LA IMPORTANCIA DE UNA BLUSA

Ayer por la tarde llovía. Y hoy llueve. Vamos, que llueve y punto. Pero como yo soy de mentalidad positiva, y como me da pereza sacar de nuevo la ropa de invierno, voy combinando las prendas de primavera con rebequitas de colores para darle algo de vidilla a estos días en los que levantarse de la cama es toda una odisea, de la pereza mortal que da.


El caso es que ayer, tratando de decidir qué me podía poner para ir al gabinete, encontré una blusa negra con topitos negros y cuello alto, medio transparente, con manga corta, que compré en Zara hace unos años… y me volví a enamorar de ella.

Recordé que el día que había comprado esa blusa también llovía, pero a mi me dio igual, Me encantó en cuanto la vi colgada en su percha, con sus hermanas de otros colores. Fue a finales de un invierno en que había tomado la firme decisión de cambiar mi estilo –y lo logré-, y me lancé a las calles en busca de una nueva imagen que pudiese entrar en el entonces todavía más escaso presupuesto de mi cuenta corriente.


La estrené el día de mi cumpleaños, un par de semanas más tarde, con unos jeans que ya no conservo –porque todo tiene un límite, y la vida útil de una prenda también-, y me sentía sexy y guapa, arreglada sin resultar excesiva.

Puse muchísimo la blusa durante esa primavera, y repetí bastante incluso en otoño… pero llegué a cansarme de ella y la desterré al altillo. Hace un par de semanas, al rescatar del olvido la ropa de verano, volví a colgarla en su percha.

Al doblar la blusa junto con los jeans –estos son nuevos, de MNG-, para ponerme hoy, me di cuenta de que en mi vida ha habido prendas que han marcado una etapa. Prendas que me han resultado especiales, favorecedoras, diferentes… Prendas que han supuesto un punto y a parte.

Ya os conté una vez que yo siempre le he dado mucha importancia a la ropa, y la verdad es que en ciertos momentos un cambio de vestuario ha supuesto para mí un cambio de vida, una forma nueva de entender mi propia historia. En ocasiones he cambiado de ropa al cambiar de forma de pensar, o al desear hacerlo. De manera que incluso hay prendas que han marcado una etapa en mi vida.

Y pensando en todo esto, comencé a recordar aquellas prendas –vivas o muertas- que de alguna forma yo asocio a una etapa especial en mi vida, a un cambio de aires, a una renovación…

Y recordé nítidamente un jersey largo, tipo vestido, que mi madre tejió hace miles de años. Eran los últimos años 80 y yo me sentía fuera de lugar en todo momento. Ni niña, ni joven, ni adulta, mi cuerpo no me gustaba y mi cabeza me resultaba extraña… Y aquel jersey me cambió la perspectiva. Era azulón, casi azul Klein (aunque entonces, claro, yo no lo sabía) y tenía números de colores. Me lo ponía con unas botas de agua de charol rojo y medias rojas, y me sentía guapa, mayor, moderna… Adoré aquel jersey hasta que no dio más de sí.

Recordé también mis primeros vaqueros de marca. Fue una etapa repija y odiosa, pero entonces me enamoraron. Eran claritos y con un dibujo sobre impreso, creo recordar que de una chica tomando el sol. Los compré en El Corte Inglés allá cuando no pasaba de la EGB, después de llorarle mucho a mi madre. Creo que el gasto en aquellos Liberto (madre mía!!!) fue sobradamente amortizado. No me los quité de encima.


Recordé que luego pasaron los años, y al entrar en BUP mi madre me diseñó una falda preciosa. En aquella etapa me sentía el patito más feo de la charca, pero cuando me ponía aquella falda de largo lady, abrochada a la cintura,, en pata de gallo tostada y azul… en esos momentos me transformaba en una princesita.


Mi etapa de patito feo terminó definitivamente un día concreto de mi vida: el día en que mis padrinos me regalaron un traje chaqueta negro, en tela elástica. En aquel entonces se llevaba, que nadie se asuste. El día en que me puse aquel traje, con su blusa blanca… ese día decidí que no quería ser un patito feo nunca más. Decidí que me importaba un cuerno lo que los demás esperasen de mí. Decidí que lo que quería era sentirme guapa.

