Perfecta para continuar la noche.

EDITO para mostraros el estilismo de esa noche. No salgo entera porque no existe ninguna foto en la que salga entera y decente (y no es culpa de P., es que es fotógrafo, no la virgen de lourdes... vamos, tenía mala cara y punto)