CONCLUSIÓN

El otro día os contaba cargada de ilusión la pedazo de criba que hice en mi armario.

Que ni Risto Mejide en sus mejores momentos, oye, sin piedad alguna, plis plas, plis plas, me deshice de lo superfluo para quedarme sólo y exclusivamente con aquello que verdaderamente refleja mi estado anímico –y físico- actual.

Hoy, unos cuantos días después, he sacado algunas conclusiones más que interesantes de todo esto. Y no, no me he arrepentido ni un poquito.

A saber:

1.- La mayoría de las prendas que han sobrevivido a la tempestad selectiva no fueron adoptadas en Amancio´s Wonderland ni similares. Quiero decir que son piezas compradas en boutiques mutlimarca, o bien prendas de diseñadores, aunque he de admitir que por mi presupuesto no son precisamente de Dior. Pero sí de Pepa Karnero, o de Adolfo Domínguez, o de Purificación García…

Conclusión: Es verdad que muchas veces pagar un poco más supone darle una vida más larga a la prenda.

Estrategia: A partir de ahora me pensaré dos veces eso de “mejor dos camisetas de Zara que una de X diseñador”.

2.- Las prendas de Inditex & Cia, que han mantenido su puesto son poco convencionales. Son faldas con estampados curiosos, vestidos con cortes originales,… prendas que no fueron demasiado “tendencia”, sino más bien algo distinto que, por su originalidad, ha logrado mantenerse vivo en mi armario.

Conclusión: Dejarse llevar por la tendencia aboca las prendas a una muerte súbita.

Estrategia: Si una tendencia no me emociona, pasaré de ella, o al menos lo intentaré. Y rebuscaré más entre las perchas antes de llevarme lo primero que pille.

3.- Recuerdo perfectamente el momento en que compré cada una de esas prendas salvadas (básicos al margen) y lo que me hicieron sentir al verlas en mi vestidor: sexy, atrevida, original, única… así es como quiero sentirme.

Conclusión: Fíate de la sensación que te transmita una prenda al vértela puesta, y no sólo de su adecuación a las modas vigentes.

Estrategia: Me fiaré más de mi propia intuición. Si acerté con esas prendas, y ahora soy capaz de identificar lo que me transmitían, es sólo cuestión de estar atenta a las señales.

4.- Aunque en volumen eran insondables, las prendas desterradas tenían algo en común: casi todas eran la misma, lo que me lleva a pensar que me repito comprando.

Conclusión: Muchas veces compramos la misma prenda sin ni si quiera darnos cuenta, y en otras ocasiones lo hacemos directamente a propósito para no arriesgar, con lo que terminamos vistiendo de uniforme.

Estrategia: Se acabó. Eso de working girl = pantalón sastre + camisa masculina, y sábado de fiesta = jeans + top debe quedar en el pasado. A partir de ahora arriesgaré más con las combinaciones, y adoptaré como norma evitar “ese estilismo” siempre que sea posible, para revitalizar mi armario y mis compras.

¿QUÉ OPINÁIS DE MIS CONCLUSIONES?

¿OS IDENTIFICAÍS CON ELLAS?