Y lo puse en práctica, y me compré los dos pantalones más importantes de mi vida: unos jeans oscuros de Levi´s que no me entrarían ahora ni haciendo dieta un siglo, y otros en Cortefiel, color chocolate con rosas amarillas… esos pantalones marcaron un antes y un después en mi relación con las compras. El día que me compré esos vaqueros –acompañada de mi madrina- descubrí que me gustaba ir de tiendas, del mismo modo que el día que mi madre me regaló un jersey naranja de lana como de terciopelo descubrí que tenía unas tetas bastante monas.


El escote de aquel jersey, visionario de la moda que se puso de moda un año más tarde, me descubrió el maravilloso mundo de la lencería. Empecé a salir de compras con mi madre, a comprarme conjuntitos de lencería monísimos (entonces, en Woman Secrets, que era lo poco asequible y mono que existía), a sentirme sexy…


Llegaron luego momentos negros. No en mi vida, pero sí en mi armario. Teñí aquel jersey naranja de negro, quedó fatal y dejé de utilizarlo. No salía de mis jeans con camiseta, jeans con jersey, jeans con camisa… o vestidito negro…


…hasta que la vida me dio un golpe. En el momento en que mi vida se volvió negra, yo quise ponerle color. Y me compré una blusa entallada, con escotazo y colores vivos, que desgasté hasta el extremo de hacerla transparente en algunos lados. Era de Lolita Pascual y se la copié a una compañera de profesión, entonces redactora de la competencia, con su permiso.


Recuerdo que en aquella etapa, Bárbara., Elena, María.P. y yo salíamos de compras de cuando en vez, y siempre caía algo. Recuerdo con especial cariño unos pendientes enromes en plata y amatista, y cuando digo enormes quiero decir descomunalmente grandes…¿dónde estarán?.

Fue una etapa de transición marcada por la enorme necesidad de sentirme de nuevo sexy y divertida… compré entonces mi primera minifalda en años, vaquera, a la cadera, y una blusa transparente en rojo que aún conservo y que ya no me pongo… y no sé por qué… y mis primeras sandalias de taconazo, en rojo con tres tiras entrelazadas de cuero y un tacón de vértigo que me costó dominar pero que me granjeó una nueva amistad conmigo misma: yo también podía ser sexy. Yo también podía sentirme sexy. Años más tarde, una noche etílica y algo loca, mis amigos firmaron la suela de esas sandalias que aún conservo aunque a penas uso porque están ya muy mayores, las pobres… cuando leo sus dedicatorias recuerdo que yo también pude.


Pasó el tiempo y mi vida se estabilizó, empecé a trabajar… y descubrí los minidress, y stradivarius… y me regalaron una blusa de rayas que marcó el inicio de una amistad que aún dura hoy (las rayas y yo, todo uno, amigos). Y unas botas blancas, madre mía, que compré un sábado por la mañana en un arrebato consumista con mi amiga Blanca y que supusieron un cambio de chip en mi teoría del calzado.


Cuando empecé en el gabinete en el que hoy trabajo pasé por una crisis personal. No encontraba mi sitio, y mi armario tampoco… hasta que me compré una blusita negra con topitos blancos, semitransparente, sexy y elegante sin resultar repipi… Después de ella llegaron otras, y vestidos camiseros, y cientos de zapatos… pero fue ella la encargada de darle la vuelta a la tortilla en aquella etapa de mi vida.

Por eso puedo afirmar con rotundidad que una prenda puede cambiarte el día, el ánimo, en incluso la vida. Al menos, si tú quieres.

P.D: P. está editando las fotografías de la fiesta aniversario del Meliá María Pita. Mañana las tenéis colgadas, prometido.

33 comentarios:

Ely dijo...

Ahora te leo, pero esto me han dicho de cool hunter:

Lo siento Elizabeth, no es culpa nuestra, la persona que lo hacia ha
dejado de colaborar con nosotros. Antes tenía un blog en bloggers , no
se si lo habrá retomado.

Lucy dijo...

Que historia más bonita :) A mi me cambiaron la vida unos vaqueros elásticos de zara hace años... Costaban 4000 ptas y en la caja me cobraron 3000 jaja Para mi paupérrima economía todo un lujo. Fue lo primero que me compré yo solita. Eran elásticos, rectos y de cintura baja. Descubrí que tenía un culo monísimo y que me sentaban de lujo!! jaja Salir los sabados con ellos...era otro mundo. Aun los conservo eh? pero están mu pasados los pobres jaja

Un beso!

Ely dijo...

Menuda historia tan bonita...
YO era muy delgada, bajita, menuda y no me veía como la clásica femme fatale, aunque quería serlo, claro. Que lo consiguió? Pues un conjunto precioso de Oki coki, negro de pantalon ajustado y con una miniminima campana y un chaleco igual. Que guapa, sexy y mayor me vi

aunqueyonoescriba dijo...

uyyyy yo recuerdo una falda que supuso mi reconciliación con mis piernas... hacía como cuatro o cinco años que las llevaba escondidas...

BACCI dijo...

Solo hay una palabra que me transforma: Taconazos , de hecho sólo tengo un par pero basta ponermelos y ni el genio de la lámpar apodría hacerme sentir mejor, ¿no podría encontrar otro par que respetase mis piés?? o ya puestos 3 o cuatro pares más sniff sniff

y sí, de pequeña tuve un trauma, recuerdo unos pantalones de pana gorda en rosa fuerte q me compró mi madre y q me tuve q poner, diooorrr como odio esa época en q también me compró un conjunto de falda pantalón y americana en turquesa agggggg!!!!!!!!!! y mira q ella siempre va perfecta !!! cosas de la epoca supongo..

María dijo...

Ely, pues qué pena, la verdad. si la encuentras avísame.

A mi las chicas como tú -degadas- me dabais una envidia brutal. Ahora ya menos, porque, pese a mis kilos de más, he terminado por encontrar sexys mis curvas

María dijo...

Lucy, ahora, leyéndote, me he acordado de una minifalda en gris oscuro, evasé, que me regalaron allá en los tiempso de mariacastaña, que me la ponía todos los fines de semana para salir porque me sentaba que te cagas!!!

María dijo...

Aunque... ves, todos tenemos "esa prenda" que no cambio la forma de vernos

María dijo...

Lamari, esto es un poco eso de "¿qué fue antes, el huevo o la gallina?", porque no sabré nunca si esas prendas cambiaron mi forma de verme, o es que al haber cambiado mi perspectiva sobre mi misma, me veía mejor en esas prendas.

De todos modos, si estás en plena crisis personal, te recomiendo un ejercicio de autoestima basado en mucho espejo, mucha benebolencia con una misma y un par de trapitos diferentes, nuevos o rescatados, que te hagan sentirte guapa... verás cómo funciona.

Por cierto, para mi, primero fue el huevo. Pura evolución.

María dijo...

Bacci, unos taconazos, un poco de colorete y rimmel, y el mundo es mio!!!

FAUNA dijo...

Precioso post,al tiempo que lo leía repasaba mis prendas pasadas y tienes razón la ropa marca mucho las etapas de tu vida, me ha encantado.

María dijo...

Fauna, gracias. Me gusta mucho saber que no soy la única que acaba hilando "etapa = camiseta"

Ana M. dijo...

Creo que me sentí mayor por primera vez cuando me compré mis primeros taconazos... aunque creo recordar que tendría sobre unos 14 años o por ahí...

La verdad es que no recuerdo ninguna prenda que haya marcado un cambio de etapa, lo que sí es cierto que cuando me pongo a mirar la ropa de las temporadas pasadas... veo cosas que ni yo me creo que en algún momento haya llevado, y a lo mejor son sólo de hace un par de temporadas, no más...
Yo es que soy muy cambiante y caprichosa. Supongo que cada temporada para mi es una etapa nueva jaja!!

Besitos!

María dijo...

Nawja, yo creo que eso nos pasa un poco a todas. Me he encontrado con prendas al revolver en el altillo que no entiendo cómp ude ponerme... entonces recuerdo lo bien que me sentía dentro de ellas entonces... y flipo aún más.

Me ha pasado por ejemplo con uan falda hippy en un verde sencillamente imposible que no comprendo cómo coño fui capaz de usar... pero sí recuerdo que me encantaba verme con ella.. etapas, supongo

Unknown dijo...

me parto de risa!
y aquellas epocas en las que íbamos a Recreo, Playa,... todas precticamente igual vestidas???
minifalda gris marengo y camisetas de putón berbenero, despues de haber pasado por casa de pi a plancharnos el pelo of course,y tomarnos alguna que otra copichuela... a ver si recordamos viejos tiempos el sábado.... ya tengo canguro para ir al cumple!
besos maryfandy

María dijo...

Ay, Maryfandy, aquella época!!!

Mira, me has dado una idea genial para un post: contaré las mejores meteduras de pata de mi vida, incluyendo, of course, la gran hostia que me metí escaleras abajo en Recreo con la famosa falda corta en gris marengo, que terminó en mi nariz... qué tiempos!!

Anónimo dijo...

Yo más que asociar la ropa a mis diferentes etapas, la identifico con mi estado de ánimo. Por ejemplo, un jersey amarillo-naranja (el debate del color aún sigue abierto), de punto y mangas larguísimas, que me pongo cuando estoy depre, porque con lo desgastado que está es increíblemente gustosito... También tengo una camisa de cuadros y un vestidito blanco de corte imperio con estampado de mariposas que me hacen sentir 100% niña buena.
Pero nunca he sido de llevar una misma prenda mil veces seguidas, al no ser que sea un básico muy básico (véase unos vaqueros). Soy más de rebuscar en el armario todas las noches antes de acostarme y hacerme un conjunto diferente para cada día. Sencillamente odio repetir y, aunque algunos puedan pensar que me preocupo mucho por la ropa, sé que está bien porque me lo paso como una enana comprando y combinando.
Besos, Mirash

María dijo...

Mirahs, la ropa y el estado de ánimo son una misma cosa para mi también.

Y te entiendo cuando dices que odias repetir. Yo no lo hago nunca, ni con los pantalones. Aunque estén limpios, los separo y me los pongo dos días después, pero al siguiente nunca. Es una manía, pero es mi manía y la quiero (jejeje). Cada día un modelito, así soy yo!

marta dijo...

Maria, a mi tb me ha encantado tu post de hoy. A primera vista puede parecer superficial que intentemos encontrarnos a nosotras mismas a trav�s de la ropa o de un peinado, pero tienes toda la raz�n del mundo: No hay nada como ponerte un vestido nuevo o una falta con tacones para sentir que puedes comerte el mundo. As� que suscribo al 100% todo lo que has dicho.

Yo he pasado por muchas fases: hippy, pija, vaqueros a todas horas, tacones, sin tacones,... pero siempre he seguido siendo yo,... debajo de toda esa ropa o de mis cortes de pelo.

Besos guapa

Anónimo dijo...

qué buen post! y cuánta razón tienes! nunca olvidaré el día que estrené un jersey sin mangas que me había hecho mi madre (corrian finales de los 80 y yo tenía 14 años). salí de casa y, por primera vez, una furgoneta llena de "currelas" paró para decirme un montón de barbaridades de esas que sólo ellos saben decir de forma que no te ofendas.
creo que ese día me hice mujer ja,ja.

María dijo...

Marta, yo creo que en realidad, más que cambiar según la ropa, lo que hacemos es cambiar la ropa según nos encontremos -o deseemos encontrarnos- nosotros, de ahí la relación.

Tienes toda la razón: un taconazo o un vestidito mono, y el mundo es nuestro!!

María dijo...

Anónimo, me ha encantado tu historia de los piropos albañileros!!! qué bueno!!!

Yo soy de las que agradece siempre un piropo, por burdo que sea. A mi, personalmente, que me digan lo mona que estoy, lo guapa que soy y ese tipo de cosas me sube la moral cosa mala, así que, desde aquí, mi mayor agradecimiento al gremio de la construcción, que son los artífices de mis mayores alegrçias estéticas!! ole!!!

Lucía dijo...

a mi me cambió la vida un abrigo de zara de lana color beige oscuro con cuelo ancho, me veia elegantisima, nunca más me he vuelto a ver así de elegante. Y luego no fue una prenda si no un hombre el que me hizo reconciliarme con el color y el popperio... creo que ahora tengo mi estilo perfectamente definido, gracias a que él me ha dejado ser yo!
Un besin
( me muero de ganas de verte en mi puesto... jo soy super fan tuya, no me perdia ni uno de tus prgramas,eran super divertidos... hasta que me cambie de casa....y me quitaron el canal)

María dijo...

Ay, Lu, qué risa!!! ¿de verdad veías eso? jajaja, no, si al final resulta que lo veía más gente de la que yo creía.

Te prometo que pasaré por el puesto, porque esos bolsos... mmmmmmmmmm... esos bolsos!!!

cloe dijo...

Sisisisi!!!! Tren y A Roda fundamentales!! y Naïf es el de Pinkotcha (mal escrito creo), no??
Me pasaré, por ese y por el otro, a ver..
Sé que no tiene nada que ver con el de hoy, pero aún no he podido leerlo.
Gracias, guapa, bicos

Lucía dijo...

Coño, por eso lo veia, porque me partia de risa!!!! Era un programa estupendo, para no perderselo, las romerias eran lo más.... Y la gente?? Te invitaban a churrasco, hablaban con la boca llena... super divertido, yo estaría orgullosa de haber tenido un trabajo asi, seguro que te dio una capacidad de hacer cualquier cosa que no veas!!!!
Un besin

Bea dijo...

Me ha encantado tu post. Creo que me pasa algo parecido, puedo ver cómo he ido creciendo o madurando a través de la ropa... y lo que me queda (que como todavía voy de becaria por la vida no me han hecho falta ni trajes de chaqueta ni blusas ni casi zapatos)
Besos!

Miss Arrue dijo...

Hola¡¡¡
No es que me ría de tu pedazo leche por las escaleras, pero es que ese tipo de cosas, me causan mogollón de risa, me descojono¡¡¡¡¡¡de hecho lo estoy escribiendo y me estoy partiendo..por favor escríbelo ya...

De todos modos te informo que no has sido la única, recuerdo un jueves en Santigao, época de estudiante, salía de Casting, y Josito iba delante ya en dirección al parking, yo iba detrás, tropecé y fuí con el culo tocando todas las escaleras( literalmente pero realidad). En cada una de las escaleras que iba besando, iba diciendo, Jose, Jose, Jose´...y el muy CABRONAZO, no se coscó hasta que llegó al final de todo al coche.

Me sentí literalmente como una "mierdecilla apolillada" y él a su ritmo, y con su super humor descojonándose, mientras mi mente solo se centraba en un tubo de Trombocid...en fin.....

Miss Arrue dijo...

Lo mejor de aquella mítica etapa de la infancia, de Super Esclavas, es que lo asocio a lazos de Don Algodón, Plumíferos en tonos dan discretos que pasaban desapercibidos (íbamos vestidas que parece que vivíamos en el Himalaya), los tenis Reebok, y sobretodo aquellos apreciados zapatos PRIVATA que te ponías con ejecutivos y el uniforme te daba por la rodilla,que mayor y guapa te veías¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡hasta que llegabas a clase de gimnasia y aparecían aquellos pololos azul marino, POR DIOS¡¡¡¡¡ es que eso no aparece ni en los Alcántara..y empezaba la profe de gimnasia, con los palitroques aquellos de madera, y su mítico abrigo hasta los pies de piel (que por cierto le salió de oro), vestimenta muy apropiada para la clase de gimnasia.

En fin anécdotas...me estoy dando que parecemos ABUELAS CEBOLLETAS¡¡¡¡ me estaré contagiando???????????

María dijo...

Cloe, aquí los comments son libres like the wind, jajajaja

María dijo...

Lu, no lo había visto así, pero... sí, es verdad, en aquella época lo mismo te freía una camisa que te planchaba un huevo

María dijo...

Miu, mujer, no todos los trabajos requieren traje chaqueta!! yo hoy mismo llevo un minidress en fucsia con botines... aunque lo cierto es que voy un poco informal de más.

No te preocupes, que todos hemos sido becarios alguna vez... todo se pasa, afortunadamente!!

María dijo...

Miss Arrue, por mi te puedes reir con la boca bien llena, porque lo mejor de la historia es que, al llegar abajo del todo, me dio tal ataque de risa al pensar en mi misma despatarrada como un huevo frito con la falda a la altura del cogote, que no me podía levantar, un cuadro, vamos.

A mi esas historias también me hacen reir, en serio. El sábado te cuento la del columpio para que te rias a gusto, que esa es de órdago